En los comienzos de los años cuarenta mi barco tenía la Base en Mallorca y cuando iba al cine veía un documental. de la Guerra en Europa. Que se iniciaba con unos compases de la Quinta Sinfonía de Beethoven que recordaban la letra "V" del alfabeto Morse, inicial de la palabra "Victoria". No los he olvidado nunca y siempre que han venido a mi memoria me han hecho pensar en aquel soñar alemán con la victoria. Eran sus mejores años de la guerra y aquellos compases afirmaban ante el mundo lo que era el sueño que deseaban se convirtiera en realidad.
Han pasado muchos años de lo que para mí fue un descubrimiento de mi sensibilidad juvenil y que se ha mantenido a lo largo de los años: soñar es amar. Es vivir un sentimiento noble que llena el alma. Soñar es disponer nuestro espíritu para el sacrificio de todo cuanto se oponga al logro de lo soñado. Soñar es vivir por anticipado, creando en nuestra mente lo que queremos que sea la realidad de nuestra vida. Soñar es superar las dificultades a base de la fuerza especial de la entrega por amor; no importa el sacrificio sino que proporciona fuerza y superación.
Aman la pobreza esas monjitas que entregan toda su vida al servicio de los pobres. En su día soñaron con abrazar esa vida de sacrificio y de privación para sí mismas de lo que las circunstancias de la vida, las que sean, han motivado que muchas personas vivan pobremente; a veces sin nada propio, sin nada que sea producto de un trabajo en beneficio de la sociedad. El soñar de esas monjas es una invitación para que nuestros sueños se unan a los suyos y que tengan la misma calidad. Que nuestro soñar sea vivir y amar la pobreza en nuestra actividad.
Soñar es tener ilusiones: si esperas un hijo - tal vez el primero en tu vida matrimonial - tu alma se llena de sentido de la responsabilidad, no sólo de alegría que es natural. Sueñas con esa criatura - niña o niño - y miras la vida con una mayor dimensión, la de esa vida que has de cuidar con un esmero especial. Es la responsabilidad que ya la notas y que quieres que se mantenga siempre viva y edificante porque has de edificar, con tu hacer, todos los momentos de la vida de ese nuevo ser. Claro que sí: Soñar es amar con amor infinito.
Soñar es encontrarte, de cara, con todo cuanto en la vida humana se puede dar. Es una obligación que contraes para hacer que ese sueño, hecho realidad, tenga una solución eficaz, guiada por el amor. Soñar es orientar tu trabajo hacia la realidad mejor que pueda existir aunque ello pueda exigir mucha renuncia a la comodidad. Tus sueños no pueden quedar desbaratados por tu pereza y tampoco por tu ineficacia. Soñar obliga a mucho más que una vida tranquila. Soñar es el acicate de tu vida, es la aplicación del amor del alma a todos lo que la necesitan.
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