Está siendo un auténtico infierno. Horas y horas de bloqueo en
Marruecos para entrar en Ceuta. Desesperación, falta de información y una desidia absoluta. Cada persona tiene su historia, cada uno sufre las consecuencias a su manera pero todos coinciden en narrar una situación digna de una tortura. Unos han tardado 8 horas en cruzar, otros superan la decena sumando el bloqueo en la
recién estrenada explanada y el filtro fronterizo marroquí. Al embolsamiento se les dirigió ayer sin datos, quedándose en un solar todos mezclados y sin recursos. Nada que ver con la idílica imagen que algunos habían difundido a través de vídeos no oficiales solo 24 horas antes de este caos, como fue
el caso del imán residente en Ceuta Driss El Ouahabi en su canal de Youtube. Más que un bloqueo son muchos los que entienden esto como una especie de castigo al ceutí. No hay carril específico para ellos, se les mezcla con el resto de
vehículos, se eternizan los trámites que se tienen que llevar a cabo cuando les toca el paso… no es una narración anecdótica sino repetida por muchos afectados. Ante este abandono claman atención de las autoridades que incongruentemente tiran del recurso del silencio.
Delegación del Gobierno no se ha pronunciado sobre la desatención a ceutíes que cruzan la
frontera, los partidos políticos tampoco se han pronunciado sobre lo que está pasando, mucho menos Europa sobre su propia frontera. Por cuestiones familiares, profesionales, de ocio… las salidas a Marruecos son una constante en un paso que está ofreciendo la peor de sus caras. Frente a esto asoma el trato cada vez más inhumano o la desidia absoluta con la que se sienten tratados los ciudadanos de Ceuta. Reclaman la intervención de las instituciones para mediar ante un bloqueo absoluto que está repitiéndose a diario, para forzar a que se tenga en consideración a una población ceutí que transita ahora más que nunca a su suerte. Las quejas no cesan y lo grave es la ausencia de información, de explicaciones a lo que sucede. Esa ausencia de datos la suplen los afectados a través de redes sociales convertidas en la orientación necesaria para disponer de una guía. Así pasan el día a día en un paso inhumano en el que los bloqueos son soportados por familias, personas mayores, niños… sin que se alce la voz o se fuerce un cambio.