Opinión

La titánica labor de las Fuerzas Armadas contra el coronavirus

No hay mayor orgullo que servir a los españoles. Muchísimas gracias por el apoyo y el ánimo que nos dais. Estamos por y para vosotros, es el mensaje difundido en la grabación divulgada en las redes sociales, que, a todas luces, engrandece, dignifica y honra la ingente labor de las Fuerzas Armadas Españolas; pero, sobre todo, en cada una de las acciones constatadas que van por miles, desde que irrumpiese el COVID-19, comúnmente conocido como Coronavirus.

Ellas y ellos, nuestros Soldados, son el mejor antídoto contra la epidemia cuando por entonces, repentinamente, el Estado se convirtió en un teatro de operaciones; aparentemente, sin guerra abierta ni enemigo visible, pero, con un despliegue militar en primera línea sin precedentes, nunca antes contemplado por las generaciones que nos acompañan, para hacer frente al mayor desafío de la Historia reciente.

Imágenes como si nos trasegara a otra época inmemorial, como hospitales de campaña o albergues improvisados, hoy se entremezclan con Soldados ataviados de mono blanco, amarillo o verde mimetizado, en aplicaciones escrupulosas de desinfección en estaciones de tren, centros de salud, residencias de mayores, cárceles, parques o vigilancia de centrales nucleares... Un trabajo extraordinario de dedicación exclusiva que no tiene horas ni día, acrisolado con el espíritu de cuerpo como la mejor bandera, en el que irremediablemente el virus, también se ha cebado con este colectivo de mujeres y hombres honrados, que en el cielo ya se revisten de esplendor, al vislumbrar junto a otros tantos, que el destino de la Patria común, permanece indemne.

Por lo tanto, el inmenso elenco de desempeños a los que hace frente la Institución Castrense, se han convertido en otras de las revelaciones de esta crisis que no tiene fronteras.

Positivismo con fuertes dosis de convicción, fusionado a la disciplina, el espíritu de sacrificio e indudable moral de victoria, forman parte de la columna vertebral en la que descansan quienes están dispuestos a dar lo mejor de sí, en una batalla cambiante e inaudita en la que inmersos con todas las consecuencias, aportan su granito de generosidad para contrarrestarla.

Ante este paisaje devastado por el dolor como el que vive España, la capital del Reino es el mayor foco de contagios y óbitos: entre los militares, tras el tapado intuitivo de la mascarilla de protección, difícilmente puede ocultarse el agotamiento y la extenuación de días y semanas acumuladas que, irremisiblemente, pasan factura.

Mismamente, se donan a destajo comiendo cuando buenamente pueden, para estar en primera línea de acción. Aun siendo conscientes de lo que tienen ante sí: una misión de alto riesgo en toda regla. Quizás, la más importante de sus vidas, pero lo hacen consecuentes, porque ello simboliza la solidaridad más indispensable como su mejor virtud.

Tampoco, es una utopía, que muchos de los efectivos de las Fuerzas Armadas hayan contraído el virus.

Una breve reseña identificativa de estas almas sublimadas enteramente al sacrificio y la gratitud infinita, desenmascara el ahínco denodado por protegernos, ofrecernos seguridad y generar confianza entre tanta zozobra. O, lo que es mismo: la descontaminando de residencias de personas mayores, como uno de los puntos más complejos y comprometidos de la pandemia; o, desde levantar hospitales de campaña y disponer convoyes de vehículos con tropas y material, hasta fusionarse en el traslado de pacientes y los miles de difuntos que se nos han marchado.

Por ende, no son menos, el resguardo de infraestructuras críticas, como centrales nucleares; o la impermeabilización de fronteras y el aerotransporte de enseres sanitarios y compatriotas aislados en el extranjero; o el saneamiento y patrullaje de edificios públicos, comisarías, estaciones de tren, aeropuertos y hospitales y el abastecimiento de agua y provisiones.

E inclusive, se han activado barcos para adecuarlos en hospitales flotantes. Y es que, en cada una de estas hazañas, la buena sintonía con la ciudadanía es habitual, a pesar de las duras circunstancias contraídas, marchando a donde se les requiere.

Sucintamente, cada una de estas celeridades se enmarcan en la ‘Operación Balmis’, extendiéndose por las Comunidades Autónomas, Archipiélagos y Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. Implementándose de modo flexible y solidario y adquiriendo un componente de servicio a las autoridades civiles y otro, menos notorio, que suscite el ánimo y la serenidad en la población.

En concreto, se prosigue interviniendo en tres ejes bien diferenciados: la desinfección de subestructuras; el respaldo en centros para individuos sin hogar y hospitales de campaña; y, por último, el transporte aéreo de equipos sanitarios.

En el primero de ellos, se han desinfectado los aeropuertos de Sevilla, Málaga y Gran Canaria y las estaciones de ferrocarril de Granada, Huelva, Córdoba, Sevilla, Montilla e Irún. A ello, han de agregarse, las residencias de mayores, o centros de salud u hospitales y talleres dedicados a la fabricación de mascarillas.

En el segundo de los ejes, se trabaja afanosamente en centros con personas desguarnecidas y sin techo, como en San Fernando, Badajoz y Ferrol; u hospitales de campaña emplazados en Alarcón y Segovia. Sin soslayarse, el soporte otorgado a los hospitales de campaña establecidos en ‘Ifema’, Madrid o la ‘Fira’ en Barcelona, así como en Cádiz, Segovia, San Fernando y Tenerife, esenciales para la derivación de enfermos y el desahogo de los centros con sintomatologías más graves.

En cuanto al tercer eje, el Ejército del Aire ha remitido a Gran Canarias unidades sanitarias concernientes al Instituto Nacional de Gestión Sanitaria y Cruz Roja.

De manera simultánea, se articulan a estos tres ejes otras prácticas más específicas, como el apoyo de la Guardia Real al Banco de Alimentos de Madrid, o el movimiento de afectados moderados entre hospitales y el montaje de instalaciones temporales para la realización de los test del coronavirus.

Como uno de los ejemplos, la Ciudad de Sabadell ha pasado a ser uno de los emblemas de este aporte ambicioso de las Fuerzas Armadas a la Sanidad Pública, instalando en escasamente cinco días, 210 camas en una cubierta de atletismo; o una veintena de hospitales de campaña con su Mando de Ingenieros con base en Salamanca.

Recuérdese al respecto, que un hospital de este modelo requiere categóricamente de equipos electrónicos, funciones de fontanería, baños, duchas, etc.

Ciñéndome con más detalle en algunas de estas tareas como el procedimiento de descontaminación de las residencias, o la técnica empleada con los equipos NBQ (Nuclear, Biológico, Químico), para “combatir todo tipo de agresivos como polvo radiactivo, agentes químicos en estados líquidos y gaseosos y para cualquier bacteria o virus”, entraña la descontaminación de los pisos superiores hacia abajo. Sorteando la inmediación de la zona caliente donde yacen aislados los contagiados.

Previamente a entrar en el inmueble, los Soldados a propósito se han esterilizado para que ningún agente biológico patógeno se adentre o salga. En cuántas ocasiones repitan la maniobra, intercalan la irrigación de agua helada con lejía y la limpieza del calzado, guantes, manos y cara. Por consiguiente, me estoy refiriendo a un recurso pausado, acompasado e inmejorablemente reglado y organizado. Inmediatamente, con unos potentes nebulizadores, se rocía lejía en techos y paredes, al igual, que en camas, armarios y aseos.

En relación a los militares que recorren las vías, paseos y avenidas de la geografía española en patrullas mixtas junto al Cuerpo Nacional de Policía o de la Guardia Civil, supervisan el cumplimiento exhaustivo de las normas aplicadas por el Estado de Alarma, ejercido al amparo de la dirección operativa y coordinado por el Ministerio del Interior.

En atención al instrumento del Ministerio de Defensa que reúne las líneas maestras de esta nueva fase, el Ejército asume tres misiones: primero, apoyo en la seguridad de las infraestructuras como la vigilancia de centrales nucleares; segundo, apoyo en la vigilancia de la frontera terrestre; y, tercero, apoyo en la vigilancia de las leyes, disposiciones y mantenimiento de la seguridad ciudadana.

Los dos primeros cometidos los podrán cumplir patrullas acomodadas únicamente por miembros de las Fuerzas Armadas, supervisadas por la dirección operativa del Ministerio del Interior; mientras que la última, se desarrollara con patrullas mixtas acompañadas del Cuerpo Nacional de Policía o de la Guardia Civil. En cualquier caso, previamente, existirá una fase de reconocimiento y, posteriormente, otra de despliegue.

En las patrullas mixtas formadas junto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el Jefe que participe, ostentará la dirección. Es decir, teniendo la capacidad de “establecer medidas de seguridad y protección, marcar prioridades y lograr la sincronización de las actividades a realizar por los medios puestos a su disposición”.

Asimismo, los militares a los que el Decreto de declaración del Estado de Alarma le dispuso la condición de agentes de la autoridad, podrán “interactuar” con los ciudadanos para “realizar las verificaciones y comprobaciones necesarias en la vía pública”. Pudiendo pedirles cuenta y solicitarle el justificante que demuestre el motivo de ausencia del domicilio estando en confinamiento. Toda vez, que incumbe al agente de la Policía o Guardia Civil, “extender en su caso las denuncias, atestados o actas en los que se documente la presunta infracción”.

Otra de las encomiendas dadas, pero, particularmente amarga por lo que ello significa, es la que describe cruelmente el trecho de cuerpos y ataúdes hasta la morgue instalada en el Palacio de Hielo del distrito de Hortaleza, en Madrid. El colosal aluvión de defunciones que en estas jornadas sostiene los servicios funerarios, han obligado a precisar del auxilio militar como otra forma singular de servir a España.

Con tibieza y un nudo en la garganta, toca pasar por un mal trago, evidenciándose el minucioso y preciso formulismo de triple identificación de los cadáveres y el precintado de las bolsas con cremallera, hasta finalmente depositarlo en los féretros. Como refiere uno de los participantes, “la clave radica, que en ningún momento se rompa la cadena de custodia”.

Otros mandatos de distinta índole se sustancia en unidades de cuidados intensivos móviles y fijas, para las situaciones de coronavirus más críticas, o cientos de camas para pacientes, zonas de catering o ambulancias militares integradas en los servicios de salud y solicitudes puntuales, serían algunas de las capacidades con las que las Fuerzas Armadas intensifican los hospitales, además, de aseos higiénicos, agua potable o duchas.

Sin obviarse de este engranaje humano en favor de la sociedad, el Centro Militar de Farmacia de la Defensa, con sede en Hoyo de Manzanares, Madrid, como otro de las columnas imprescindibles en la lucha contra el COVID-19. Confeccionando solución desinfectante con una elaboración cercana a los 800 libros/día; al mismo tiempo, que paracetamol en cajas de 20 capsulas o antiviral Ribavirina, alrededor de 600 ampollas diarias. Por último, cabría mencionar las incidencias aéreas en apoyo a la población civil, militar y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como el avión de transporte A400M, que tras treinta y tres horas de vuelo, el resultado no podía ser otro que 14 toneladas de material sanitario, incluyéndose un millón de test rápidos y equipos de protección individual, transportados desde la República Popular China.

Tal como explica literalmente el General de Brigada don José Manuel Vivas, Jefe del Mando de Operaciones: “Sabemos que va a ser una misión larga, como una carrera de fondo. Que quede claro, que las Fuerzas Armadas estamos al servicio de España, somos una herramienta con gran potencial que tiene el Estado para utilizarlo en esta crisis. Y, lo que más nos satisface, es poder ser útiles. Estamos para servir”.

“No nos hemos marcado un límite temporal, lo marcará la propia evolución de la pandemia. Nuestra previsión es hacer un esfuerzo sostenido, el tiempo que sea necesario hasta que las cosas vuelvan a la normalidad. Nosotros los militares hacemos planes, tratamos que esos planes sean eficaces, los ejecutamos, tratamos de coordinar y sincronizar las acciones y en ese sentido, para nosotros, es una operación militar más”.

En el mismo marco de la ‘Operación Balmis’, la Ciudad Autónoma de Ceuta representa otro de los iconos preferentes, en cuanto a su consagración leal y patriótica en estos momentos excepcionales, con numerosas actividades materializadas con desvelo por los componentes de la Comandancia General, con misiones flexibles y adaptadas en función de los requerimientos propios de la idiosincrasia de esta Guarnición.

Brevemente y por orden cronológico: primero, a raíz del Decreto de Estado de Alarma publicado en el BOE. N.º 67 de fecha 14/III/2020, esta Comandancia inicia su colaboración en la vigilancia de las carreteras y otras vías públicas de la Ciudad.

Segundo, el 24 de marzo, llega material sanitario destinado directamente para el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, por sus siglas, INGESA, de la Dirección Territorial, transportado por un helicóptero HT-17 Chinook, perteneciente a las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, abreviado, FAMET.

Tercero, el 6 de abril, integrantes del Grupo Regulares N.º 54 y del 2º Tercio de la Legión, comienzan el apoyo en la seguridad del perímetro fronterizo, sirviendo de refuerzo al Cuerpo de la Guardia Civil.

Cuarto, el 10 de abril, llega el Buque de Asalto Anfibio ‘Galicia’ con sus Infantes de Marina, con la emergencia de desinfectar diversas instalaciones de la Ciudad.

Quinto, el 11 de abril, componentes de la ULOG-23 se desplazan a la instalación militar de Charco Redondo, Cádiz, para recoger y trasladar material sanitario al Hospital Universitario de Ceuta y su gestión por el INGESA.

Sexto, el 12 de abril, integrantes del RAMIX-30 y de la USBAD en coordinación con el Buque ‘Galicia’, desinfectan varios centros oficiales, como el Helipuerto, Estación Marítima, Mercado Central y el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, abreviado, CETI. Subrayándose, que era la primera vez, que la COMGE realizaba dicha labor fuera de los Acuartelamientos.

Séptimo, el 13 de abril, componentes de la ULOG-23 inician la preparación de las instalaciones del Serrallo y el montaje de tiendas y equipamientos para los Menores Extranjeros No Acompañados, abreviado, MENA.

Y, por último, octavo, el 15 de abril, integrantes del RAMIX-30 continúan con las labores de desinfección, en esta ocasión, cristalizado en el Edificio Ceuta Center que alberga las Sedes Judiciales del Juzgado de lo Penal 1 y 2, además, de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz, en Ceuta.


En conclusión, todavía no se había bautizado con la denominación de ‘Operación Balmis’ y, ni mucho menos, se sospechaba la evolución de un ensanchamiento de esta envergadura, cuando a día de hoy, 16 de abril, las Fuerzas Armadas Españolas cuentan con unos 7.024 efectivos desenvueltos en 224 localidades, forjando misiones como las aquí puntualizadas. Un mes después, los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, han cuajado un total de 7.900 desinfecciones; aparte de 3.800 actuaciones en las residencias de mayores y 1.124 en hospitales y centros de salud; como el traslado de casi 1.000 pacientes entre hospitales y hoteles medicalizados y 1.643 fallecidos.

De entre lo expuesto en este pasaje y en instantes tan dificultosos, como los que actualmente padecemos por la evolución sanitaria de la pandemia, quién mejor puede ratificar cada uno de los actos heroicos de estos Soldados, es Su Majestad el Rey Don Felipe VI, que en su visita reciente a la Base de Retamares, en Pozuelo de Alarcón, Madrid, centro neurálgico de decisión estratégica del Mando de Operaciones y desde el que se regula, encauza y monitoriza, se ha reunido con la cúpula militar.

El Monarca vestido con uniforme de campaña y prevenido con mascarilla y guantes, in situ, ha querido transmitir Su sincero agradecimiento por el buen hacer de las Fuerzas Armadas. Al pie de la letra ha mencionado: “Su apoyo, gratitud y orgullo ante lo que es una contribución muy importante en un momento de necesidad y emergencia nacional”, por el encaje y calado en cada una de las operaciones implementadas brillantemente contra el coronavirus.

Este es a groso modo, el angosto sendero del COVID-19 para los miembros de las Fuerzas Armadas que transitan con orden y sin pausa por una singladura henchida de adversidades y desdichas; siendo consignatarias de ese cúmulo de valores que atesora, pero, hoy dispuestas con benevolencia a practicarlos y transferirlos como el bien más preciado que posee.

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