Opinión

Una sugerencia a la enseñanza

Sabido es que no hemos podido desembarazarnos por completo de la animalidad (miremos a nuestro alrededor, a todas las pantallas disponibles), que aunque pueda minimizarse, hay que admitir que es sustancial en el ser humano y común a todos los animales…..la animalidad es la cualidad de ser animal, que desde el estudio de la etiología se asocia a lo instintivo de su conducta, esa parte, que si bien es reducible, permanece indeleble en nuestra composición, llegado al punto de considerar si la humanidad es una cuestión de grado o se trata de una cualidad exclusiva.

Y llegado a este punto caemos en el ámbito de la controversia ya que establecer el criterio que determina el concepto de humano ha sido creado por el propio humano, y no siempre se puede ser juez observador de la propia conducta, y es porque no ha existido ni se prevé una simple línea, un umbral en la evolución que separe por completo al hombre de su animalidad, ni que tampoco ésta se pueda considerar como una rémora en el sentido de que sea un obstáculo para la propia evolución sino al contrario, que significa un poderoso estímulo para la misma ya que constituye la sustancialidad humana, porque en etiología, en su linaje, primero se es animal y por último se es hombre. El umbral, el punto de inflexión desde el que se determina y define el concepto de humano es desde el que se considera su esencia, es decir, desde aquello añadido a la sustancia y ajeno a ella (lo no genético) adquirido desde el nacimiento y que es causado por la influencia de la historia, de la cultura, del entorno social, del aprendizaje, de las premisas y criterios de las relaciones: la ética, la moral, la política … etc. etc.

La humanidad lleva millones de años intentando dulcificar la rudeza y brutalidad del componente animal de su especie, es decir apartarse del estado original de naturaleza, y hasta ahora sólo se conseguía cuando el hombre se sometía a normas coercitivas o de compromiso social voluntario previamente acordado, es decir, a un Estado Civil aprobado y concertado con la comunidad a la que pertenece, sea esta comunidad del rango que fuere….pero vemos que ni eso es eficaz.

Las sociedades animales en estado de naturaleza no progresan en su condición animal, sino que se adaptan al medio y permanecen en el mismo o parecido rango o perecen; la selección natural no se consigue por ser los más fuertes sino por la capacidad de adaptación. Ningún animal, excepto el hombre, ha sido capaz de modificar la naturaleza en beneficio de su supervivencia.

Si admitimos el rango de humano como algo aparecido y exclusivo de una especie, rompemos el concepto intrínseco de evolución y entramos en el dominio de lo sobrenatural, y eso la razón no lo permite y nos colocaremos ajenos a la realidad …. en el mundo de las eternas hipótesis sin confirmar, en el mundo de las ilusiones y las utopías. Son, más bien, las relaciones causa-efecto sucesivas las que han constituido la diferencia gradual entre el llamado hombre y el resto de los seres vivos; diferencia que es evidente y que con el tiempo, en general, aumenta se matiza y se concreta.

"Las sociedades animales en estado de naturaleza no progresan en su condición animal, sino que se adaptan al medio y permanecen en el mismo o parecido rango"

Así la inclinación genética acomodaticia (a la economía de esfuerzo y a la eficacia) se acentúa en cada nueva generación y se ha hecho norma concluyente (echemos un vistazo a lo que conocemos desde los estadios previos al paleolítico hasta nuestros días) que son tesis aceptadas por la ciencia. Esto confirma que nunca existió una separación radical entre el animal y el hombre.

Si consideramos este punto de vista estamos admitiendo que en esa continua evolución existió una secuencia entre hace 200.000 y 300.000 años en el que considera que aparece la especie Homo Sapiens, como evolución desde homínidos anteriores ya con características modernas y por tanto dotado (según la paleoantropología humana) de cierto ente espiritual, “un alma” no reductible a los elementos materiales del cuerpo humano pero manteniendo esa parte de comportamiento animal que permanece y que apreciamos cuando se analizan las funciones de nuestros factores de carácter instintivo, es decir, las conductas que son impulsadas por indicadores que ya están “programados” en nuestra genética en relación a determinadas circunstancias, que se evidencian en todas las respuestas a las necesidades vitales y comunes en todas las familias hominoideas.

Si bien en el hombre son innegables ciertos comportamientos impulsados por factores biológicos e instintivos, en la actualidad y generalmente en la mayor parte de los comportamientos humanos la necesidad no se anuncia a través de la manifestación automática del instinto (por un estímulo) sino que es motivada por impulsos de carácter racional o emocional, que es la más notable diferencia con el resto de los seres vivos, incluso con las especies más cercanas del mismo rango biológico.

Pero sigue siendo indisociable lo genético de lo adquirido, pues inevitablemente debe convivir lo instintivo con lo razonable …. la pasión con la razón. Y de ahí el conflicto entre la humanidad: en la naturaleza las relaciones animales sólo son apasionadas, exigidas y guiadas por los instintos: cuando el hambre, o la sed, o la necesidad sexual apremian, si no es satisfecha de inmediato, si no se atempera, aparece la desesperación que termina en lucha con los posibles rivales si los hay, incluso hasta la muerte. Y cuando la necesidad ha sido satisfecha desaparece el estímulo y se restablece la calma. Esos cambios violentos de la conducta no están programados ni controlados por la razón, pues en los animales la razón, no existe.

¿Podremos entonces concluir que sea la posesión de la razón el límite que separa la condición de animal a la de humano?

¿Se queda corta la definición aristotélica de que el humano es un animal racional?

¿No sería más correcto el enunciado si dijera que el hombre es humano sólo cuando es razonable?

Las teorías filosóficas desde mediados de la Edad Moderna sugieren que es la razón la que contiene los principios reguladores de la unidad y de la coherencia interna del hombre, y que la pasión (el instinto) la perturba, y además postulan que la razón es la base del conocimiento.

El humano (hombre o mujer) lo es en cuanto es considerado por sus atributos, es decir, por su esencia, por aquello que lo caracteriza exclusivamente y lo diferencia del resto con claridad y que se traduce en comportamientos racionales que son los que el hombre emplea a sus fines a través de las facultades que le son absolutamente propias y exclusivas: la inteligencia y la voluntad.

La facultad de la inteligencia es la que nos permite aprender, entender y razonar, tomar decisiones y formarnos una idea determinada de la realidad, incluso aventurarnos en recreaciones del mundo en que vivimos, modificando, si viene al caso, nuestro nicho ecológico, es decir, nuestro ámbito de vida. La inteligencia nos permite también la interesante facultad de la prudencia: que es la capacidad de la ponderación de las posibles consecuencias a priori apoyándonos en la memoria de la experiencia acumulada en la conciencia cuando se nos presenta un caso igual o similar en el presente y que resolvemos en el instante previo al acto de la decisión a través de la voluntad y el libre albedrío, es decir con la libertad suficiente.

"La facultad de la inteligencia es la que nos permite aprender, entender y razonar, tomar decisiones y formarnos una idea determinada de la realidad"

Es sorprendente como a la altura que estamos del siglo XXI los currículums de aprendizaje, los métodos académicos, no se adaptan para obtener un conocimiento coordinado, coherente y armónico de la realidad, es decir, una interpretación inteligente de la realidad por la que se adquiera la verdadera posibilidad de poner en práctica sus restantes facultades, especialmente la mencionada prudencia y voluntad, para obrar de forma adecuada. Se estudian y se aprenden multitud de materias, pero no se ejercitan en como coordinarlas en una praxis efectiva. Y es en las aulas, donde ejercen los maestros y los profesores donde el alumno debe aprender a cultivar la inteligencia, que para eso están las técnicas y los métodos de enseñanza, para procesar lo aprendido y ratificarlo o modificarlo si llegase el caso. Hay que tener en cuenta que la inteligencia, ese tan valiosísimo patrimonio, no es proporcional con el volumen del conocimiento aprendido. Esa situación observada de una formación tan inconsistente al final del periodo de secundaria es el preludio del fracaso posterior en la aventura universitaria. Me parece que sobran profesores y faltan maestros….

Desde la niñez, en cuanto aparezcan los primeros indicios de la facultad de entender, de comprender y razonar, hay que enseñar teniendo en cuenta que el alumno no tiene un compartimento diferenciado para cada disciplina del currículum y que es mucho más que un cuerpo físico, sino que su identidad resultará del conjunto coordinado de otras dimensiones éticas, morales, emocionales y afectivas, y advertir que se irán modificando a lo largo de su vida, y que todo ello, ese conjunto conformará su unidad esencial, y que deberá mantener su identidad a pesar del paso del tiempo y de los cambios….debe tener conocimientos sólidos para no ser una veleta.

La actual y difundida filosofía del bienestar se ha desvirtuado y convertido en un culto excesivo a lo banal ….. a la rutina, al deporte y a cualquier tipo de ocio todos tan placenteros que desvía nuestra atención y nos aparta de la dimensión mental y espiritual (Cuerpo, mente y espíritu) de donde deben nacer las esencias del hombre, su naturaleza interior y todo ello exige una reflexión porque el conocimiento de la vida interior despeja dudas, responde a las preguntas importantes y opera en cada individuo a lo largo de toda su existencia, define su identidad que así podría valorar para que otros no hagan de ella lo que quieran que seamos….

Si la Religión ha sido rechazada de la sociedad occidental en cuanto que pudiera significar el principio regulador de esa coherencia interna de la humanidad, a partir de entonces y después de siglos de experiencia dentro de modelos razonables de convivencia, parece que esa coherencia interna tampoco se ha logrado, y más evidentes y crecientes son los conflictos, hasta el punto que el orden internacional está tan perturbado que se presagia la guerra total….todos contra todos, de nuevo al estado de naturaleza….

¡¡Cuánto más parlamentos y más políticos, más violencia y más miseria!!

¡¡Y estamos pensando en más soldados y más cañones!!

¡¡Qué vergüenza!! ¡¡Qué fracaso!!

¡¡Espabílense catedráticos, maestros y profesores, porque el nuevo paradigma tiene que surgir desde las aulas y no de los campos de batalla!!

¡¡No pierdan de vista el horizonte!!

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