Mi tita María (II)

Aunque el dolor de la muerte de mi tía era muy fuerte. En mi mente tenía fija una idea. Saber si era verdad ese sueño que había tenido durante los primeros kilómetros de la carretera saliendo desde Algeciras para llegar a Madrid. Todos me decían que era una persona muy receptiva. Muchos consejos que había dado habían sido buenos gracias precisamente a tener esas revelaciones. Mis sueños eran una buena vía de predecir el futuro. ¡que desgracia que no me viniera nadie a decirme los números de la próxima primitiva!. Bromas a parte yo tenía esto como una cosa muy seria. Me siguieron diciendo que éramos dos gotas de agua María y yo. Sólo ponían un pero en lo alto de la mesa. Mis conversaciones eran mucho más interesantes que las de ella. Normalmente hubiera pegado dos voces que hubieran puesto firme a cualquier persona. Terminó el sepelio y fue cuando tuve la oportunidad de actuar. Le pedí a mi tío si podía ir a su casa a acicalarme antes de emprender el viaje de vuelta. Y el aceptó. Incluso me invito a que utilizará el cuarto de donde ella dormía que tenía a la vez un servicio completo con plato de ducha y si quería que cogiera algo de ropa de ella. Para mi esto último expuesto no me gustó. Cada una tenia sus predilecciones en vestir. Pero como mujer siempre podía echar un vistazo por si acaso algo me entrará por los ojos. Le di las gracias y me fui con el y mi marido hacia donde vivían. Los dos planes habían salido a la perfección. Por un lado estar en la casa. Luego tener permiso para estar en su habitación y poder escoger algo que se me  antojara. Y ya sabéis lo que voy a decir. Poder subirme sin ningun tipo de complejos en lo alto del armario y buscar tranquilamente ese sobre tamaño medio folio de color marrón claro con mi nombre en la parte de alante:  Pilar. Llegamos me abrió el cuarto. Luego su armario y me dejó sola. Me indicó que no tuviera prisa. Y eso fue lo que hice. Me cerciore que se había ido del lugar. Y mire con tranquilidad con ayuda de una silla la parte de arriba del armario. Estaba llena de cajas. No sería fácil el tema. Empecé a bajar poco a poco las mismas y ordenandolas en el suelo con la misma distribución y tuve suerte. Al final de la parte izquierda apareció el sobre del tamaño, color y con la inscripción de mi nombre. Parecía mentira pero aquella visión que había tenido era cierta.  Me quedé con la boca abierta. Si me hubieran pinchado no me hubieran sacado ni una gota de sangre. Todavía no me he acostumbrado a esta forma de recibir mensajes del más allá. Lo  guarde en mi bolso, el sobre,  y recompuse el rompe cabezas que había puesto en el suelo de la habitacion. Mire los vestidos y escogí dos.

También puse en lo alto de la cama otros dos pares de zapatos de arriba, la verdad eran que me habían sobrado al colocar las cajas encima del ropero.  Después me fui al cuarto de baño y me di una buena  ducha y me cambié de ropa. Me hacia falta ya que la noche había sido muy larga y además aguantar hasta el momento de la misa y de darle sepultura a mi tía. Mucha tela para una mujer.  Me fui con una cara en mi semblante de haber cumplido mi misión. Le di las gracias a mi tío. Le pedí permiso para llevarme los elementos y accesorios que había escogido del lugar,  me despedí y marché en dirección hacia mi patria chica Ceuta.

Mi marido me indujo a buscar un hotel a las afueras de Madrid y yo a través de las aplicaciones de búsqueda encontré algo con las tres "bes": bueno, bonito y barato.  Quería descansar del viaje y dormir unas horas. Y yo estuve de acuerdo. Además de hacer una comida , merienda y a la vez cena eran las 6 y pico de la tarde. Todavía nos quedaba un largo trayecto para la vuelta y tenía que recargar las pilas mi marido. Aunque pensaba en el sobre que tenía en el bolso, no lo toque en ningún momento.

Pero ya estaba con un pequeño sin vivir por saber que es lo que había dentro de ese pequeño pero enigmático sobre de color marrón claro.