Ya es oficial, ahora sí, lo corrobora el calendario…es tiempo de Carnaval. Todos y todas se afanan en buscar los disfraces más originales, las máscaras más elegantes o las pelucas mas estrafalarias…. en fin, todo para no parecer lo que se es, o mejor aún, para parecer lo que NO se es. Desgraciadamente, este juego del disimulo no acabará con la final de agrupaciones en el Revellín o en el Falla. Mucho me temo que, en esta ocasión, tendremos fiesta mayor hasta el próximo 22 de Mayo, una efeméride en la que no faltarán participantes en busca de gloria.
El tinglado que ya tenemos encima es una suerte de carrera de postín, casi infantil, en la que la Clase Política (sálvese el que haga méritos para ello) se multiplica en todos los rincones prometiendo puentes en zonas fluviales y ríos en zonas de secano y todo ello sin ningún tipo de sonrojo. Es lo que tienen estas fechas.
Está pues claro que, como si de un super hombre se tratase (vale,también super mujer) la clase dominante y/o la que aspira a serlo, parece haberse pasado, en bloque y sin que falte nadie a la llamada, por la misma cabina telefónica, cual Clark Kent transformándose en Superman. Ya están todos toditos con el modelito político intachable 2011, y es que todo vale en aras a conseguir el máximo de cara al ya famoso 22 de Mayo. Está claro que la metamorfosis ha sido, una convocatoria electoral más, todo un éxito.
No obstante, resulta del todo extraño que l@s Ciudadan@s aún no tengamos el cupo lleno de tantas apariciones estelares a tan sólo escasas semanas de la cita con las urnas; debe ser que la capacidad de hartazgo aún queda muy lejos porque, al margen de alguna que otra crítica de tibia envergadura, nadie se planta y dice basta a tanto cortoplacismo evidente.
Los aspirantes a sillón de todo corte y pelaje se encuentran instalados, desde ya, en una suerte de carrera a la inauguración, al juego de evidenciar de pronto carencias al tiempo que, con una incontinencia verbal aguda y crónica, se afanan en poder prometer que prometen.
Parece que desde aquello de “las promesas electorales están hechas para no cumplirse” de Tierno Galván a “las promesas electorales sólo comprometen a los que las escuchan” de Chirac, todo está ya inventado bajo el cielo del Poder.
Amargamente sospecho pues que cualquier cosa vale antes de que el vulgo tomemos conciencia de que si nadie suda, sufre, trabaja o construye por nosotr@s, nadie debería tener el derecho de decidir por nosotr@s (y menos, aún engañarnos) con un cheque en blanco de 4 años sin más reclamación posible que no volver a votarles en las próximas.
Axioma del político: parecer para poder ser… y nosotr@s sin aprender de estos reiterados tiempos del Carnaval, una pena.