Su suegra falleció y su mujer heredó la casa. Pasa gran parte del año en España, país al que no sé si adora. El citado vecino, como todo buen británico que se precie, no sabe una palabra de español, ni de español ni de ninguna a otra lengua, pues sabido es que los británicos en cuestión de lenguas, o mejor dicho de hablas, a lo más que llegan es a entenderse los de Londres con los de Edimburgo y estos con los de Cardiff y apurando apurando, se entienden con los canadienses, australianos y norteamericanos. Piensan que no es necesario desperdiciar el tiempo aprendiendo otras lenguas que no le hacen falta porque todo el mundo les entiende, o ellos creen que les “hemos de entender”, así es que, camarero, es decir “waiter”, póngame otra pinta de “chevecha”.
Los problemas vecinales los solucionamos como podemos, ya que le digo que en España, mi país, no hablo en inglés, bastante tengo con hablarlo cuando voy al suyo. Le hago sufrir un poco para que comprenda que viviendo en España, debe hablar el español. Como no podemos ir a las Naciones Unidas, los problemas se solucionan en una etapa muy anterior, las limpiadoras hacen de intérprete. Aparte de la ignorancia supina que supone el hecho relatado, es encomiable sin embargo, el hecho, que ese sí que envidio, del pueblo británico, especialmente el inglés, de su sentido práctico. El me dice que la Reina de Inglaterra siempre habla en inglés, ya que es la única lengua que conoce, y aunque conociese otras, siempre en público se expresaría en inglés, mientras el rey de España, habla también en inglés, institucionalmente claro, lo que es una falta tremenda y un error político terrible. De nuevo he de repetirle que en una reunión de una Comisión sobre el tratado de Schengen presidida por un diplomático español y donde se podían hablar en cualquiera de los idiomas oficiales entre ellos, por supuesto el español, el diplomático presidente utilizó el francés como lengua vehicular durante toda la reunión, queriendo hacer notar que hablaba otras lenguas, y privadamente me enfrenté a él, porque estaba representando a España, no a Francia. Y es que de los diplomáticos casi nunca me he fiado.
En España, ya hace tiempo que una rama de la filosofía, la idiocia, se estableció, debió ser a principios del siglo XIX, así rivalizamos en saber quién tiene mejor acento de inglés y su conocimiento es necesario para trabajar en el mundo global en que se trabaja. Y lo que es normal para las relaciones comerciales y financieras de las empresas, es un absurdo entre personas que desde la cuna conocen el mismo idioma. La idiocia enseguida se unió al nacionalismo y ha conseguido tener intérpretes en el Senado, donde todos hablan español, no pagados por los que usaban las otras lenguas, también españolas, si no por todos los españoles. Así ahora en español, designamos a la ciudad de Gerona con el precioso nombre de “Chirona”, a la de La Coruña con el de “A Coruña”, aunque te quedes en Madrid, y la maravillosa Ibiza, algunos la llaman “Eivissa”, por no hablar de Jávea, donde la desprecian llamándole “Chábia”, y que me dicen de Fuenterrabía, que la insultan llamándola “Hondarribia”, o Bilbao, al que algunos ignorantes llaman “Bilbo”. Puede entenderse que cuando se hable en euskera, gallego o swahili, se pronuncien los nombres de esos lugares en esas lenguas, pero no que hablando en español, lengua propia de más de quinientos millones de ciudadanos, haya que denominarlos en su lengua regional .
Los franceses, que son mucho más inteligentes que nosotros, siempre dirán Paris (“Pagí”), y les importa una higa como lo dicen los bretones, normandos, alsacianos, o corsos, porque la única lengua de todo el país es el francés. Claro que ellos han desechado la idiocia, no en España donde ahora llega a tal extremo que su afán es suprimir la lengua española, lógicamente en España.
El que no se pueda estudiar en español en Cataluña, eso no ha preocupado nunca a nuestras autoridades educativas, ya que los votos de los nacionalistas eran necesarios para la “gobernanza” del país. En el caso del País Vasco, que les voy a decir si con el Cupo Vasco ya está todo dicho y todo sea por la dichosa “gobernanza” o buen gobierno. En Galicia, como el regidor siempre ha sido uno de los del fuego amigo, no había problema pero el fuego era tan intenso como el de Cataluña, la idiocia ahora se ha se ha extendido por las islas Baleares y la región valenciana. El caso es que la marea de idiocia llega a un nivel que algunos del PP, no han tenido más remedio que ir a visitar al Ministro de Educación, que por sorpresas de la vida es Don Íñigo, para señalarles que para qué sirve la Alta Inspección de su Ministerio, ya que la educación en Valencia está en manos de un partido radical como “Compromis”, que adoctrina, se salta las leyes a la torera, como la ley del valenciano, la ley de administración local, la que regula la creación de escuelas infantiles, e intenta imponer un modelo único de enseñanza actuando como en Cataluña. Don Íñigo, como no podía ser de otra manera, estuvo la mar de receptivo, es decir no va a hacer nada. Los de Ciudadanos, con la valentía que les caracteriza por medio de la portavoz de educación Marta Martín, reclamaron a Don Íñigo “que no haga dejación de sus funciones” y exija al gobierno valenciano que retire el decreto del tal Vicente Marzá, Consejero de Educación en el que además se suprimen 31 conciertos de bachillerato para el próximo curso; claro que estos “Ciudadanos” se han opuesto a la supresión de las catajadas al rechazar una propuesta del PP que instaba a “suprimir las embajadas catalanas en el exterior e integrar los recursos destinados a la promoción de la economía catalana en dependencias estatales”. A todo ello se ha unido el vandalismo de emborronar los nombres de las ciudades en español en las señales de tráfico de todas esas regiones separatistas donde usted puede leer “Alacant” en vez de “Alicante”, porque este último nombre está tachado. Tantos réditos le ha dado a los nacionalistas enfrentarse al Gobierno por la lengua que en Andalucía se ha imitado a los catalanes y han elaborado libros en el habla “andalú”, editando una edición de la maravillosa obra de Antoine Saint Exupéry “El principito” en esa región denominada “Er prinzipito”. ¿Hasta dónde llega la idiocia?
Que en la Constitución Española se lea en su artículo 3 que “El castellano es la lengua española oficial del estado” y en el 27.1 que “Se reconoce la libertad de enseñanza”, a todos estos pastores les importa una higa porque ellos son revolucionarios y no han venido a perfeccionar o siquiera mejorar nada de lo anterior si no a instalar un modelo nuevo, el del caos, la anarquía el de todos contra todos.
El gobierno del PP ¿de verdad es consciente de que en España, el que en una parte de su territorio cada vez mayor, no se pueda estudiar en español no es un problema grave? Y es que es un problema de libertad, porque el español no va a desaparecer incluso aunque no se hable en la sexta parte de la población española. El español es un idioma mundial sustentado por 19 naciones que lo tienen como lengua propia y un coloso como Estados Unidos que lo tiene como segunda lengua. Es la libertad la que está en juego, la libertad de hablarlo, la libertad de enseñanza, la libertad de educar a nuestros descendientes en su lengua materna. Y todo porque unos mercachifles de tres al cuarto sin más objetivo que el de mantenerse eternamente sin dar un palo al agua y sin ninguna razón sólida para su defensa, se sienten protegidos por un Estado y un gobierno pasmados que les dejan hacer sin aplicar las leyes, les financia y les mima hasta límites inimaginables en cualquier otro país europeo, y cuando recurren a los tribunales sus sentencias que tardan demasiado en producirse no sirven porque no se cumplen.
A estas alturas, el Gobierno de la Nación quiere conocer si los libros de texto que estudian los niños catalanes vulneran el currículo escolar por lo que el secretario de Estado Don Marcial Marín ha solicitado a la Alta Inspección un informe “detallado” y “urgente” y ello porque los sindicatos catalanes de enseñanza veían “adoctrinamiento” en muchos de los manuales. Pero buen hombre, si eso está explicado y mostrado hasta la saciedad, Don Marcial por favor. La Asociación Nacional de Editores de Libros y material de Enseñanza dice que “estamos ante un sistema educativo con diecisiete realidades” Aparte del adoctrinamiento de los niños, de nuestros hijos, de nuestros nietos, el desconocimiento de España como país de todos los españoles, su historia su geografía, y su cultura, sus derrotas y sus victorias en el mundo son argumentos suficientes para esforzarse en mostrar una sola realidad.
Mientras esto no ocurra saldré con mi vecino y “waiter, una pinta de “chevecha”.
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