Opinión

Mi tío Mariano (I)

Me encontraba encamado en el Hospital Universitario de Ceuta ya que tenían que operarme de urgencias de una apendicitis. Mientras me hacían los oportunos análisis los nervios me corroían por todo el cuerpo. Un achaque superior a mí. Cuando tengo que ir a un médico me pongo malísimo. Pero lo que no es normal es ver lo que yo vi. Me encontraba en la cama que da a la ventana. Era invierno, serían las siete y poco de la tarde, ya era de noche y vi claramente al lado mía una persona con una sotana y un capuchón que le cubría tanto la cara como la cabeza. Era de una estatura muy parecida a la mía. Podría rondar el metro con setenta y tantos de altura. La primera vez me tapé la cara con las sábanas. No podía creerlo. Eso que podía ser. Yo le puse la excusas que eran las sombras que se podían producir en aquella habitación, por múltiples razones. Como es lógico.

Después de estar unos minutos tapado cuando bajé las sábanas no había nada allí. Que peso me quite de encima. Pensé lo que te estoy diciendo que había sido una mala jugada de mi imaginación. Me quedé traspuesto unos minutos y de repente volvió ese espectro a estar al lado mía. Esta vez estaba sentado en una silla en los pies de la cama. El susto fue mayúsculo. Yo creo que esta vez el corazón me dio mil vueltas. No podía taparme ya que el pánico me había aflorado y no podía mover ningún músculo. Vaya sueñecito. Yo creo que tuve incluso que cambiarme de calzoncillos. Fue una impresión muy fuerte. Vaya fantasmita. No se le podría haber presentado a otro usuario del hospital. Sino a mí. Menos mal que vinieron por mí para llevarme al quirófano, sino yo allí no hubiera durado mucho. Me hubiera ido por patas a mi casa. Mira que no soy miedica. Pero esta vez se pasaron un rato conmigo. Al ponerme los aparatos me dijeron que debía de tranquilizarme. Ya que estaba con la tensión por las nubes.

Me pincharon en las sondas que tenía puestas y la verdad que sólo me acuerdo cuando empecé a soñar nuevamente. Esta vez me encontré con un hombre mayor con cara alargada y muy chupado. Iba vestido con una camisa blanca y unos pantalones de pinzas negro. La verdad que daba buena presencia. Tenía una luminosidad especial. Todo alrededor suya era muy blanco. Mucha luz. La verdad me dio una tranquilidad muy grande. Todo lo contrario que me había sucedido con la anterior visión. Que todavía me estaba recuperando de ella. Y me empezó a hablar diciéndome: “No debes de asustarse soy un pariente tuyo y estoy aquí para protegerte. Descansa todo lo que puedas y déjame a mí que cuide de ti. No debes de preocuparte por nada. Relájate te veo muy alterado. Estás en buenas manos. Ya que yo estoy aquí. Más te digo te acordarás de todo lo que te he dicho y de mi cara. Soy el tío de tu madre. Me llamo Mariano. Y no te dejaré sólo ni a ti ni a tu madre nunca. Debes de hablar con tu madre cuando puedas y le dices quién es Mariano y te contestará seguro que soy una buena persona”.

Me desperté y lo primero que hice fue mirar por todos lados por si acaso hubiera alguien por el lugar. Tanto las somberas que había visto en mi habitación como al hombre delgado que me habló durante la operación. Pero en el cuarto de recuperación sólo estaba yo. A los pocos minutos apareció una muchacha y me dijo si estaba bien. Yo le contesté que sí. Ahora debes de descansar un poco. No debes de hacer movimientos bruscos. No te toques en la zona que tienes es venda. Enseñándome las gasas y los apósitos que tenía puestos. Además me dijo que estaba sondado y que podía orinar tranquilamente.

Yo estaba mucho más tranquilo pero lo único que hacía era mirar por todos lados por si acaso aparecía ese fantasma de la capucha o el otro con tanta luz. Sé que pasó un buen rato cuando me llevaron a la habitación. Allí estaban esperándome mi mujer y mis dos hijos. Me dieron cada uno un beso y me dijeron que no debía de moverme bajo ningún concepto. Tenía mucha sed y mi hijo el mayor fue a consultar si podían darme agua. Y vino con una mala noticia: que de momento no podía tomar nada.

Yo no podía soportar estar allí sin poderme mover así que les dije que si me podían traer algo para poder leer. Me trajo mi hijo un libro de los que tengo en casa que los compró pero luego por h o por b nunca tengo tiempo en leerlos. Mira por donde que era uno que trataba sobre un hombre solitario y su herencia. Me ha dado mucho que pensar en vivir solo y que luego vengan como carroña a por tus cuatro duros personas que nunca los has visto. Ahora que se llevaron una de sustos por parte del protagonista como fantasma.

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