Se llaman Rosario Álvarez, supervisora de Enfermería de Hospitalización Médica (planta); Ángela Montes, supervisora de Enfermería de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), y Juan Cortés, supervisor de Enfermería de la Unidad de Urgencias Hospitalarias. Son tres profesionales del Hospital Universitario de Ceuta que cuentan su experiencia en un momento delicado como es el de esta pandemia que estamos atravesando. Sus historias han sido trasladadas a través del gabinete de prensa de Ingesa.
Los tres profesionales quieren agradecer a sus equipos el esfuerzo que están realizando en unos momentos tan complicados y recuerdan que, aunque sean los portavoces, todo el trabajo en estos más de ocho meses es tarea de todo el Hospital Universitario de Ceuta.
Juan Cortés es supervisor de Enfermería de la Unidad de Urgencias del HUCE y cuenta que “cuando el paciente llega a Urgencias, lo primero que hace es pasar por un cribaje a través de test para comprobar la presencia del virus. El poder realizar test de antígenos y PCR en Urgencias ha sido un gran logro, porque cuando en muchos hospitales no existían pruebas directas y se tenían que mandar al Instituto Carlos III, aquí nosotros ya teníamos una máquina PCR que adelantaba los tiempos. Ahora con los test de antígenos, que en 15 minutos te dan los resultados, hemos ganado mucho más tiempo. Aportan rapidez y fluidez a nuestro trabajo”, detalla visualizando cómo es esa primera línea de actuación.
“Una vez que es cribado en Urgencias, bien por PCR o bien por test de antígenos, al paciente se le realiza una valoración clínica y en función de su estado se deriva a la zona de observación respiratorio de Urgencias, a Hospitalización Médica o a la Unidad de Cuidados Intensivos”, añade.
En Urgencias, al principio había una previsión de 5 camas COVID-19 y se ha pasado a 10 camas más un área pre-COVID-19 de 15- 20 sillones de tratamiento adaptado, que dispone de todos los medios clínicos como monitorización y oxigenoterapia. “Además, se ha reforzado el personal del área y, con todas las modificaciones, podemos acoger a muchos pacientes. Hubo un pico hace varios días y teníamos 20 pacientes en urgencias. 10 hospitalizados y otros 10 esperando el resultado de pruebas, siempre garantizando las medidas de seguridad y diferenciando los casos positivos de aquellos que están en investigación. Estamos diariamente trabajando para que la población de Ceuta disponga de todos los recursos necesarios dentro de lo posible. Que nadie lo ponga en duda”, detalla.
Y es que son muchas las críticas que reciben los sanitarios, sobre todo cuando se producen muertes y en redes sociales empiezan a atacar a esta profesión sin miramiento alguno. En Urgencias se han vivido momentos muy duros. “El momento duro es la situación actual, el ver el gran trabajo que hay que realizar día tras día. Nos encontramos con momentos estresantes. Los pacientes llegan de entrada a Urgencias como es lógico y hay picos asistenciales en el servicio y quieres atender a todos, pero debes priorizar según la gravedad. No podemos atender a todos los pacientes a la vez, hay enfermos que requieren mayores cuidados. Estamos haciendo los cuidados de recepción inmediata del paciente COVID-19 y cuidados intermedios. Los primeros días de un paciente que está grave requiere de mucha atención, de muchos cuidados y tratamiento. Es decir, tienes que darles apoyo moral y estar con ellos continuamente”.
A diario, la situación de los sanitarios se complica con situaciones extremas, todo esto hace pensar si los profesionales sanitarios están siendo reconocidos profesionalmente en esa primera línea de batalla ante el virus. “No hay ni una vez que yo no haya visto a un sanitario a pie de cama cuidando de un paciente. Todo el equipo de Urgencias tiene el cielo ganado. Este personal llora, sufre, a veces tiene miedo, pero siempre continúa en su puesto de trabajo dando todo por los pacientes. Hay que reconocer que el equipo humano que tiene este hospital, y puedo hablar con conocimiento, es más que suficiente y reconocible. Desde aquí, darle las gracias al personal”.
Cortés recuerda a la ciudadanía que un control de la pandemia no está en tener 20.000 y 50.000 médicos. Lo importante es controlar y cortar el contagio. “¿De qué nos vale tener recursos cuando hay personas que no cumplen con las medidas de seguridad favoreciendo el contagio con ello? En Epidemiología hay que prevenir antes de curar. Asimismo, también puedo garantizar profesionalidad y absoluta dedicación de todo el personal hacia los pacientes. Dicho esto, pido colaboración a las personas que acuden a Urgencias”.
¿Han sentido miedo en algún momento de la pandemia? Cortés reconoce que miedo no, “pero sí impotencia al ver una mala evolución del paciente a pesar de todos los cuidados y tratamientos. Esta pandemia pasará factura psicológica a los profesionales. Yo no he pasado miedo, porque quieres estar a cualquier hora del día en el puesto de trabajo. Tu vida personal la aparcas. Yo vivo para la pandemia, conectado con el personal del servicio 24 horas al día para conocer el estado de los pacientes y como se está desarrollando la jornada. Tengo personal que está haciendo terapia trabajando, que no lo está pasando bien pero que continua con su labor profesional, atendiendo a todos los pacientes que acuden al HUCE”.
Ante todo lo que está pasando puede que se busquen culpables, pero para este profesional no hay que hacerlo. “Va innato en nuestra cultura mediterránea. Somos viscerales. Hasta que no nos toca no nos damos cuenta de la crueldad de esta enfermedad. Por poner un ejemplo: sientes tristeza por esas personas que no tienen para comer, pero estás sentado en el sofá de tu casa con un plato de comida… Miramos para otro lado y no somos conscientes de nuestros mayores y de los que están a nuestro lado. Si hubiera una conciencia social fuerte, no habría necesidad de tomar medidas. Por eso pienso que el ser humano, la sociedad, tiene gran parte de responsabilidad”.
Ángela Montes es supervisora de Enfermería de la UCI del Hospital. Una unidad en donde, reconoce, se vive con mucho estrés. “El enfermo que entra en UCI llega en estado muy grave, por lo que es un ingreso que requiere de un enorme esfuerzo y trabajo desde el primer momento. Dentro del equipo de UCI, hay mucha ayuda y coordinación entre profesionales para evitar contagios cruzados. De hecho, no ha habido ningún contagio en UCI, por el momento”, aclara.
“Por cada ingreso se necesitan dos o tres horas con cada paciente, ya que requieren de tratamientos complejos y un elevado nivel de cuidados. Es un esfuerzo grandísimo por el bien del paciente. Durante la primera oleada, todo fue mucho más pausado, pero durante esta segunda oleada está siendo durísimo. Estás a pie de cama en todo momento, y los profesionales lo vivimos con una importancia tremenda por todos los esfuerzos que realizas para que el paciente salga adelante. Del mismo modo, te llevas los problemas a tu casa y allí llamas al hospital para preguntar por el estado de los enfermos. La mejor sensación es cuando un paciente sale adelante. Eso te levanta la moral”, detalla.
En el Hospital se siguen determinados criterios para pasar a pacientes de Covid a la UCI, siguen un protocolo que lo detalla esta profesional. “Cuando un paciente llega al Hospital con fracaso respiratorio, que no responde al tratamiento inicial en urgencias COVID, o en estado muy grave, el médico intensivista es el que lo valora y decide el ingreso en la UCI. Todo el proceso COVID en el hospital, y sus distintas áreas y servicios, está supervisado por un Servicio de Epidemiología que durante 24 horas al día trabaja para que los pacientes que llegan lo hagan en condiciones de seguridad y mediante un circuito interno seguro. Una vez que el médico intensivista decide su ingreso en la UCI, si lo precisa, se procede a la conexión a un respirador. También hemos tenido pacientes que se encontraban en planta o en observación de urgencias tras una mala evolución y han tenido que ingresar en UCI”.
El HUCE ha podido responder con flexibilidad a la capacidad que ofrece esta unidad de cuidados intensivos. “Ahora mismo tenemos 8 box de UCI COVID y 9 de UCI limpia (para pacientes no COVID). Si el número de pacientes COVID superara las 8 camas en la UCI COVID, pasaríamos a ocupar la UCI limpia. Informar también que la sala de Reanimación se ha convertido en Unidad de Cuidados Intensivos y se ha dispuesto con todos los equipos y tecnologías necesarios para que funcione como una UCI. Respecto al número de camas, tenemos 17 camas de UCI, 5 más preparadas y equipadas, y se ha previsto también una ampliación de 15 camas más. Estaríamos hablando de 37 camas UCI, y utilizar ese número de camas en un mismo día sería un hecho catastrófico”.
A día de hoy hay 19 enfermeras (DUE) y 12 técnicos que trabajan en la UCI COVID, mientras que 14 enfermeras (DUE) y 12 técnicos trabajan en la UCI limpia. Respecto a los intensivistas, son 5 en plantilla, de los que uno se encuentra de baja. A los cuatro actuales se va a incorporar una intensivista más, además de dos médicos extracomunitarios con experiencia y formación.
En redes sociales se ha sido especialmente duro con los sanitarios y también con la propia UCI, acusando con la frase típica de que quien entra en esta unidad no salía vivo. Algo que ha molestado y mucho a los profesionales. “Esta enfermedad tiene una tasa de mortalidad muy alta pero no todos fallecen. Hablando de la Unidad de Cuidados Intensivos, existe un porcentaje de personas que consiguen el alta con esfuerzo, trabajo y tiempo. En nuestra unidad hemos tenido enfermos de larga duración como un paciente que estuvo 50 días de ingreso y en otros casos hemos tenido ingresos que han estado conectados a un respirador una semana, como dos chicas de 30-35 años que se recuperaron en apenas siete días. En una semana mejoraron y bajaron a planta. De ahí que digamos que existe un porcentaje de personas que reciben el alta”, especifica.
“Genera una impotencia tremenda leer comentarios en redes sociales. Te desmoraliza porque nada es cierto. Te desvives por tu trabajo y luego lees algunos comentarios que no representan la realidad. A mí como enfermera, como persona, me duele verlo. Solo he entrado una vez y me tuve que salir porque no aguantaba más”.
Rosario Álvarez es supervisora de Enfermería de Hospitalización médica (planta) en el HUCE. En la primera oleada, apenas tuvieron ingresos hospitalarios de personas con COVID-19, pero durante la segunda oleada se ha notado con bastante fuerza la presión y afectación de los pacientes hasta llegar a tener un máximo de 33 pacientes COVID-19 en la zona de hospitalización médica o planta.
“Ahora mismo podemos albergar 42 pacientes COVID en planta, pero se puede ampliar a más camas, de hecho, hay 8 camas más preparadas por si fuera necesario. Tenemos 26 pacientes ingresados a día de hoy. Al principio de la pandemia, teníamos pacientes individuales, pero a medida que la demanda ha aumentado se ha hecho un estudio de cohorte para incluir dos pacientes en una misma habitación. Esto es un protocolo del Servicio de Medicina Preventiva, Riesgos Laborales y Salud Pública y no hay ningún problema en ello. Se realiza en todos los hospitales y uno de los factores más importantes es que se reduce la soledad de los pacientes”.
En cuanto al acompañamiento que se da a los enfermos de Covid, esta profesional puntualiza que puede haber un familiar o cuidador junto al enfermo. “Tienes que firmar un documento en el que suscribes que te haces responsable del cumplimiento de las normas acompañamiento y ya no puedes marcharte hasta que se le dé el alta al paciente o desgraciadamente fallezca. Esto se realiza así porque no se puede hacer una rotación como si fuera un paciente no COVID. Tenemos que guardar una serie de medidas y entre ellas, los familiares o cuidadores deben colocarse un Equipo de Protección Individual (EPI), mascarillas y guantes”, explica.
“En caso de fallecimiento antes del periodo de 14 días, el familiar o cuidador tiene que cumplir el confinamiento en su hogar. Me gustaría decir que tengo habitaciones con hijos que están cuidado a sus padres y madres. Han firmado el documento para cuidar de su familiar, y se les ha entregado un equipo de protección, y se les ha proporcionado una dieta alimentaria”.
En el Hospital se viven situaciones duras a diario. Para Álvarez la peor fue, sin duda, cuando fallecieron tres pacientes en un mismo turno. “Otra situación que he vivido con mucho estrés fue la de una paciente gestante que presentaba dificultad respiratoria, pero que se está recuperando y su bebé se encuentra en perfecto estado”. Si tuviera que quedarse con lo positivo, lo tiene claro. “Me quedo con esas personas que se marchan de alta y nos agradecen el trato que hemos tenido con ellos. Todo el trabajo que conlleva el tratar con los pacientes, los sudores de los profesionales después de estar siete o más horas trabajando y llegar a tu casa exhausto diciendo: ha valido la pena”.
La mayor parte de los ingresados son de edad avanzada, algo que a esta profesional, particularmente le indigna y frustra. “Tengo una mayoría de personas de edad avanzada que al presentar patologías no podían salir a la calle, y estoy indignada con las personas que no cumplen con las normas y te preguntas: si estas personas, de edad avanzada, no han podido salir a la calle por su situación clínica, ¿quién se lo ha podido transmitir?”, concluye
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