Monim Almaymoni fue uno de los primeros menores en salir de Ceuta dentro de este proceso de retorno que se inició el pasado viernes.
Tiene 17 años y fue trasladado a Marruecos desde el polideportivo Santa Amelia junto a otros compañeros que también estaban alojados en el mismo centro.
Natural de Rincón, Monim fue llevado directamente al centro de menores que se encuentra en esa localidad marroquí, donde permaneció apenas un par de horas hasta que localizaron a sus padres y estos pudieron acudir a por él.
El sentimiento de alegría por verlos se mezcló con el de la tristeza, pues se dieron dos circunstancias que el destino hizo que confluyeran.
Por una parte, el pesar de sus padres sabiendo de su regreso: “Ellos no se han mostrado muy contentos con mi vuelta. Pensaban que en España me esperaba mejor porvenir, que tenía un futuro. En Marruecos no hay nada, ni trabajo ni estudios, no hay futuro. De hecho, ellos fueron los que me animaron a pasar a Ceuta en mayo, cuando cruzó tanta gente”, replica.
Por otra parte, Monim, que recuerda con orgullo y de forma nítida el número que le asignaron en el polideportivo Santa Amelia, el 161, el que hasta el pasado viernes fue lo más parecido a un hogar que ha tenido desde que llegara a Ceuta el pasado 17 de mayo, se lamenta con profunda incomprensión y extrañeza de su devolución pues, asegura, un primo suyo que ya está asentado y nacionalizado en Algeciras, había arreglado y dado curso a sus documentos para poder llevarlo con él, posibilidad ésta que se ha visto truncada de forma definitiva y a la que no es posible acogerse ahora al encontrarse ya fuera de España.
Por este motivo, Monim está confiado y decidido a dedicar sus esfuerzos a intentar cruzar de nuevo, sea como sea, y regresar a Ceuta, algo que espera conseguir pronto y que se ha convertido en su objetivo en estos momentos ante la ausencia de posibilidades en Marruecos de cara a obtener una formación o un trabajo.
En el centro de acogida de Río Martil ha coincidido con otros compañeros del Santa Amelia y que tenían distintas procedencias como Castillejos, Tánger o Rincón; sin embargo, lo que más tristeza le ha generado ha sido ver a niños que no tenían ningún familiar, que son huérfanos, y que ahora quedan acogidos en ese centro de Río Martil que se está convirtiendo en el destino y hogar improvisado de muchos de los retornos que se efectuaron hace unos días ante la ausencia de una opción mejor.
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