El sonido de los disparos en el Príncipe Alfonso rompía el pasado domingo con la cierta monotonía que desde hacía meses se había instaurado en la barriada. Cinco personas resultaron heridas, la alarma volvió a sentirse en un barrio quejoso por este tipo de situaciones; paralelamente la Policía Nacional empezaba una investigación rastreando, precisamente, el origen de esas balas para alcanzar, así, a los presuntos implicados en el tiroteo.
Esa particular reconstrucción marca el origen de esta crónica, situándolo esa misma tarde de domingo cuando dos jóvenes protagonizan una pelea a puñetazos en el barrio, llegando incluso a mostrarse armas blancas, según apreciaron varios testigos.
Horas después, cuando las agujas asomaban ya la entrada en la medianoche, dos individuos con pasamontañas se dirigieron hacia un grupo de chavales entre quienes se encontraba uno de los participantes en esa pelea inicial.
De forma alocada empezaron los disparos, sin rumbo fijo, cifrados en entre 10 y 12, que dejaron a cinco personas heridas, entre ellas precisamente el chico que había protagonizado la pelea inicial.
La Policía Nacional se vería obligada a desandar el camino hilando ambos episodios, atando cabos, tomando como referencia las manifestaciones de testigos y actuando sobre el terreno a través de los componentes del Subgrupo del Príncipe, quienes han realizado las hasta cinco detenciones presentadas en Jefatura y Palacio de Justicia (la última se practicó en la madrugada de ayer, tal y como adelantó este periódico en su edición digital). De inmediato se vincularon ambos hechos, abriéndose una vía de sospechas que, necesariamente, debía llevar a los protagonistas de la pelea.
En el propio Hospital Universitario se encontraban los familiares de los heridos, contándose además con testigos que presenciaron lo sucedido en pleno zoco del barrio, estableciéndose una colaboración que en tantas ocasiones se ha criticado por su ausencia.
Los datos de la matrícula de un vehículo del que descendieron los encapuchados fueron determinantes para conseguir su localización, desencadenándose la hilera de detenciones que llevaron, además, a la intervención de otro coche más que presentaba las matrículas dobladas, por lo que ha podido ser sustraído.
En el lugar de los disparos se recogieron los casquillos y se obtuvo el germen necesario de una posterior acción policial que se ha materializado en el arresto de cinco personas, una de ellas menor de edad y otra sobre la que pesaba una requisitoria por robo en vehículo.
Tras el trabajo del Subgrupo queda la fase investigadora en manos de la UDEV, ya que todavía no se descarta que pueda haber más arrestos de presuntos vinculados con este episodio delincuencial que pudo haber terminado de forma mucho más grave, por la manera indiscriminada en que se llevaron a cabo los disparos sin reparar a quién alcanzaban y de qué manera. La práctica de detenciones en tiempo récord y la judicialización del caso han marcado este episodio enmarcado en la crónica negra de sucesos en Ceuta.
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