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Hamido Mohamed, del número 27, tiene previsto denunciar el presunto “abuso de autoridad” del agente en los hechos ocurridos en la frontera.
Hamido Mohamed Buchta ha sufrido varios atracos en sus 39 años al volante de un taxi y, sin embargo, nunca tuvo un encontronazo de gravedad con los ‘buenos’. Al menos, hasta ahora. El conductor de la licencia número 27 tiene previsto denunciar hoy la presunta agresión que un guardia civil cometió contra su persona en la frontera del Tarajal este martes y que acabó con este hombre de 62 años en el Hospital Universitario. “Por poco me saca un ojo”, manifestó indignado por unos hechos que considera un “abuso de autoridad”.
El agente del Instituto Armado, aseguró Mohamed, supuestamente le arrancó las gafas de sol de la cara y, de manera premeditada o no –siempre de acuerdo con la versión de quien se declara la víctima–, le metió el “dedo pequeño de la mano en un ojo”. Este supuesto golpe le provocó daños en el párpado y un derrame ocular que, aunque es visible, puede certificar con el parte médico expedido por la especialista. Como colofón, “me multó con 200 euros porque dice que no quise darle los papeles”, una acusación que este taxista negó. Mohamed indicó que dos compañeros, de los vehículos 57 y 78, fueron testigos de los hechos y están dispuestos a declarar.
Entre las 18.30 y 18.45 horas de este martes, su vehículo entró en la parada de la frontera del Tarajal donde descargó a unos clientes. El tráfico rodado era más fluido que en otras ocasiones por los coches-patera y los taxis podían llegar hasta el lugar oficial destinado a la flota de este servicio de transporte público, como reconstruyó él mismo lo ocurrido. Mohamed estacionó junto a otros compañeros a la espera de cargar un nuevo servicio cuando, relató, el efectivo de la Benemérita se acercó a su vehículo “dando gritos”. Con posterioridad, destacó, otros compañeros le comentaron que ese mismo guardia “motorizado de campo” tuvo tropiezos con otros integrantes del gremio del taxi.
Quien se manifiesta como perjudicado de la situación recordó que ni estaba “obstruyendo ningún carril, no estorbaba a nadie y tampoco estaba fuera de la parada oficial”. Él mismo dijo que, de estar incurriendo en alguna infracción, habría admitido los reproches que le profería aunque, como planteó al guardia civil, “no tenía por qué armar ese escándalo” ya que fue hasta donde él se encontraba “chillando”.
El agente de la autoridad le exigió que entregase el “carné de conducir” y, siempre según la versión de Mohamed, “estando yo hablando con el guardia desde dentro del taxi, me quitó las gafas de sol” de forma brusca. Ese impacto hizo que “tirase las gafas de sol al suelo” y tampoco entró a distinguir entre si el dedo en el ojo fue intencionado o no porque, de partida, “sin consultar no tenía por qué meterme la mano en la cara”.
Mohamed, indignado con lo ocurrido, opinó que todo pudo ser fruto de la tensión acumulada por el guardia civil a causa de la frontera pero, a pesar de todo, “no tiene por qué pagarlo ni conmigo ni con ningún compañero del taxi y además marcharse amenazando”, apostilló. Uno de ellos, el número 57, apuntó Mohamed, trató de mediar pero el presunto agresor “le mandó callar”.
Para colmo, concluyó su reconstrucción de los hechos, “encima me multa con 200 euros”. Con las mismas, señaló el conductor del número 27, el guardia civil siguió con su cometido en la frontera del Tarajal y él se marchó al Hospital Universitario, donde recibió asistencia sanitaria por la cual obra el parte de lesiones en su poder. La especialista le recetó una crema y unas gotas para que se recupere de los daños en el párpado y del hematoma ocular que sufre. Su propósito es acudir hoy a los juzgados donde formalizará su denuncia.
No obstante, Mohamed continúa trabajando porque, como dijo, “puedo defenderme”. Sus compañeros del gremio del taxi no descartan organizar algún acto simbólico de repulsa por lo ocurrido.
Ahora hay que escuchar a la otra parte.