Ceuta es diferente. Totalmente. En todos los sentidos. ¿Dónde sino, algún político del partido popular se atreverían a afirmar sin pudor que somos la mejor ciudad para trabajar, estudiar, hacer negocios o divertirse de España? Dejando de lado el amor por la tierra que tenemos todos los ceutíes, que se da por descontado, y que a patriotas no nos ganan en ninguna otra ciudad española (únicamente nos empata la ciudadanía de Melilla), ¿cómo es posible que se pueda hacer semejante afirmación de manera tan descarada?
¿La mejor ciudad para trabajar? Claro, eso mismo deben opinar los más de diez mil parados, los cientos de manifestantes que recorren las calles a diario y todas aquellas personas que se ven obligadas a abandonar su ciudad para buscarse cualquier puesto de trabajo porque aquí no encuentran oportunidades laborales. Supongo que el concepto de trabajo que tengo difiere del de los populares; más que una cuestión de conceptos, me parece un insulto a la inteligencia de cualquier persona.
¿La mejor ciudad para estudiar? Claro, por eso se van todos nuestros jóvenes, por la amplísima oferta universitaria que se ofrece; Magisterio, enfermería y empresariales de manera presencial o a través de la UNED, es lo único que se ofrece para aquellos que quieran ampliar sus estudios. Toda una ciudad universitaria.
¿La mejor ciudad para hacer negocios? Claro que sí, por eso todos los meses se dan de alta cientos de sociedades y de autónomos, por eso tenemos tanta industria que genera a la vez tanto empleo, porque ofrecemos la mejor ciudad con las mejores condiciones para hacer negocios….
¿La mejor ciudad para divertirse? Claro, eso sale a la luz a la primera conversación con cualquiera a quien preguntes sobre ello y te dice lo divertidísimos que son habitualmente los fines de semana en Ceuta; porque se hacen maravillosas ofertas de ocio, aunque para saberlo, tienes que pasar los fines de semana en Ceuta.
En fin, que cuando un político escenifica su regocijo en que está todo estupenda y maravillosamente no hace más que demostrar que apenas tiene conocimiento de la realidad de la ciudad en la que vive. Si encima esos políticos forman parte de los que gobiernan, se pone de manifiesto el escaso interés por solucionar los problemas de los que se quejan a diario los ciudadanos, fundamentalmente, porque ni los perciben ni quieren escucharlos.