Mario [nombre ficticio] creyó haber encontrado en uno de los portales de empleo más frecuentados de Internet una alternativa para mejorar su situación laboral y vital en Ceuta. Después de casi una década en la ciudad autónoma, la mitad como fijo indefinido en una empresa “con un ambiente algo tóxico, pero en la que cobraba puntualmente cada fin de mes”, pidió la cuenta para fechar por una de las multinacionales de distribución radicadas en la ciudad.
Hoy se siente “moral y laboralmente destruido”, además de “personalmente avergonzado”, sin trabajo ni posibilidad de optar a la prestación por desempleo. En la calle con una mano delante y otra detrás tras ser 'cortado' en el periodo de prueba, cuando no hay que dar “ninguna explicación” para hacerlo. Todo ha pasado en menos de un mes y por el camino ha perdido más de 500 en gastos para formarse en la península no abonados.
El hombre se había labrado una agenda fecunda como comercial del sector de hoteles, restaurantes y cafeterías (Horeca), pero aspiraba a mejorar. En Internet encontró una oferta de empleo de Carrefour a través de Supeco para empezar a trabajar al servicio de la filial de la multinacional que aspira a consolidarse como “la marca blanca más barata de España”.
Pasó dos entrevistas a través de videconferencia, la segunda “opaca” (sin ver la cara de su interlocutor a través de la pantalla) y decidió dar el paso: el 14 de enero pidió la cuenta en su anterior empresa y el 17 firmó su nuevo contrato y empezó una formación en Chiclana y Jerez para aprender a manejar los programas y aplicaciones de pedidos, captación, etcétera de sus nuevos patronos.
Todo empezó como había soñado: la empresa le puso un billete de helicóptero a la península y le reservó un coche de alquiler en Algeciras con el que se hizo poniendo 200 euros de fianza de su tarjeta personal. De su bolsillo fue saliendo también el líquido necesario para quince días en la provincia de Cádiz de comidas, desayunos y cenas. Los tickets se fueron acumulando. “Ya lo gestionarás cuando vuelvas a Ceuta”, recuerda que le dijeron, aunque todo terminó bien, “con los jefes animándome a tomar unas tapas para despedirnos”.
Sus jefas en la ciudad, con las que se muestra agradecido (“la gente de aquí no tiene culpa de nada”), se mostraron sorprendidas cuando volvió para empezar a trabajar de verdad con el fajo de recibos que había acumulado. “Desde la Jefatura de Zona me han rechazado varios tickets y recibos porque dicen que yo tomé 'decisiones personales' como poner mi tarjeta para poder coger el coche de alquiler o que en algunos no aparece el CIF de la cafetería o restaurante”, explica. Solo recibió 275 de los 777 euros que adelantó.
Querían que colocase sobre todo productos de droguería. La oferta de la empresa era un sueldo de 1.400 euros mensuales con extraordinarias, coche y teléfono corporativo, pero nunca llegó a ejercer. “Me pasé una semana sentado en una silla esperando a que me facilitasen el correo electrónico para poder hacer cualquier gestión, así como el móvil y el ordenador de la empresa... No pude ni salir a la calle a buscar clientes pese a ofrecer mi vehículo personal”, añade.
Todas esas herramientas nunca llegaron. “No me han dado ni la oportunidad de demostrar si valgo o no porque al final me echaron durante el periodo de prueba y hoy me siento avergonzado como esas personas a las que estaban por Internet supuestos enamorados, hecho polvo, como si me hubieran tomado el pelo”, confiesa.
El trabajador ha consultado su caso con varios abogados laboralistas, pero sus opciones de reclamar algo son pocas o ninguna, como asume Luciano Buscemi, de CCOO. “Desde el punto de vista jurídico una relación laboral no es asimilable a un contrato que firmas, por ejemplo, con una operadora de telefonía, porque tiene un componente personal en el sentido de que las partes se conozcan, se entiendan... Es así y tiene que ser así”, concluye.
El periodo de prueba consiste en un plazo inicial en una relación laboral durante el cual tanto el trabajador como el empresario cuentan con la posibilidad de resolverlo sin necesidad de justificación ni plazo de preaviso.
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