Aacabó agosto y empezó septiembre. Pero, como si volviera julio. El insoportable levante, al que no nos acostumbraremos los caballas, es una pesada carga, como aquellos pedruscos que Sísifo estuvo condenado a subir y bajar de la montaña, una y mil veces. El “vivo sin vivir en mi” teresiano, se ajusta más a la manera en que nos deja el maldito vientecito. Él es uno de los culpables de los llenazos del Centro de Salud, donde los enfermos intercambian males, bacterias, virus y hasta mala leche. En sus salas de espera es donde ejercitan sus lenguas, las marujas, marujitas y marujones de este pueblo. Si lo hacen como terapia, no está mal.
Comienza el curso escolar. En las puertas de los colegios, como enjambres, las madres se agrupan y ya empiezan a crear cofradías reivindicativas. Coinciden en mostrar desacuerdos con el sistema educativo y es unísono el calificativo que acostumbran a darle al director provincial y a los señores inspectores, su guardia pretoriana.
Las tertulias echan a andar. Quizas de entrada aparquen el tema del bochinche de la frontera, consecuencia de la nula voluntad política (la noluntad, como diría Unamuno) y, sobre todo, de la escasa inteligencia. Continuará igual. Negros, marcando records en saltos de altura; camalos y porteadoras, jugando a diario a la ruleta rusa. Los comunicados de Interior, chorradas y más chorradas. Agua, azucarillos, aguardiente y ajo derse.
Se destacó en los medios la noticia del CESE/DIMISIÓN y recuperación en la misma persona. Ha vuelto a nombrarlo el mismo obispo que lo destituyó. Y todo fue porque el vicario y párroco de África, autorizó y participó en la procesión del dios-elefante, que la comunidad hindú paseó por el interior del templo de la Patrona. Un acto, programado con suma delicadeza, se hizo noticia flokórica, cuando sólo se buscaba respeto y confraternización religiosa; lo que se dirían con la mirada, los dos iconos -María y Ganesh-, mientras un coro, rayando en lo celestial, canturreaba la salve, no sé si marinera o rociera. Pienso que ya es hora de que el orfeón ceutí debiera incorporar fragamentos de zarzuelas. Claro que, previamente habría de tener la aprobación del Prelado gaditano, pues es capaz de decretar excomuniones a troche y moche, a cada uno de los tenores y mezzo-sopranos. No conozco al señor vicario, pero estoy con él en abrir las puertas, de par en par, a otras formas de espiritualidad. Le sobraba al cesado y recuperado, ese “mea culpa” que entonó a la manera de excusa, por haber dañado los sentimientos de su jefe. Mas ¿qué fue lo que le molestó a su eminencia? ¿Tal vez que el paseillo lo hiciera un ídolo pagano o que tuviese una extraña morfología animal? Convendría saber que Cristo se hizo hombre, por lo de la redención (ese ADN, que nos dejaron Adán y Eva), aunque si le hubiera venido en ganas al PADRE, también podría haberse transformado en una roca volcánica o en un vegetal, como la coliflor. Incluso en un jumento como el que utilizó Jesús en Jerusalem. A la clase sacerdotal no le gusta los animales. Benedicto XVI se mostró zoofóbico, cuando quitó del pesebre al buey y la mula, los calefactores de aquel entonces. Espero que no vaya en esta dirección el obispo gaditano, mandando a la Pollinica por ser burrita, a terrrenos de la Hípica y el brioso caballo que monta el centurión Longinos, al Cuartel de Caballería. Las palomas, por supuesto, ni tocarlas. una de ellas puede ser el Espíirtu Santo.
Y ya que hablamos de candorosos animalitos (recuérdese el cordero pascual), no quede en el tintero (como se decía antes), ese aroma, de pinchitos, eclosión de la gran fiesta musulmana. El tufo, pues lo era, se expandió bien pronto por calles y plazas. Antes, se vieron caminando o subidos en motocarros, gran número de borregos, con números al dorso, como futbolistas. Les faltaba que algunos llevaran el nombre de Iniesta o Izco. El miedo no podían disimularlo. Desde algunas azoteas o a través de las ventanas, se multiplicaban los angustiosos balidos. En espera a que fueran guillotinados, es posible que algunas de estas víctimas se preguntaran qué mal habían hecho para ser sentenciados, de la misma manera que el Daesh hace con el enemigo cuando lo captura. Nos dirán que esto es religión, y como tal debe acatarse. Pero ¿será verdad que Jehová pudo ser tan cruel, de tentar la fidelidad de Abraham, proponiéndole el sacrificio de Isaac, su hijo? ¡Ay! ¡Cuántas cabezas cortadas hay en ese terrorífico libro, llamado Biblia!.
Acabo. No comentaré los actos de la Autonomía. Son los mismos de siempre. Anodinos y confeccionados, manteniendo la plantilla, ya mohosa, de otras versiones. Sólo llamo la atención de los señores diputados, para que discutan con seriedad, no con vocabulario zafio (que es lo que se lleva), ese documento que dio a conocer Paco Sánchez. Donde se loa a Francisco Franco y a sus secuaces, atiborrándolos de condecoraciones y nombramientos, como el de Alcalde Perpetuo e hijos predilectos de Ceuta. Deróguese de inmediato lo que se les dió; en especial a Paquito; Quémense los papeles en un cuzcuero, como hacen los brujos marroquíes y adóbese con yerbas, como la ruda, que huele a viejos, cumple la función de que sus cenizas no volverán a reunirse, ni en el Juicio Final. Muertos para siempre.
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