De Tetuán, Castillejos, Río Martil….; con 25, 18, e incluso solo 7 años; chicos y chicas que dejan atrás a sus familias entre lágrimas y la esperanza y el deseo de tener un futuro algo más prometedor en Ceuta que el que creen que les aguarda en su país, Marruecos.
Las historias de una veintena de jóvenes, que explican ante la cámara de Anass Arafa por qué han salido de Marruecos, cómo se unieron a esta extraña huida hacia Ceuta propiciada desde Marruecos, se reúnen en este audiovisual recopilado en la noche del lunes al martes, cuando el caos migratorio en Ceuta era del todo palpable en sus calles.
Afara reconoce que siempre le ha gustado el formato audiovisual, que lo hace como un ‘aficionado amateur’, según él mismo se define, aunque su labor la noche en la que se produjo esa entrada masiva es realmente elogiable. A Anass Arafa le inquietó mucho conocer de primera mano qué le había llevado a esa multitud de jóvenes a dejar sus casas, sus familias, y aventurarse en una ciudad desconocida en la que estarían y se encontrarían solos. “Quise conocer con su propia voz su situación, por eso me fui con mi cámara y un amigo a recoger testimonios y compartir con el mundo sus historias”, asevera con Afara, quien añade “el cambio de perspectiva que me ha aportado escuchar con sus propias voces las historias de jóvenes, adolescentes y niños en toda esta situación que está pasando en Ceuta. Nunca lo habría pensado”, finaliza.
Afara fue tras la historia de los jóvenes que deambulaban por Ceuta para que dejaran testimonio de cuáles eran sus inquietudes y qué les había llevado a dar el paso que les ha terminado llevando hasta aquí.
Con este objetivo, recorrió algunas de las calles para ir a su encuentro, localizándolos en entornos muy reconocibles como las Murallas, el edificio Trujillo, el Revellín…. en un deambular desorientado encaminado solo a huir de forma definitiva de su país, que según ellos mismos coinciden en afirmar que “los maltrata”, les coarta libertades y los tiene sumidos en una pobreza que les impide tener lo más importante: esperanza.
Muchos de ellos afirman de forma tajante que no piensan regresar, que han venido a cumplir un sueño, que no es otro que el del bienestar que ven a través de las redes sociales, internet o las propias noticias de la televisión; un sueño que a menudo se frustra porque la realidad resulta ser bien distinta y, con frecuencia, más complicada.
De esta forma, Anass recopila los testimonios de Mohamed, Hamza, Firdaus, Ismael o Imad entre otros. De distintas procedencias, la gran mayoría de la zona norte, tienen unos intervalos de edad que oscilan entre los 25 y los 11 años, exponen los motivos que los han llevado a participar en esta entrada masiva.
Hay una gran variedad de respuestas, la más habitual es que “ellos -por las fuerzas marroquíes- han abierto Ceuta”. Algunos se han encontrado con la escasa resistencia de las fuerzas auxiliares que vigilan la frontera en el lado marroquí y destacan, prácticamente en su totalidad, la ayuda que le han prestado la fuerzas y cuerpos de seguridad que estaban a este lado de la frontera, auxiliándolos en la medida de sus posibilidades.
Todos coinciden en la ausencia de oportunidades, la pobreza en la que viven sumidos y la falta de un trabajo que le posibilite ver algo de luz en ese oscuro presente que los ha llevado a estar hoy en Ceuta.
Muchos aluden al empeoramiento de la situación por el cierre de la frontera, que acumula ya más de 15 meses y que ha afectado a las economías familiares de numerosas familias de la zona norte de Marruecos. Ellos mismos reconocen que numerosas personas de las zonas de donde proceden lo están pasando francamente mal.
La gran mayoría pasó a Ceuta cuando lo vieron por redes sociales, otros aprovecharon un anodino paseo por las playas cuando vieron a la gente cruzando a nado y se unieron. Los que lo tenían algo más meditado, marcharon con el tremendo pesar de sus familiares; no todos han podido comunicarse con sus padres, algunos no tienen cómo hacerlo, para decirles que han llegado sanos y salvos a su destino, a iniciar “su sueño. En nuestro país no hay trabajo. No pienso regresar”, afirma con rotundidad Mohamed, de Tetuán. Yassin, sin embargo, señala que sus intereses se centran, además de en la posibilidad de trabajar, en la de curarse de algún problema de salud que no se acierta a descifrar. Lo que sí es cierto es que a ninguno de ellos le importa pasar la noche a la intemperie, durmiendo en un parque, en la arena de la playa o sobre cartones en la misma calle.
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