O “toma la plaza” o “democracia real ya” o “movimiento 15-M” o como quieran llamarse los que se manifiestan en la Puerta del Sol.
Hace una semana, sostuve una conversación familiar sobre la situación actual de España, su crisis económica, institucional, política, y de valores.
Concluí que, desafortunadamente, acabaríamos con una revuelta popular, como en otros países. Que aunque en el sur ya estábamos acostumbrados a estos niveles de paro, pobreza e indignación, se estaba llegando a un límite insostenible.
La economía sumergida, que reconocía sin pudor Rubalcaba, era mayoritariamente de subsistencia, y que aun así, ésta se estaba agotando, llegando a constituir, en algunos segmentos sociales, la pobreza más absoluta que acabaría empujando a salir a las calles a buscar algo, o a exigir responsabilidades.
Lo que no me imaginaba era que la izquierda española, principal culpable de los extremos de pobreza que ha alcanzado la crisis en este país, iba también a intentar engañarnos con esto.
El súmmum del cinismo político lo ha encarnado de nuevo Zapatero, anunciando que si tuviera 25 años, seguramente estaría en la Puerta del Sol. Esta mezquina declaración, que no me sorprende conociendo la talla política de este individuo, es por si sola una incendiaria provocación para los 5 millones de parados, los 1,3 millones de familias sin ingresos alguno, los autónomos que cierran cada día y los empresarios que las pasan canutas para pagar los seguros sociales a final de mes.
Comencé a calarlos cuando vi que varios de los manifestantes manejaban un tresillo. Lo que me hizo pensar “¿Acaban de empezar y ya están pensando en el descanso? Algún marxista debe andar por ahí”. Lamentablemente, confirmé mis temores cuando vi y oí reseñas contra el crucifijo, los medios de comunicación, “El Mundo”, “Intereconomía”, los trabajadores de la Comunidad de Madrid… Y además, Izquierda Unida y Comisiones Obreras reconocían pública, implícita y explícitamente su pertenencia y promoción del movimiento.
Lo último que me ha hecho corroborar quienes son, es que han pasado la noche del jueves al viernes recordando a todos los participantes que no es un “botellón”.
Conociendo la respuesta, un buen, inteligente y perspicaz amigo preguntó: “Quid prodest?”. Está muy claro, sólo hay que ver cómo ha manejado el Gobierno esta pseudo-protesta, cómo ha actuado el vicepresidente Rubalcaba, y porqué se han manifestado en la Puerta del Sol y no en Moncloa.
Esto beneficia al PSOE. Ya no se habla de paro, ni de fragilidad del sistema bancario, ni de recortes salariales, ni de congelación de las pensiones.
Tampoco se habla de Bildu, ni del Tribunal Constitucional que ahora revisa las sentencias con “doctrina Parot”.
España es una joven democracia cuyo sistema ha demostrado ser generador de indignación, desconfianza y cada vez menos libertades. Cambiemos el sistema pues y hagámoslo desde dentro de él. Comencemos por cambiar al principal culpable, al gobierno socialista.
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