Creo que el ser humano necesita soñar; forma parte de su vida aunque a veces sean tristes esos sueños, al igual que la realidad de la vida. Es, evidentemente, una cuestión muy personal porque el ser humano –mujer u hombre– goza de una intimidad total, salvo que quiera compartir algunos detalles con otra u otras personas. A veces se hace totalmente necesario compartir esa intimidad por muy variadas razones, pero siempre quedará algo que se guarda porque constituye como la solera de la propia forma de ser. En algunas ocasiones ese soñar se centra en una cuestión que afecta a multitud de gente y genera actitudes de entusiasmo o de temor según sean las variables que entren en juego. Eso es lo que ocurrió la pasada semana con los partidos de fútbol de la semifinal de Champions.
Ese soñar con la victoria de los dos equipos españoles ha sido una cuestión dominante, en nuestro país, y todavía quedará algún resto durante algo de tiempo, pero quedaban espacios en la mente para que otros sueños se despertaran y ocuparan ese espacio de la mente que tan apropiado es para ellos. Soñar crea una especie de vida paralela a la real. que incluso puede llegar a tener alguna que otra conexión. Una persona que está pendiente del resultado de una prueba para pasar a ocupar un determinado puesto en una Organización, sueña con lo que podrá cambiar su vida si el resultado es positivo y ese sueño será siempre agradable y hasta fantástico. No lo olvidará nunca si el resultado de la prueba real es positivo y hasta se esforzará para que la realidad responda totalmente a ese sueño.
Soñar es una fuente de deseos de todo tipo, pero si nos quedamos con los buenos tenemos en nuestras manos un sin fin de cosas en las que emplear nuestro ser. Hemos soñado hacer el bien pero hay que hacerlo realidad completa y ello nos obligará, necesariamente, a olvidarnos de algunos caprichos que contentaban a nuestro egoísmo; incluso puede que lleguen a pedirnos alguna que otra mortificación. Tal vez el que no nos tomemos alguna que otra cerveza para dedicar su importe a paliar alguna necesidad de otra persona. Tal vez, incluso, nos parecerá que hacemos poco por atender esa necesidad y, además de privarnos de la cerveza o de la copa de vino, buscamos la forma de ayudar más y mejor a esa persona, o tal vez a una familia. Soñar, así, se convierte en amar.
Soñar es, también, convencer a alguien de que es posible cambiar el curso de unos acontecimientos que hacen daño a la dignidad humana de la sociedad o a parte de ella, que está más desprotegida. Ese sueño se convierte, a veces, en una mayor comunicación por medio de charlas o conferencias impartidas a los que están privados de esos conocimientos. ¿Cómo no aprovechar parte de tu tiempo en ocuparte de ello? Tu sueño es llevar a la mente y al corazón de mucha gente el conocimiento de la verdad y la serenidad que ella produce. ¿Qué esperas para hacer que lo que soñaste se convierta en realidad? Soñar no es algo que se pierda en el momento que suena el despertador; continúa con tu decisión de hacerlo realidad.
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