Tiroteos en Juan Carlos y Príncipe

Nuevo tiroteo en la barriada Juan Carlos I, en el mismo lugar en el que en la noche del pasado 10 de febrero tirotearon a un joven de 23 años llamado B.H.H.: a las puertas de la hamburguesería de la barriada, ubicada justo en la esquina con la vía principal, frente a la mezquita. Allí, pasadas las nueve de la noche dos encapuchados en una moto sorprendieron a Nayim H.H., de 27 años, que curiosamente es hermano de B.H.H., la víctima de hace tan solo 18 días. Uno de los motoristas sacó su pistola y, según testigos presenciales, efectuó varios disparos contra el joven (vecino del Serrallo), alcanzándole una bala en la pierna derecha, con orificio de entrada y salida. La víctima pudo escapar de la hamburguesería, dar la vuelta por la parte trasera del barrio, y buscar refugio en una cafetería ubicada frente a la mezquita de Sidi Embarek. El local estaba lleno de vecinos que charlaban, jugaban o veían la televisión, y que se vieron sorprendidos por la llegada del joven, ensangrentado, buscado un hueco donde ocultarse. El pistolero, que le seguía en compañía del motorista, intentó darle alcance sin éxito, efectuando disparos contra el local, dejando un impacto en pleno cristal de entrada.
“Podía haber matado a cualquiera, si le da un tiro en la cabeza a los que estábamos allí...”, lamentaba un vecino de la barriada, que se vio sorprendido en la cafetería por esta situación y que recordaba cómo “estas historias” no pasaban antes en Juan Carlos I. A su lado otros vecinos asentían sus palabras con gestos y reflejaban la tensión y el miedo sufridos.
A la víctima se la llevaron al Hospital Universitario en donde, según el parte médico aportado por Ingesa, quedaría ingresado a la espera de practicársele una intervención.
Después de este episodio llegarían más. Una unidad de la UIR fue la primera en personarse en la zona, ya que casualmente realizaban una patrulla por la barriada y al escuchar los tiros se acercaron hasta el lugar, topándose con el escenario del suceso y con los dos encapuchados (llevaban bragas que ocultaban parcialmente sus rostros) comenzando la huida en su moto. Los agentes a punto estuvieron de detener a uno de los implicados en ese momento, pero escaparon en dirección a la barriada del Príncipe. Sí que pudieron hacerse con algunos datos identificativos del vehículo, que ya están en conocimiento de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
In situ, en la barriada, hubo personas que manifestaron haber reconocido a uno de los ocupantes de la moto, ya que su rostro se vio parcialmente. Eso es lo que contaron a la Policía, aportando las iniciales del sospechoso y su apodo. Al cierre de esta edición se le estaba buscando, su identidad y mote no se publica por respeto a la investigación policial, pero se puede informar de que es uno de los sospechosos de robo de motos, delincuente e implicado en otros delitos pero, que se sepa, nunca de sangre. Hasta ahora, cuando habría decidido dar ese paso. En dicha búsqueda participan también agentes de la Guardia Civil.
Mientras la Policía Local acordonaba la zona y se tendían las cintas protectoras de los dos escenarios del delito: la hamburguesería y el bar donde se refugió la víctima, intentando así que no quedaran contaminados, Policía Nacional subía a la barriada del Príncipe para buscar a los dos ocupantes identificados.
Pues bien, a la altura de la calle Rafael Orozco fueron recibidos con al menos cuatro disparos al aire y un ambiente hostil. Se dio orden de retirada del lugar de las patrullas de paisano, para planificar otro tipo de acción policial tendente a resolver el caso.
La investigación está abierta y policialmente se confirma la existencia de una vinculación clara entre el tiroteo de ayer y el del pasado 10 de febrero, teniendo ambos como víctimas a dos miembros de la misma familia, compuesta por cinco hermanos, todos casados y con hijos, residentes en la zona de Cabrerizas.
Del primer episodio, el del 10 de febrero, la Policía Nacional detuvo a un joven de 24 años llamado S.A.C, quien quedaría poco después en libertad sin fianza ya que pudo demostrar ante su señoría que en el momento de los disparos estaba en la península, presentando certificado de estancia en un hotel además de un ticket de viaje en barco coincidente con la hora en que se produjeron los hechos.
Oficialmente poco más ha trascendido de la situación, salvo que en la noche de ayer estaban trabajando todas las fuerzas de seguridad con la Policía Nacional llevando el peso de las investigaciones. En Juan Carlos I permanecía, ayer noche, la Policía Científica en busca de pruebas y casquillos, además de examinando el lugar de los hechos y fotografiando la posible trayectoria que llevaron a cabo los autores y el herido.
Los vecinos de la barriada han lamentado este tipo de episodios que, dicen, generan inseguridad y miedo, porque “en las calles están nuestros hijos, hacemos mucha vida aquí, en la cafeterías, hablando... y este tipo de casos no los habíamos visto nunca”, lamentaba una mujer, madre de dos pequeños, en el lugar.

Pero la noche no iba a terminar así. Ya que, cuando las fuerzas de seguridad trabajaban en la localización de los autores de este nuevo episodio delictivo, las alarmas saltaban en el Príncipe. Allí, horas después, varios encapuchados irrumpían en la céntrica calle Rafael Orozco de Príncipe Alfonso, en donde antes se había recibido con disparos al aire a agentes de paisano. Tenían un destino muy claro: un garaje de una casa particular en la que suelen reunirse vecinos frecuentemente. Tras tirotear a la puerta, entraron en el interior del garaje, donde afortunadamente no se encontraba nadie y procedieron a pegar tiros al aire y a un coche que se encontraba en el interior. Los pistoleros emprendieron la huida sin que pudieran recabarse más datos acerca de los mismos.
La llegada de las fuerzas de seguridad al lugar de los hechos provocó la indignación de las personas que habitaban en la casa y que se encontraban en el piso de arriba, que explicaron a los agentes cómo habían vivido los hechos. Algunos de los vecinos que se encontraban en el lugar, han relatado que “los pistoleros iban a un lugar preciso” y que desconocen las causas que se esconden detrás de los hechos.
Lo que sí es cierto es que algunos relacionan los tiroteos con los que se han sucedido últimamente, achacados a un grupo de jóvenes que se dedica a sembrar el pánico en las calles de Príncipe Alfonso bajo la ley del más fuerte y amparados en el silencio bajo amenazas a todos los que puedan delatarles. Hace unas semanas la Asociación Vecinal salió al paso de lo que estaba sucediendo en la barriada, donde muchos vecinos se encuentran desamparados tanto por las fuerzas de seguridad como por los que les rodean ya que lamentaban que ni siquiera podían dejar a los niños jugar en la calle y que en los últimos tiroteos fueron dos personas ajenas a cualquier tipo de problema las que recibieron los disparos “por la cara y simplemente por haber pasado por ese lugar en ese momento concreto”.
Los vecinos han solicitado más vigilancia en la zona y piden que de una vez  se actúe en consecuencia contra “unos niñatos que al principio eran tres o cuatro y a los que se han ido uniendo más jóvenes caracterizados por estar en paro y relacionados con el consumo de drogas que tienen armas y que están causando pánico en el vecindario”. Ayer mismo algunos de los residentes en la barriada decían que no se podían vivir así “siempre pendientes de que puedan pegarte un tiro y sin salir a la calle a determinadas horas de la noche porque es muy peligroso”.