Tipología futbolística

El psiquiatra alemán Kretshmer y el psicólogo americano Scheldon propusieron sendas clasificaciones tipológicas por medio de las cuales trataban de relacionar las características físicas con las psicológicas. Ambos trataron de saber cómo era el carácter de una persona a la vista de su constitución física. Así, los tipos leptosomático – esquizotímico, pícnico – ciclotímico, y atlético – ixotímico de Kretschmer y los endomórfico – viscerotónico, mesomórfico – somatotónico y ectomófico – cerebrotónico de Scheldon constituyen un intento, más o menos afortunado, de saber cómo es la personalidad de un sujeto a partir de su constitución física.
No pretendo nada parecido con este artículo referido al ámbito futbolístico, sino dar un repaso a algunos de los personajes que veo cada vez que voy al “Alfonso Murube” a dar rienda suelta a una de mis pasiones: el fútbol.
Ir a un estadio a ver un partido de fútbol es un excelente escenario para el análisis de tipos y comportamientos humanos. A los que nos gusta la observación y el análisis, tenemos una magnífica oportunidad de llevar a cabo esta actividad mientras asistimos a un partido de fútbol. A veces el espectáculo futbolístico es muy malo, pero por el mero hecho de observar y analizar el comportamiento de algunos de los tipos que te encuentras en el fútbol, das por bien empleado el tiempo y el dinero que has gastado.
Recuerdo que desde que era un niño y mi padre me llevaba de la mano al viejo “Alfonso Murube” a ver los partidos del Atlético de Ceuta, ya me llamaban la atención algunos de los personajes que por allí pululaban. Cierro los ojos y todavía veo la cara de algunos de ellos. Incluso oigo los improperios que dirigían a los árbitros.
Bien, voy a centrarme en los personajes que podemos encontrar en un estadio de fútbol. En primer lugar, con mención especial, creo que debo hablar del “forofo”, del cual se pueden distinguir dos variantes.
La primera de ellas es el “forofo futbolístico puro”. Este vive para el fútbol, lo sabe todo sobre su equipo o equipos, lo oye todo, lo lee todo, entra en internet, interviene en tertulias de radio, en foros… Vive por y para su-s equipo-s. Va al estadio y ve todos los partidos que puede por televisión. Vive para el fútbol.
En el estadio, lo veo seguir el desarrollo de las jugadas con los cinco sentidos mientras come pipas compulsivamente, al mismo tiempo que escucha los partidos por la radio con los auriculares. Siente los éxitos y las desgracias de su-s equipo-s como si fueran cuestiones de sus familiares más allegados y llega a perder el sueño y el apetito si las cosas le van mal.
La otra variante de este tipo es la que yo llamaría el “forofo futbolístico arbitral”. Esta variante es muy similar a la anterior, pero con la particularidad de que su principal centro de interés es el árbitro. Cree que todos los árbitros persiguen a su-s equipo-s y eso le produce una irritación tremenda. Normalmente no ve el partido y pasa todo el tiempo dirigiendo su ira contra el árbitro.
Cuando yo era un niño y mi padre me llevaba al viejo “Alfonso Murube” recuerdo a un hombre que era un típico representante de “forofo futbolístico arbitral”. No hacía más que salir el árbitro por el túnel de vestuarios cuando su boca empezaba a escupir un torrente de insultos e improperios a cual de ellos peor sonante. Yo era un niño pero me llamaba mucho la atención, porque el partido aún no había comenzado y aquel hombre ya había puesto a disparar toda su variada artillería de insultos contra el árbitro. Por eso, yo preguntaba inocentemente a mi padre:
“Papá, ¿por qué ese hombre le dice esas cosas al árbitro?”.
Mi padre me contestaba:
“Lo que hace ese hombre está muy mal. Tú nunca digas esas cosas”.
Cuando terminaba el partido, lo veía casi arrastrarse por las viejas gradas del estadio, afónico, exhausto, sin fuerzas ya de tanto insultar durante casi dos horas. Uno de estos días, con un hilo de voz, le oí susurrar:
“Árbitro, ya no sé qué te voy a decir”.
He pensado mucho acerca del motivo por el cual ese tipo futbolístico destila tanto odio y agresividad hacia la figura del árbitro. Algunos también la pueden emprender contra algún jugador del equipo contrario. Posiblemente sean personas oprimidas que durante toda la semana han de soportar a alguien que de alguna forma les fastidia y el fútbol funciona para ellos como una válvula de escape donde pueden dar rienda suelta a la caldera a presión que llevan dentro.
Veamos otro tipo futbolístico curioso: el “borracho futbolístico”. En el “Alfonso Murube” de vez en cuando aparece uno muy gracioso. Este tipo suele comer y beber copiosamente antes del partido y cuando llega al estadio ya va bastante “alegre”. Suele rematar la “faena” en el mismo bar del estadio con un coñac o una copa de anís, cuando los jugadores están saltando al terreno de juego. Eso lo pone ya definitivamente “en forma”.
Llega con la lengua trabada y la típica sonrisa del que cree que “to er mundo e güeno”, pero a veces el árbitro o el equipo contrario le hacen torcer el gesto y ya “er mundo no e tan güeno”. Entonces se encara con cualquiera y con su media lengua empieza a soltar todos los improperios que su estado le permite.
Les dije que de vez en cuando aparecía un elemento perteneciente a esta categoría por el “Alfonso Murube”. Cuando lo veo, dedico bastante tiempo a observarlo porque sus reacciones son imprevisibles. Es realmente increíble lo que hace el alcohol. A veces he sentido miedo al verlo porque en algunos de sus arranques de ira contra el árbitro o un jugador contrario, ha estado a punto de caerse desde el pasillo de las gradas de gol hasta el pasillo de abajo, con una considerable altura entre ambos. Pero al final nunca se ha caído. Parece como si lo hiciera adrede, como esos equilibristas que gustan de tener a los espectadores con el alma en vilo, aunque saben que la situación está completamente controlada y nada les va a ocurrir.
Este tipo tampoco ve mucho el partido, distrae bastante a los que tiene a su alrededor pero también sabe arrancar muchas sonrisas.
Podría hablar de varios tipos más pero quizás eso sea objeto de otro artículo. Voy a terminar refiriéndome a un tipo que denominaría “el frustrado”, el cual tiene dos variantes: “el jugador frustrado” y “el entrenador frustrado”.
Como imaginarán por el calificativo, este tipo lleva en su interior al jugador o al entrenador que no pudo ser, según la variante de la que se trate. En ambos casos, con más o menos ira, la emprende contra determinado jugador o contra el entrenador, en ambos casos de casa porque los conoce mejor. Tampoco suele ver mucho el partido, pues suele centrar su atención en los errores que comete el jugador elegido, que es un desastre porque no para de fallar goles, de entregar balones equivocados o de dar facilidades en defensa, que les cuesta encajar goles a su equipo. O en los errores tácticos del entrenador, que no tiene ni idea y es el culpable de los males del equipo.
Esta variante suele emplear bastante tiempo en instruir y mostrar sus grandes dotes de entrenador a los aficionados que tiene a su alrededor.
En fin, aunque el fútbol ya no es lo que era (a nuestra edad, ya nada es lo que era) sigue siendo algo maravilloso que desata pasiones, enciende discusiones, hace correr ríos de tinta y para mí es digno de ser observado, tanto por lo que ocurre sobre el campo como por lo que sucede en las gradas. Como bien dicen algunos, el fútbol es la menos importante de las cosas importantes o la más importante de las cosas poco importantes. En definitiva, ¡qué viva el fútbol!.