Tarajal en cuadros

Podría poner multitud de adjetivos para definir la forma de trabajar que están soportando nuestros agentes de la seguridad estatal en la zona de la aduana del Tarajal. Varios confidentes me han expuesto que: “Llevamos unos días teniendo que afrontar un servicio que tiene como fundamento evitar la entrada en Ceuta proveniente de Marruecos de cosas ilegales para nuestra Agencia Tributaria de las cuales somos su resguardo fiscal”.

Son múltiples como que no pasen más de una cantidad determinada de frutas y verduras, así como de pan. Procurar que no pasen drogas, ilegales, controlar los animales de compañía es decir: perros, gatos, hurones y un largo etcétera de cosas que podrían aburrir al lector. Pero lo principal es decir que lo tienen que hacer bajo mínimos totales que nunca se han visto aquí. Dos personas para el turno de tarde y de noche. Eso es trabajar bajo unos impactos de estrés bastante grandes. Señores, si una persona tiene que estar atenta al paso de los viandantes y otra al flujo constante de los vehículos, tenemos que pensar que ante eventualidades fisiológicas ¿qué se debe de hacer? Llevar dodotis o dejar al libre albedrío alguno de los lugares de trabajo.

Es muy fuerte decir esto pero es verdad. Además debo de añadir que estamos España entera bajo un nivel de alerta antiterrorista de máxima intensidad. Donde en realidad donde se encuentra un número de la Guardia Civil debería de estar dándole protección a corta distancia un compañero con un arma larga. Esto no se hace aquí ya que podría tener malas interpretaciones al otro lado de la frontera. Además digo que esta frontera no se cierra nunca y esto equivale que siempre, a todas horas, hay flujo tanto de personas como de vehículos. Que los vecinos tienen prohibida la entrada desde las doce de la noche hasta las siete de la mañana, esto deberíamos de ponerlo en un punto y aparte. Lo único que sé que hay un flujo constante de personas que hay que controlar. De noche se estila el pase de motos y coches de artículos de contrabando dirección hacia Marruecos, siempre y cuando estén de acuerdo con la autoridad marroquí. O los clásicos que están aburridos y no quieren quedarse en casa. Con todo lo expuesto la calificación que le podríamos poner es de penoso cómo están trabajando estos pobres padres de familias. Que saquen a los no trabajadores que visten como ellos de los puestos de figurines a la calle, que les hace falta a muchos de ellos recordar que también son agentes de la autoridad.

Cuando las vacaciones están presentes y las bajas actúan como un bisturí de un cirujano hay que adoptar medidas para evitar una situación no deseada en los trabajos tan delicados como son los descritos. Tambien se podría proponer a los niveles más alto un aumento de la plantilla o una colaboración de los integrantes de seguridad ciudadana. Pero esto no debe de seguir así.