Ceuta registra una mayor entrada de menores inmigrantes por su mera ubicación geográfica. Una situación, en plena frontera sur, que le ha llevado a soportar un periodo crítico en los meses de febrero y marzo debido a la inacción marroquí que derivó en un pase constante de niños. La solidaridad entre todas las comunidades autónomas es algo más que un deber moral. No se trata de empatizar con la necesidad que tiene Ceuta de trasladar a menores a territorio peninsular, sino de asumir que se trata de una situación sobrevenida que afecta a todos. Porque Ceuta esté en plena puerta no significa que tenga que hacerse cargo de una inmigración infantil que le supera teniendo en cuenta el espacio y el número de niños. No es un problema de Ceuta, lo es de todos. Decepcionante ha sido la respuesta obtenida en la Sectorial, tras negarse el reparto de los menores por todo el territorio español. Decepcionante y egoísta por parte de comunidades gobernadas por el PP que han dado buena muestra de una falta de empatía y un deficiente sentido de Estado que es digno de crítica. El traslado de menores lo han bloqueado territorios que deberían empatizar más que ningún otro con lo que lleva soportando durante muchos años en soledad este territorio. No es cuestión de dinero sino de aliviar la presión que soporta una ciudad que se ha visto obligada a echar mano de recursos con urgencia para poder superar situciones de auténtico colapso. Mal ejemplo el ofrecido en esta Sectorial, mal ejemplo en un país que parece repartido en pequeñas parcelas de poder insolidarias a las que se debe poner un punto y final.
Que clase de solaridad es acoger a niños que tienen sus padres vivos eso lo llamo yo negocio