Una de las banderas que enarbola Netflix como ficción española de esas que ahora están de bonanza es la enigmática (todo thriller ambientado en Galicia tiene grandes posibilidades para envolverse en un halo de misterio, éste no es excepción) El desorden que dejas; la producción, miniserie de 8 capítulos de unos 45 minutos cada uno, posee todos los ingredientes para convertirse en éxito inmediato, fórmula que la marca viene dominando en los últimos tiempos, ya que le ha conseguido tomar la medida al producto nacional y lo que se espera de él.
Los argumentos de la trama son los de una joven profesora que se desplaza a trabajar en un instituto en el pueblo de su marido, y llega a sustituir la baja de otra, muy popular entre todos los habitantes del mismo y que ha aparecido ahogada en extrañas circunstancias. El desarrollo del misterio se nos plantea desde la baza de seguir los pasos de ambas protagonistas, una en tiempo real y la otra a modo de flashbacks que aportan poquito a poco esclarecedora información al espectador, que así podrá ir uniendo las piezas del puzle.
Nada es lo que parece, todo el mundo miente, y quien no lo haga, lo parece. Así de desconfiados nos volverá esta historia enrevesada, que empieza por todo lo alto con un par de capítulos iniciales hipnóticos e intrigantes que no te dejarán tranquilo sin seguir viendo el resto a corto plazo, pero que por repetitiva de algunas situaciones y conversaciones de los mismos personajes llega a su esperado final con algunos síntomas de agotamiento narrativo.
Las dos protagonistas, ambas muy convincentes en su duelo interpretativo, a pesar de que prácticamente no compartan plano en toda la serie, son Inma Cuesta (que desprende naturalidad y lleva el peso dramático) y Bárbara Lennie (cautivadora, magnética), que ponen la carne en el asador arropadas aceptablemente por un elenco joven y con energía (algún personaje incluso algo pasado de energía). Ambas intérpretes con sus buenos trabajos aportan su parte a un guion claro y sensato que no desconcierta al respetable a pesar de los saltos temporales.
El proyecto, con sus claroscuros, mira sin complejos a otras muchas producciones internacionales, tanto europeas como americanas, siguiendo dignamente la estela de aquello que solemos decir en los últimos tiempos de la variedad, la osadía y la buena salud de la ficción española, especialmente de las series.
Todo es muy poco convencional, hasta que algún tipejo deleznable se empieza a colar en la historia, y a partir de ahí, todo va volviéndose más burdo, más visto, más previsible, siendo cierto que no te quita las ganas de acabar el visionado para descubrir todo lo que cada uno esconde, que por mucho que te lo vayas esperando, aún se guarda alguna sorpresa…