Tiempos duros para Bab Sebta

Marruecos ha endurecido su postura respecto al porteo desde Ceuta, tanto como en los últimos días ha desplegado un mayor número de agentes para reducir el volumen de mercancías procedentes de la Ciudad Autónoma.

El cierre de El Tarajal 2 obedece a una planificación debidamente calculada, siendo uno de sus fines detener y reducir el creciente e imparable número de porteadores. Otra medida que complementa esta decisión consiste en anunciar la prohibición de transportar determinados productos, so pena de ser intervenidos e incautados, medidas todas ellas encauzadas a degradar la actividad del porteo como fórmula atractiva de trabajo, así reduciéndola hasta su mínima expresión.

Marruecos siempre receló de la apertura de El Tarajal 2. No hay que olvidar que una vez terminado el paso se mantuvo cerrado durante varios años. Fue el empeño de Paco Antonio y su “buena comunicación” con el caíd de la aduana marroquí quien, a su vez, mantenía excelentes relaciones con algunos departamentos concernidos, lo que decidió finalmente su apertura. Aquellos eran otros tiempos, así como que aquellas amistades ya no existen ni tienen cabida en la administración marroquí actual. Las cosas han cambiado mucho desde entonces.

El cambio de aquel caíd, un cargo dependiente de la Delegación del Gobierno en Rincón de Mdiq, cuya función en la aduana marroquí es hacer de enlace ante los distintos cuerpos que operan en la aduana marroquí, pero sin poder ejecutivo sobre los mismos, supuso un cambio sustancial en cuanto a formas de percibir y administrar unas funciones que nunca fueron fáciles.

El caíd es quien hace de representante “institucional”, pero siempre de forma oficiosa, ante la Delegación del Gobierno de Ceuta, así como que en la práctica es quien “escucha y traslada las sugerencias e indicaciones que los responsables de la Delegación ceutí quieran trasladar a los responsables de la aduana de Bab Sebta, reuniones en las que siempre suele estar presente algún alto cargo de los servicios de información y control del territorio.

El caíd no tiene atribuciones sobre los cuerpos de seguridad, así como que estos tampoco las tienen sobre él. Cada cual ejerce su cometido en un espacio circunscrito y toda variación en cuanto a formas de actuación y limitaciones depende directamente de una jerarquía propia, sin que exista posibilidad de intromisión desde otros ámbitos, incluso si sus centros de decisión están a escasos metros unos de otros. Pueden existir reuniones en busca de opiniones y pareceres colegiados, que no decisiones, que siempre necesitarán de la aprobación de un cargo superior y del mismo cuerpo.

Desde el cierre de El Tarajal 2 los servicios dependientes de Aduanas han intensificado sus intervenciones en la aduana de Bab Sebta, señal inequívoca de que han recibido instrucciones de sus superiores, por lo que nadie puede interferir en ellas. Reflejo de esta realidad son las palabras de un aduanero emplazado en Bab Sebta “uno de nuestros deberes es reprimir el contrabando; si nos dicen que lo hagamos, lo hacemos”.

La ruta marcada por Marruecos no es fácil de descubrir, pero sí de intuir. Marruecos no tiene ninguna intención de reabrir El Tarajal 2. Lo cerró y puso candado y así permanecerá largo tiempo, pues son conscientes de que si abren el efecto llamada será impresionante y los tumultos podrían ser ingobernables, no como ahora, limitados y controlados.

La idea de que son miles las familias que viven del porteo no pasa desapercibida a los responsables marroquíes. De hecho, fueron ellos quienes acuñaron el término “tahrib ma3ishi”, “contrabando de subsistencia”, así tolerándolo durante todos estos años, aunque llegaron a la conclusión de que detrás de esa cobertura social se escondía un negocio de grandes cuentas, tanto como que en inspecciones realizadas a diversos centros de distribución pudieron comprobar el verdadero volumen de las transacciones con productos procedentes de Ceuta, así como el rápido enriquecimiento de muchos operadores radicados en Castillejos y que controlan enormes volúmenes de mercancías, todo ello sin aportar nada al Estado y a sus respectivos servicios de recaudación fiscal.

Esta situación, así como otras relativas a la seguridad y fallecimientos de varias personas que esperaban cruzar a Ceuta en ese marco de actividad de contrabando social, provocó la intervención del Parlamento y la necesidad de informes sobre la situación.

El análisis sobre el fenómeno del porteo arrojó una realidad que todo el mundo intuía pero que nadie se atrevía a abordar de una forma clara y decidida: el contrabando era una realidad y de “gran escala”, según el informe leído ante los parlamentarios, así como que en su trama había funcionarios emplazados en la aduana.

La realidad era muy distinta a lo que se creía: lo que en principio era un contrabando de subsistencia se había convertido en una actividad de contrabando pura y dura y con grandes ramificaciones en muchos estamentos sociales y económicos del país.

A la vista de la situación, todos los dedos apuntaron hacia una misma dirección y el departamento de Aduanas fue señalado como único responsable del “extravío y maligna interpretación” de lo que hasta ese momento se había tolerado como medio de vida para las capas más desfavorecidas.

Los servicios de aduanas en Bab Sebta intentan recuperar el crédito perdido, de ahí que se esmeren ahora en ponérselo difícil a quienes intenten recuperar ese tránsito de mercancías entre Ceuta y Marruecos.

La cuestión es que el prestigio de una institución como es Aduanas Marroquíes está en juego, y siendo eso, como es, resulta muy complicado pensar que pueda existir una reapertura de El Tarajal 2, pues Aduanas Marroquíes quiere recuperar los galones perdidos en Bab Sebta, así como deberá cumplir con una de sus funciones más intrínsecas, como es restablecer un modelo de funcionamiento que nunca debió abandonar, según sus detractores.

Aduanas Marroquíes procedió hace unos días a varios cambios de responsables en Bab Sebta, señal de que vive una aventura de desprestigio y de la que intenta desprenderse. Los cambios incidirán en un mayor control del contrabando y, en consecuencia, en una actitud de más dureza en todos los aspectos relativos a su función fiscalizadora.