Opinión

Qué pasa con la TNR

En octubre de este año la Consejería de Sanidad se comprometió a iniciar el programa de captura, castración y suelta de gatos callejeros, lo que se conoce como TNR. Un plan que hasta la fecha ha tenido buenas consecuencias en la ciudad, al evitarse el descontrol que ahora tenemos. Es diciembre y esa campaña con la que se comprometió Sanidad no se ha puesto en marcha. 30.000 euros era el montante que se iba a invertir para la castración de más de 300 gatos, lo que iba a redundar en una menor presencia de camadas y en una mejora en general para todos. No ha sido así.

No hacen más que darse avisos por presencia de crías abandonadas, la Protectora está saturada, las enfermedades se extienden, muchas camadas son maltratadas... se producen auténticas aberraciones. Y todo tiene un origen. Ya lo comentaba en una anterior columna de opinión. La Ciudad tiene la culpa. La tiene primero por mentir, por no cumplir los compromisos. La tiene por dejación de funciones, por no asumir unas situaciones que son de su competencia dejando que sean voluntarios los que les hagan su trabajo. Y la tiene porque es incapaz de organizar y reordenar los recursos para poner cierto orden en toda esta situación caótica que está alimentando los casos de maltrato animal, las enfermedades que causan muertes entre los felinos, los envenenamientos colectivos.

La Ciudad disfruta con sus campañas de marketing. Sale en los medios de comunicación anunciando planes que no cumple. Aprueba medidas en sesiones plenarias que luego no se llevan a cabo. Y las consecuencias las tenemos en cualquier barrio, en donde las crías son alimentadas por vecinos solidarios y en donde las poblaciones aumentan porque no se ha puesto orden en unos programas sanitarios que tuvieron buenos resultados.

No están cumpliendo con su obligación y están dejando que cada vez seamos testigos de situaciones indeseables que no deberíamos permitir. Es tal el grado de abandono, el mirar hacia otro lado, el no cumplir con la misión de cada uno... que llegamos a una situación de aburrimiento, de cansancio y de chocar contra un mismo muro que no es justa pero que es la única que hay.

Mienten, mienten como bellacos. No actúan, dejan que otros hagan lo que no deben y permiten que estos vacíos traigan nefastas consecuencias.

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