“Tenemos que escondernos mientras ellos están en libertad”

Una mujer víctima de maltrato por parte de su ex pareja cuenta su experiencia mientras demanda leyes más duras. Opina que algunas medidas no funcionan y por eso no se denuncia

Prefiere no recordar su historia porque al igual que otras mujeres que han sufrido la violencia doméstica, sabe lo que “duele” rememorar esos malos tratos por parte de su pareja. Y es que Carmen (nombre ficticio de esta víctima de violencia de género para proteger su identidad) tuvo que huir, junto a su hijo, de su ciudad natal después de siete años junto a su verdugo.
Fue considerada víctima de alto riesgo después de que su ex marido tratara de asesinarla hasta en tres ocasiones, en una de las cuales sufrió una ceguera de siete horas tras haberla arrojado por unas escaleras.
La primera vez no quiso denunciar y fue la Fiscalía quien interpuso la demanda, pero un año y medio después Carmen decidió dar el paso. “Lo hice porque él salía de prisión, no por una sentencia de malos tratos, sino por otro delito, ya que él nunca ha cumplido condena por violencia de género y tuve miedo de que se acercara a mí”.
Al agresor le colocaron la pulsera contra el maltrato y a Carmen  el aparato a distancia, una medida que, para la víctima, no es suficiente. “No sirve para nada. Te llaman cuando se va el GPS o la batería, pero si él se intenta acercar puede hacerte lo que quiera”.  En verano, el maltratador manipuló la pulsera y ni siquiera la Policía conocía el lugar donde se encontraba. “Incluso me pidieron que hiciera averiguaciones sobre donde podía estar”. Finalmente, se descubrió que su ex-pareja había sido detenido por la Guardia Civil, pero durante ese tiempo Carmen vivió momentos de auténtica angustia. “Todo esto después de decirme que tenía que buscarme un piso protegido y esconderme porque no podía hacer mi vida mientras él estuviera libre”.
Y es que, tal y como estipula la ley, las víctimas parecen ser los verdugos. “Si vas a una casa de acogida no puedes salir, estás sometida a un horario y, sin embargo, ellos pueden estar en la calle. Si la ley cambiase y fuera más dura y el maltratador tuviera prisión habría más denuncias, pero se protege a los dos y a ellos no los privan de libertad mientras que a nosotras sí”.
Carmen ya se había trasladado a otra localidad, donde un conocido de su ex pareja la localiza, por lo que decide hacer de nuevo las maletas. En esta ocasión con destino a Ceuta. “Después de ver a esa persona pensé que el único sitio donde podía estar dentro de mi país y no encontrarme con nadie era  Ceuta y es uno de los motivos por los que me vine a vivir aquí. Creo que es más difícil venir, puede hacerlo sí, pero no le va a dar tiempo hacerme algo y salir, porque antes de que huya lo van a pillar”.
Ahora intenta volver a empezar, pese a las muchas dificultades a las que se encuentra. “Las mujeres maltratadas parecemos las delincuentes porque aparecemos en una lista de violencia de género pero, sin embargo, no hay un listado de maltratadores. No hay lista donde yo pueda ver si una persona que acabo de conocer es maltratador o no. Hasta que no pase un tiempo puede que no te pegue, pero el maltrato psicológico puede empezar desde el principio”.
En su caso así fue y en el último año comenzaron las agresiones físicas. “Todo era hablas te pego, no hablas te pego, mi maltrato era habitual y continuo y en todo momento. Pero un guantazo no duele, duele mucho más la consecuencia que tienes que pasar para poder retirarte de él y duele más el tema psicológico”.
Después de seis años de sufrir un acoso psicológico continuo su entonces pareja la obligó a casarse. “Yo no quería pero tuve que hacerlo porque me dijo que le haría daño a mi hijo”. El matrimonio únicamente duró diez días.
Dice que la mujer maltratada está “marcada” de por vida. La víctima de esta lacra la arrastra siempre incluso para cuestiones tan simples como entregar un currículum. “Dices que eres víctima de violencia de género y mucha gente no te contrata porque  muchos empresarios son machistas. Más que abrir puertas te las cierra”.
Carmen también lamenta que aún hay muchos trabajadores que no están lo suficientemente preparados para intervenir con este tipo de víctimas. “Algunas trabajadoras sociales o incluso policías que no están preparados tienen el prejuicio de que la mujer maltratada es inferior a ellos. Piensan que el rol es de persona pobre o inculta y no es así. Por desgracia, el amor ciego no diferencia clases sociales”.
Respecto a si ahora se siente segura lo tiene claro. “No por la pulsera, sino porque yo he puesto mis medios. Llevo spray en el bolso, el aparato, mi móvil, tengo un policía, tierra de por medio y he aprendido artes marciales. Me he curtido para poder sentirme segura, pero no por lo que hace nadie por mí. Eres tú misma la que tira para adelante”.
Esta mujer hace un llamamiento para que la ley se endurezca con los “maltratadores y las personas que interponen denuncias falsas”. Además insiste en que las víctimas “no tenemos que encerrarnos en una casa de acogida, podemos tener nuestros propios medios y buscar un trabajo”. En este sentido apunta que se le exige permanecer dos años en una casa de acogida para percibir una ayuda para el alquiler. “¿Es que tenemos que estar privadas de libertad para que nos ayuden?”.
También pide que el 25-N no sea sólo un reconocimiento para las víctimas fallecidas, sino también  “una felicitación para las supervivientes que han salido de esto porque no es fácil y hay mucha gente que necesita un empujón y que le digan No estás sola, pero no estás sola de verdad”.

A su hijo le han quedado secuelas de por vida

Aunque la ex pareja de Carmen tiene orden de alejamiento, no ocurre lo mismo en el caso de su hijo. “No es su padre, pero sin embargo el niño no está protegido y ya lo secuestró una vez 20 días antes de la boda”. Tras cinco horas de búsqueda, Carmen encontró a su hijo y escuchó las crueles palabras de su entonces pareja. “¿Ves, mato al niño y lo encuentras cuando esté muerto?”.
Diez días después decidió abandonar a este maltratador e interponer la denuncia. Sin embargo, a su hijo le quedan secuelas de ese terrible pasado. “Al niño nunca lo tocó porque siempre me puse por medio, pero está marcado para siempre, porque de las tres veces que me intentó matar, dos estaba mi hijo delante”.
Ahora, asegura, el niño ha pasado por diferentes etapas, desde golpear a niños en el colegio que pegan a niñas, hasta tristeza o rebeldía, pero la peor, sin duda, es la distancia de sus amigos y su familia para huir del agresor de su madre.

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