¿Se puede vivir sin luz eléctrica ni agua corriente en el siglo XXI? Hasta hace unos días una humilde familia de Ceuta vivía así: Mohamed Mohamed Chairi y su hijo en su casa en la barriada de Juan Carlos I. Esta familia vivía en unas condiciones sumamente precarias, sin contar con ningún servicio básico. Pero lo más duro eran los días de lluvia, en los que se sentían completamente olvidados.
Para Mohamed no fue fácil contar su historia. Ya estaban acostumbrados a vivir así. Pero la desesperación y el querer algo mejor para su hijo, de solo 14 años, le llevaron a hacerlo hace unas semanas. “Ahora no me arrepiento de haberlo hecho porque gracias a vosotros muchísima gente me ha ayudado y por lo menos ya tenemos agua y estamos esperando a que vengan a engancharnos la luz, que era lo que más me preocupaba”, cuenta el ceutí.
Una nevera, un calentador, una lavadora, una televisión, una placa de gas, dos camas, un sofá, ropa, comida, agua y luz. Ya tienen todo esto gracias a la solidaridad de muchos de los ceutíes que se movilizaron por las redes sociales y que, incluso, se acercaron a casa de Mohamed para ver qué necesitaban él y su hijo.
“Muchísimas gracias a toda la gente de Ceuta por todo lo que han hecho por mí y por mi hijo. Los llevo a todos en el corazón por siempre. Gracias a todos los que nos han ayudado con más o con menos porque entre todos nos han pagado la deuda del agua y de la luz que teníamos, me han traído agua, una cama para mí y otra para mi hijo, comida y material para que el chico pueda estudiar bien. No tengo palabras, la verdad”, se emocionaba Mohamed.
Y es que para la familia significó una alegría “cuando empezamos a recibir llamadas de gente que nos quería ayudar”. Muchas personas aún siguen poniéndose en contacto con Mohamed, pero él ya tiene todo lo que necesitaba.
“No tenemos recursos, pero tampoco quiero dinero de la gente. Gracias a Dios ya no tengo que ir andando a la playa Benítez para llenar las garrafas de agua para ducharnos y lavar los platos y la ropa. A todos ya les digo que muchas gracias, pero ya tengo lo que necesito, que era sobre todo agua y luz porque con el resto me arreglo yo. Gracias a Dios para comer nunca nos falta”, agradecía aún con las heridas en las manos de cargar las garrafas de agua.
Mohamed seguirá trabajando en lo que le salga para poder darle todo lo que necesite a su hijo. Pero ahora que ya empieza a hacer bastante calor “por lo menos podemos tener agua fresca y no se nos estropea la comida”. Y sobre todo, está “mucho más tranquilo” porque ahora su hijo también está más feliz porque “puede estudiar y hacer sus deberes con su luz”. “Mi hijo cuando llegó del colegio y vio que teníamos agua se echó al suelo y empezó a llorar”, recuerda.
Llevaban meses así sin luz ni agua y han tenido que soportar durante toda la pandemia y el confinamiento esta situación. Pero finalmente esta historia ha tenido un final feliz “gracias al buen corazón de todas las personas de Ceuta”.
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