Seis meses después del fuerte seísmo que azotó las montañas del Atlas marroquí dejando cerca de 3.000 muertos, supervivientes como Jamila aún esperan en tiendas de campaña a que se inicie la reconstrucción de sus casas, soportando el frío del invierno y preocupados por el calor del verano.
Jamila vive con sus padres y sus tres hermanos en uno de los campamentos improvisados montados en Amizmiz, una localidad cercana al epicentro del devastador terremoto situada a unos 60 kilómetros al sur de Marrakech. Su casa de adobe se ha visto reducida a unas cuantas paredes sin techo.
"Mi madre es mayor y no puede vivir así"
Pese a los baños y algunos grifos instalados en la zona, los vecinos se quejan de que son insuficientes para abastecer a cientos de familias. Ahora viven en tiendas de paredes de plástico amarillo reforzadas con cañas, varillas de madera y mantas, con suministro eléctrico solo de noche.
Para lidiar con la situación, cuentan que por el día van a sus casas para usar el baño o conseguir agua, pero duermen en las tiendas por miedo de las réplicas que se siguen sintiendo.
"Reconstruir nuestra casa es nuestra prioridad, mi madre es muy mayor y no aguanta más en la tienda. Hemos pasado un invierno duro y estamos muy preocupados por el verano, porque hará mucho calor con el plástico de las tiendas. Es difícil, pero no tenemos otra alternativa", lamenta.
A la espera de tener sus casas, muchas familias dicen que están percibiendo la ayuda mensual de 2.500 dirhams (227 euros) que el Gobierno decretó para los afectados durante un año. Para Jamila, esa ayuda es esencial.
"Nos cayó como un milagro, tengo dos hermanos discapacitados y nadie trabajaba en mi casa excepto yo, que dejé de hacerlo tras el seísmo para cuidar de mi familia", cuenta Jamila mientras prepara el almuerzo ante la mirada de su madre, sentada en una butaca en la puerta de la carpa.
El Gobierno marroquí destinó un presupuesto de casi 11.000 millones de euros para la reconstrucción y censó en 59.000 las viviendas damnificadas (casi el 30 % del total) por el seísmo de magnitud 6,8. Según sus datos, de las 59.438 familias censadas como damnificadas, 57.596 están ya recibiendo la ayuda mensual.
En Amizmiz, situada en la falda del Atlas y de unos 20.000 habitantes, hay vecinos que se quejan de que aún no han recibido la ayuda, que ven indispensable para el ramadán que comienza la semana que viene y en el que se dispara el consumo.
Como Malika, que pide más ayudas para los afectados mientras prepara un encargo de 'chebbakia' (dulce típico de ramadán) dentro de una tienda. "Llevamos seis meses en la calle y no es fácil, con el frío, el polvo, la lluvia y los insectos ", dice
La reconstrucción avanza poco a poco
El Ejecutivo aprobó indemnizaciones de 140.000 dirhams (12.900 euros) para casas completamente derrumbadas y otra de 80.000 dirhams (7.360 euros) para restaurar las que tienen daños. Según las últimas cifras del gobierno, 44.000 hogares han cobrado ya la primera cuota.
En Amizmiz ya no hay escombros visibles en las calles y la vida sigue entre movimiento de obreros. Se han rehabilitado unas pocas casas, pero sus habitantes y los de pueblos cercanos se quejan del retraso de las labores de reconstrucción.
Una fuente de las autoridades locales asegura que están avanzando por etapas, empezando por las viviendas totalmente destrozadas, y subraya que la operación toma su tiempo en un terreno "extenso y accidentado".
Dice que en Amizmiz se han entregado más de 600 licencias para personas cuyas viviendas se desplomaron completamente, de las que solo 7 han empezado las obras de allanamiento del terreno y construcción.
Las autoridades, afirma la fuente, se encuentran con problemas para hacer llegar los camiones a ciertos pueblos montañosos o con la negativa de los habitantes a construir sus casas en terrenos menos accidentados.
Según algunos testimonios, también hay casos en que los aldeanos prefieren esperar a que sus vecinos reciban la ayuda para empezar juntos las obras.
No es el caso de Anfgue, una aldea montañosa de una veintena de familias a 10 kilómetros de Amizmiz, donde ya no se ven escombros y los lugareños han aceptado construir sus casas en otros lugares. No ha comenzado la reconstrucción porque, según cuentan, o no han recibido ayudas o sus terrenos aún no están listos para edificar.
"Mi terreno no está del todo preparado, tiene que volver el camión para preparar mejor los cimientos", cuenta uno de los habitantes de una las cientos de tiendas de plástico desperdigados por las montañas del Atlas.