La condición de ciudad fronteriza ha conferido a Ceuta la posibilidad de mostrar a menudo una de sus mejores versiones, la más solidaria y atenta a los desfavorecidos. Lo ocurrido este martes en la barriada del Recinto, a pesar de lo triste del suceso, da un hálito a pensar en ello. Y es que si la noticia es la desatención que sufrió un sintecho que llegó, sin que nadie supiese cómo, hasta una escalera de la calle Ibiza; la contrapartida es la inmediata preocupación del vecindario. Muchos de los que allí residen se acercaron a comprobar el estado de esta persona, a la que procuraron dar alimento caliente, y desde el primer momento estuvieron solicitando ayuda a las autoridades policiales y sanitarias ante la evidencia de que este hombre no se podía sostener por su propio pie. Con ropajes del hospital, este individuo acaparó la atención de las gentes del Recinto durante buena parte de la mañana de ayer, hasta que finalmente a mediatarde una ambulancia llegó y logró su traslado hasta donde se le pudiese precisar una mejor atención. Lo hizo, para indignación de los vecinos, después de que hubiesen estado postergando su llegada alegando que estaban en otras emergencias. En Ceuta son varias las personas que no encuentran cobijo donde dormir la noche, más allá de fríos cajeros o bancos a la intemperie. La situación es tal, pero en una ciudad tan chica como Ceuta, al menos anima a continuar el ver cómo muchas veces son los convecinos los primeros en el auxilio y en la atención de aquellos que más castigados han sido por la vida. No se ha de olvidar que a fin de cuentas, también estos sintechos, muchas veces normalizados e invisibilizados en el paisaje urbano, son nuestros convecinos, y requieren, por supuesto, de solidaridad.