Razones de fuerza mayor me impidieron estar presente en la representación de ‘La cena de los cobardes’, que puso en escena en el Auditorio el Centro Dramático de Ceuta. Como amante del ‘teatro – teatro’, soy un fiel asiduo a todas las citas del grupo, al igual que a las de ‘Media Farsa’, la otra gran agrupación local. Una fidelidad que me viene desde aquellos largos años del instituto ‘Siete Colinas’, cuyo salón de actos vino a paliar, dentro de sus estrechas limitaciones, la lamentable desaparición de todos nuestros históricos coliseos.
Por los comentarios de la calle y por los de las redes sociales, deduzco que la representación fue uno de los grandes éxitos de este Centro Dramático. Se trataba de un estreno a nivel nacional ya que era la primera vez que esta obra se representaba en España, traducida, además, por uno de sus intérpretes. No es de extrañar que después de esta corriente de opinión tan favorable muchos nos preguntemos, ¿y por qué no una segunda representación? A buen seguro que las butacas no se verían precisamente vacías..
Una segunda o tercera representación, llegado el caso, digo yo, no sólo de esta obra sino de todas las que pongan en escena las dos agrupaciones ceutíes. Es una lástima que tanto esfuerzo de meses de trabajo, de sacrificios y de los medios y recursos que requiere una puesta en escena, queden reducidos a la hora y media de su paso por el escenario. Y así una y otra vez.
Por los actores no quedaría. Al contrario, serían los primeros en celebrarlo como así lo han manifestado algunos de ellos en las redes sociales. Tampoco por el director. Menudo es Manolo Merlo con su gran pasión y entrega total hacia este arte, al que lleva dedicado medio siglo de su vida. Lo vive como el crío que se inicia en los escenarios. ¿Entonces? “Es la consejería de Cultura la que no nos permite hacer más que una representación. A nosotros qué más nos gustaría, Ricardo, que hacer más de una. Pero de nosotros no depende y tanto esfuerzo para una sola vez es muy triste”. No podía ser más tajante en su respuesta.
Bien. A lo mejor Cultura podría decir que ahí está, a disposición de quien quiera ver la puesta en escena, la televisión pública, RTVCE, ofreciéndola enlatada y posiblemente con varias reposiciones. Pues no señor. Para quienes nos deleitamos y vibramos con el teatro no es lo mismo. La pantalla es fría, reducida, artificial, pasiva. Este arte precisa de un teatro donde saborear y percibir sin barreras su ‘aroma’; la cercanía y la complicidad con los actores, su respiración y emociones; el deleite con la interpretación natural y la musicalidad y tono de las voces recreadas en la magnífica acústica de la sala; los pequeños detalles, el calor y el glamur de los espectadores…
A falta de tantas diversiones en una ciudad aislada como la nuestra, ocasiones como éstas son únicas para llegar al mayor número de personas. Pienso en quienes les pueda ser difícil acudir al teatro un viernes, o incluso un sábado. Me acuerdo también de las personas de los hogares del jubilado, las de las residencias o de las que por su modesta pensión no pueden permitirse el lujo de gastarse el dinero de las entradas. Hágaseles una función gratuita, pongan a su alcance el disfrute de un arte con el que a buen seguro muchos, por su edad, conectan. Que para ellos todo no sean desde el ámbito institucional las comidas gratuitas de Feria y Navidad…
Uno, incluso, avanzaría también en otro ámbito, en el estudiantil, en la juventud. El eterno sector poblacional ausente en las representaciones teatrales. Sencillamente porque no conoce el género, y nadie les animó tampoco a acercarles a él, a disfrutar de su embrujo, y que por tanto pasa del mismo. Y aquí me vienen a la mente tantas representaciones que protagonizábamos en nuestra época los estudiantes de Bachillerato o determinadas organizaciones juveniles, hasta con aquel teatro leído para el que incluso nunca nos faltaba clientela. ¿No podría acercárseles algunas representaciones también a este colectivo para hacer cantera?
Ha llovido mucho desde aquel 1 de febrero de 1984 cuando, a instancias de la concejalía de Juventud, nacía el Taller Municipal de Teatro, el actual Centro Dramático, con la idea, en principio, de impartir cursos de iniciación para que posteriormente los jóvenes creasen sus propios grupos. Una feliz iniciativa que superando quizá todas las previsiones ha llegado a lo más alto, habiendo sido con su antigua denominación el centro pionero en la ciudad que trató en profundidad el Teatro en la Educación. Enhorabuena y hasta la próxima representación.
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