A veces la vida se resume en imágenes que calan en lo más profundo del corazón. Llevamos días viviendo una pesadilla, una palabra odiada se ha colado en nuestra actualidad: guerra. La que está ocurriendo entre Ucrania y Rusia, que deja imágenes dantescas. Una situación que está provocando el caos en el país ucraniano, en donde los ciudadanos están perdiendo toda una vida. Sentimientos, reacciones, debates, pero lo más valioso, un deseo común: paz. Por eso, en estos momentos, la solidaridad debe aflorar para ayudar a los más necesitados y ese pensamiento tuvo Joan Bargaoanu, un policía nacional de Ceuta, pero con orígenes rumanos.
A la familia de Joan no le ha tocado vivir una situación fácil. Están a unos kilómetros de la frontera de Siret, la parte norte de Rumanía que colinda con Ucrania, y una de las zonas que está acogiendo a más refugiados después de Polonia.
Su imaginación vuela y no puede permanecer inamovible. Este agente del Cuerpo Nacional de Policía se puso en contacto con Luis Llodra, perteneciente a la Policía Local de Ceuta, y parecía que se habían leído la mente mutuamente: no dudaron en que algo tenían que hacer. Por eso, decidieron pedir ayuda económica a través de grupos de policías y que ese dinero se enviaría a través de Revolut, un banco inglés que no cobra comisiones.
El objetivo: comprar productos de primera necesidad y demostrar que esta guerra nos afecta a todos. La solidaridad de los policías de Ceuta fue increíble y en apenas unas horas pudieron recaudar unos 1.000 euros. Ese dinero fue enviado a un familiar de Joan, que ha comprado un sinfín de productos y los ha entregado en la frontera de Siret a los bomberos ucranianos. Un acto de solidaridad que ha emocionado a todas las personas que necesitan ahora más que nunca del calor de los ciudadanos del mundo para combatir la triste realidad que les ha tocado vivir.
Sin embargo, Joan y Luis no se van a quedar solo en eso. Viendo la aceptación que han tenido, van a seguir enviando dinero para que los ciudadanos ucranianos puedan tener algo que llevarse a la boca, ropa de abrigo o medicinas.
Y es que tristemente los que más están sufriendo, como siempre, son los que menos culpa tienen, y ahora los bebés se encuentran sin productos de primera necesidad y que tanta falta les hace. Una situación inverosímil en pleno siglo XXI, y con la que, como siempre, los ciudadanos tienen que lidiar y poco o nada tienen que ver. Esta guerra no es su guerra.
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