Los evangelios recogen aquel ejemplar episodio de la vida terrenal de Jesús, cuando salvó a una mujer que iba a ser apedreada hasta la muerte por haber cometido adulterio. Le bastó para ello con decir a los que estaban preparados para llevar a cabo tal ejecución los siguientes palabras: “Aquel de entre vosotros que esté sin pecado, que lance la primera piedra”. Y, poco a poco, todos ellos fueron tirándolas al suelo y marchándose, “Mujer, vete y no peques más”, dijo entonces Jesús.
En la actualidad, sin embargo, los pecadores no parecen tener el menor escrúpulo en tirar la primera piedra y en seguir lanzando cuantas más mejor. Basta con ver lo que está sucediendo con respecto al partido político que, aunque no ganó las elecciones, como una y otra vez repiten sus portavoces, si fue el que más votos obtuvo, con notoria diferencia sobre los demás. Desde las filas socialistas se empeñan en afirmar, también con reiteración, que el PP –al que califican de “partido de la corrupción”- tiene que pasar necesariamente a la oposición para regenerarse, en castigo a sus numerosos pecados.
No voy a negar que, desgraciadamente, dentro de las filas del PP van descubriéndose demasiados casos de presunta corrupción, aunque –por el momento- pocos de sus militantes hayan sido condenados por sentencia firme. Pero que sea el PSOE quien se esté dedicando a lanzarle una piedra tras otra resulta una lamentable e injusta contradicción. Ya sé que los casos que afectan al PP suelen ser los que más titulares reciben en casi todos los medios informativos. Ya sé también que hay cadenas de televisión que se dedican sin reparo alguno a insistir una y otra vez sobre el mismo tema, exigiendo, por ejemplo, que Rita Barberá dimita de modo inmediato de su cargo de Senadora, cuando con anterioridad callaban sistemáticamente ante el hecho de que Chaves y Griñán siguieran siendo aforados. Eso lo tengo asumido. Pero lo que no resulta de recibo es que, sólo en estos últimos días, se hayan producido diversos hechos que afectan a significados personajes socialistas y que tales hechos estén pasando prácticamente desapercibidos para la opinión pública.
Me pregunto, en ese sentido, sobre cuántos españoles saben que la ex-Alcaldesa de Jerez de la Frontera, Pilar Sánchez (PSOE), acaba de ingresar en la cárcel pata cumplir una condena de cuatro años y medio por malversación, falsedad y prevaricación; que el actual Alcalde de Tarragona, Ballesteros, del partido socialista catalán, ha sido citado por el juez hace tan solo unos días, como investigado (antes imputado) por malversación, tráfico de influencias, prevaricación y alteración de precios; y que el ex-Diputado del PSOE Hernández Moltó –el que le dijo al entonces Director del Banco de España, Mariano Rubio, aquello de “míreme a los ojos”, ha sido condenado a dos años de prisión por un delito de falsedad cometido cuando fue Presidente de la Caja de Ahorros de Castilla -La Mancha.
Y también me pregunto qué ocurre con el caso de los ERE de Andalucía, tan parado ahora, en el que, aparte de los ex-Presidentes Chaves y Griñan, están imputados nada menos que cuarenta y nueve ex-altos cargos del PSOE, en un asunto en el cual están en juego no solo centenares, sino incluso miles de millones de euros, e igualmente con los casos Invercaria, o el de los fondos para escuelas en Cádiz, o el de los cursos de formación para trabajadores, todos ellos relativos al feudo andaluz del socialismo…
Por desgracia, la experiencia demuestra que allá donde se ejerce el poder durante un largo periodo se producen inevitablemente episodios de corrupción. No se trata de acudir al manido “y tú más”, pues tanto en el PSOE como en el PP son una inmensa mayoría las personas que, habiendo ocupado cargos políticos, han salido de ellos limpios de toda mancha. Pero es preciso resaltar que los casos de corrupción que afectan al PP, aun referidos a un reducido porcentaje de sus militantes, tienen una mayor repercusión ante la opinión pública que aquellos que afectan al PSOE, partido que posee una extraña habilidad –pienso que hasta digna de admiración- para hacer que los suyos vayan pasando al olvido o. al menos, carezcan de la machacona repercusión de los alusivos al PP.
En cualquier caso, lo que no debiera resultar admisible es que sea el PSOE quien se erija en una especie de justiciero mayor para tirar la primera y las siguientes piedras sobre el PP, a fin de castigarlo a estar de rodillas y contra la pared para que pene sus culpas y se reinserte, No; el PSOE carece de legitimación para condenar al ostracismo a ningún partido democrático.
Resulta triste reconocerlo, pero lo cierto es que los casos de corrupción, los cuales, (siendo minoritarios si se atiende a la cantidad de personas que ocupan o han ocupado cargos en este ya prolongado periodo democrático de cuarenta años) han afectado a todos los partidos que durante un mayor periodo ejercieron el poder, incluido CiU en Cataluña Ni ellos pueden tirar la primera piedra, ni los llamados “emergentes” están todavía en condiciones de demostrar que, si llegasen a tocar el poder, sus militantes no lo harían.
No es hora de prescindir de un partido con el que se comparten las líneas esenciales de la unidad de España, de su pertenencia a Europa, de la moneda común, de la necesaria creación de empleo, así como la de mejorar -ahora que se está saliendo de la crisis- el estado de bienestar. Es tiempo de sumar, nunca de restar.