Opinión

Talento sin rencor

Esta mañana, el mar está perfectamente “ponientado” y el azul de sus aguas me traspasa y vivifica en la distancia. El viento arrecia, lo confirma mi anemómetro manual recién comprado para este viaje magrebí, la temperatura es buena y la humedad reducida a causa del ventarrón que transita desde el Atlántico. Las vistas desde mi atalaya de Beliones impresionan, son alimento para la pluma y presagio de una jornada memorable junto a mis inseparables lobos de los caminos y las playas. Percibo ya que mi nave va recalando en alguna costa placentera, comienzo a escuchar el canto de mi espíritu, y percibo los colores más luminosos desde el fondo de mi retina, tan llena de mi querida esposa, Pakiki. Sus miles de figuras conforman la filmoteca personal de nuestro amor imperecedero, pero, también se van acomodando y dejando paso a otros fotogramas necesarios y a empujones me impulsan a continuar con la representación temporal, en este maravilloso, duro y contradictorio escenario de la vida. Si esta existencia no doliera, no costaría avanzar contra esta marea mundanizante, no sufriríamos tanto y en diversas ocasiones. Entonces, esta vida no tendría sentido alguno, y perdería el profundo significado de una prueba a superar, a esa misteriosa invitación a la constante superación. De aquí salimos progresando hacia el amor o por el contrario nos hundimos en la oscuridad de la tibieza y el odio.

No sé cómo pasó, pero esta mañana he tenido que sentarme a escribir estas líneas apresurado, como quien va a perder el tren de la vida. Pareciera, que las palabras del gran José Luis San Pedro se hacen reales en este instante, “escribir es vivir”, decía el insigne escritor. Dejo de escribir y me voy corriendo, sembrado interiormente, con toda la música que espero dejar impresa en los pentagramas de mi cuaderno de campo, entre arreón y arreón de montaña. El será el fiel testigo silencioso, y también, el atento compañero del corazón, en momentos que solo los dos conocemos. Así, hasta los objetos, y no solo la naturaleza y los semejantes, cobran significado en el espíritu del ser humano. Estamos creados para ser la anomalía natural más relevante de este planeta, y por ahora del universo, y eso me hace recordar las bellas palabras del santo de Tarso; “somos las vasijas de barro que llevan el tesoro escondido en nuestro interior”.

Vamos saliendo los tres (Aman, Agrom y un servidor) hacia el Hauzz, para hacer una excursión de montaña en mi añorada dorsal caliza. Al doblar por la pista hacia los aduares diseminados en sus laderas, el territorio me recibe entonando un canto de acogida con sabor magrebí de poleo y menta, de mezquita y pan fresco.

Mientras voy disfrutando la subida hasta el punto de partida, recuerdo que hace un par de días, tuve la fortuna de poder asistir a las VII Jornadas literarias, organizadas por el Instituto de Estudios Ceutíes (IEC), que con gran acierto, y sano entusiasmo, coordina nuestra querida María Jesús Fuentes, a la sazón decana de la sección de literatura y música del IEC. Parecería que el principio tiene poco que ver con este giro del relato. Pero no es así, porque voy a comentar algo en relación al entusiasmo por la vida, y la superación de los sufrimientos. Creo por ello, que la primera parte del relato es bastante pertinente, y me pareció, que el escenario de las montañas hauzzinas, y el paisaje de la península de la Abyla, al fondo eran un inmejorable escenario para recordar la ponencia sobre Mariluz Escribano Pueo.

No soy yo nadie para hacer una semblanza literaria, solo me lanzo a realizar este pequeño recordatorio sobre unas jornadas literarias, y en general, un estilo de hacerlas, que siempre me conmueve y despierta más y más interés por conocer sobre los poetas en lengua española. Es mi reconocimiento por todo aquello que sentí en la sala, cuando se leía sobre la vida y obra poética de la homenajeada. Una vida, bien puede convertirse en poesía, y en cuando ese fenómeno acontece, esas vivencias transmitidas se convierten en una alta forma de inspiración para otros. Así, se genera una conexión intemporal con la poesía y la con la vida convertida en poesía, tan invisible como real. En primer lugar, debo decir que me encantó la sencillez de la ponencia, en el estilo desenfadado, alegre y cariñoso, con el que acostumbra, por fortuna, iniciar estos actos María Jesús. Luego, la alusión sobre Ceuta me pareció original, puso de manifiesto algo que podría ser una característica de las ciudades milenarias como la nuestra. Esto es, la hospitalidad cultural, que destila un lugar siempre acogedor que proporciona posibilidades de progreso, intelectual en el caso expuesto, a cualquier persona que se asiente en ella. Este fue el caso de Remedios Sánchez, la editora del libro sobre Mariluz Escribano Pueo.

Podríamos decir, que somos muchos así somos muchos, todos los que nos sentimos acogidos por esta tierra, y hemos progresado culturalmente al calor de la vasta historia que nos rodea. Nuestra amada ciudad, tiene un “genius loci” especial, y siglos de espiritualidad contenida en un sagrado territorio, que han ablandado su corazón y hacen más llevaderos, los momentos más difíciles de la existencia. A pesar de todo aquello que nos amenaza en estos convulsos momentos históricos, de egoísmos y hedonismos sin fin, por estos lares, se mantiene un cierto equilibrio de convivencia que no tiene precio. El mayor tesoro actual de Ceuta, junto con su vetusta antigüedad y los ecos indudables espirituales que persisten a través del tiempo, es su actual mestizaje cultural euroafricano. Por todas estas cuestiones, y muchas más, estoy seguro que tanto a Mariluz Escribano Pueo como a Remedios Sánchez les atrajo siempre nuestro terruño. Por otra parte, muy típico del africanismo bien entendido, cultural y amistoso, tan desarrollado en Granada.

Fue un gran acierto invitar a jóvenes universitarios para las lecturas de poesías en público, felicidades al profesor que tuvo la iniciativa y a la organización en general. Y no me refiero solo al hecho de avivar la necesaria participación docente, sino a otra cuestión que parece de mayor calado. Durante toda la intervención se respiraba un espíritu de amor, paz y reconciliación en la trayectoria de Mariluz. Algo que necesita nuestro agonizante mundo tecnológico como agua de mayo. A estas tres verdades cósmicas, hay que añadir otra no menos importante, la búsqueda incansable de la verdad. Algo que no es baladí, en un sistema económico y social, que está perturbando tanto las mentes y los espíritus, que ahora más que nunca, ya no importa decir las verdades, ni reivindicar los hechos. Ya no solo, en cuestiones tan trascendentales como son las matanzas en los conflictos armados, como las infamias relatadas en la ponencia y vividas en las carnes de la poetisa homenajeada, sino también en la cotidianidad. Hoy en día no solo es más fácil mentir, sino que, si no se miente por sistema se está fuera del sistema establecido. Todo se retuerce en política para hacer parecer bueno lo malo, y en la sociedad civil también se vive de la impostura, creándose tinieblas poderosas alrededor de un creciente número de jóvenes y menos jóvenes. Por eso, el mensaje poético de amor, paz y verdad es tan decisivo que sea escuchado por nuestros jóvenes. Sin restar méritos a los laureles literarios merecidos, la vida de Mariluz se me antoja relevante como ejemplo de vida.

Claro está, que muchas veces el talento está casado fielmente con el sufrimiento. No hay uno sin el otro en muchísimas ocasiones, porque venimos aquí a crecer sufriendo y no a vivir la “buena vida” sino la “vida buena”. El talento no se puede esconder ni siquiera lo pueden matar asesinando el cuerpo. A Mariluz tampoco pudieron acallarla en vida, el talento revuelve por dentro y nos hace sacar el don profético que nos acompaña. Una persona que sabe utilizar los talentos consignados por el Altísimo en su persona, sale adelante sufriendo y gritando a los cuatro vientos su obra. Su hija afectiva e intelectual, Remedios Sánchez, lo pone de manifiesto, con amor y verdad, relatándonos el pasado y el actual presente de la vida y poesía de Escribano Pueo; ella llenaba las estancias con su presencia y su palabra. Como tantas realidades intangibles el talento no se puede medir y de la misma forma como un simple pensamiento, como el amor mismo, escapan a las cuatro leyes de la física (gravitacional; electromagnética; las dos nucleares) que pueden medir todo lo que acontece en la materia. Por ello, están más allá de la física y la materia, pertenecen a las capacidades trascendentes del ser humano y no son y nunca serán por lógica científica, objeto de estudio mensurable.

Sin rencor pero sin cobardía para decir las verdades necesarias, con amor y firmeza, todo teñido de paz y concordia. Acaso, el gran mensaje poético de la jornada vivida.

Como empecé quiero terminar. Ya voy saliendo de las montañas, el viento de poniente se recrudeció, y todo el cielo se cubrió de nubarrones al final de la excursión. Las fuentes y las pedanías de casitas hauzzinas alegran el final del camino de vuelta. Calizas y areniscas fueron buena compañía, los lentiscos y majuelos adornaban las paredes vertiginosas en las subidas y bajadas. Finalmente, una preciosa manada de macacos me llenó el corazón de paz, amor y esperanza por todo lo bueno que nos queda por descubrir.

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