El Gobierno debe dejarse de tonterías. Rodear las verdades para al final contarlas a medias nunca sale bien, muy al contrario, integra un mensaje que termina volviéndose contra ellos. No aprenden, ese es su camino. Ayer mandaron a Carlos Rontomé a ejercer de portavoz accidental y terminó convirtiendo una comparecencia de prensa en un debate en el que faltaban unas cuantas tazas de café. Es lo que tiene, confundir las preguntas con una tertulia radiofónica en la que se sueltan perlas de todo tipo. Perlas como la usada para pretender justificar por qué ahora el PP se lleva mejor con Vox. Nos dice el portavoz accidental que su discurso “se ha suavizado bastante” respecto al empleado en la campaña y que, por eso, ahora a los populares no les parece mal tenerlos de pareja de baile. Básicamente ese “suave-suave” debe pasar porque ya, los de Abascal en Ceuta, prefieren dejar de definir al alcalde Vivas con la palabra “traidor”. Eso decían que era, eso y muchas más cosas. Ahora no lo dicen, entiendo que lo seguirán pensando, pero continúan liderando un discurso muy alejado de lo que Rontomé entiende como suave.
Quizá lo que el portavoz accidental quiso decir es que ahora les parece buen ‘socio-no socio’ Vox porque ya no se mete con ellos, aunque sigan menospreciando a una parte importante de la sociedad con apreciaciones que hacen públicas en sesiones plenarias y que han obtenido el rechazo en la calle. Las interpretaciones son legítimas, también engañarse a sí mismo y engañar a los demás. Y eso es lo que está haciendo el Partido Popular, que ha evitado ser claro a la hora de defender no solo el entendimiento que tiene con este partido, sino también el que tuvo con unos socialistas que creyeron haber conseguido el trono.