La pandemia provocada por el COVID-19 afecta a la manera de afrontar las actividades de socorrismo y vigilancia en Ceuta, a los profesionales entrenados para rescatar y salvar vidas en las playas.
Las normas y protocolos de seguridad y prevención han cambiado y las rutinas de trabajo se han modificado y adaptado por la seguridad de la ciudadanía. Los socorristas de Marsave han añadido un nuevo complemento a su uniforme: la mascarilla. Deben llevarla puesta en todo momento, es decir, cuando patrullan las playas a pie y en sus tareas constantes de vigilancia desde sus puestos estratégicos. Además deben portarla también dentro del puesto de salvamento ubicado en la playa por si algún bañista herido debe ser atendido y curado.
Todos los días desde que comenzó la temporada oficial de baño –el pasado 15 de junio–, a las doce de la mañana, el servicio de socorristas de Marsave está listo para comenzar su jornada. Primero cumplen instrucción y, después, anuncian el estado de la playa. Este jueves ha sido de bandera verde.
Antes de ocupar sus puestos anuncian por megafonía con cuatro mensajes diferentes la normativa que hay que seguir en la playa: los bañistas deben guardar la distancia de seguridad tanto dentro como fuera del agua, está prohibido el uso de colchonetas y realizar actividades deportivas, también el intercambio de toallas y bañadores entre no convivientes y, por último, recomiendan la desinfección de manos.
La pandemia ha provocado que la señalización y el diferente mobiliario de la playa también se haya tenido que modificar. Por ejemplo, los socorristas simplemente tienen la labor de socorrer y vigilar y no tienen la potestad de reorganizar la playa según las nuevas normas de distanciamiento social. Durante la mañana de jueves, los bañistas han respetado la distancia de seguridad pero el problema aparece por la tarde, cuando realmente sí que hay aglomeraciones. Ante estas situaciones, los socorristas, impotentes, nada pueden hacer.
Respecto al mobiliario, en la playa de La Ribera, faltan accesorios que deberían estar colocados por la seguridad de los bañistas desde que comenzó la temporada de baño. Los kayak y las motos de agua no tienen la señalización correspondiente para mantener el distanciamiento con la orilla y navegan libremente. A veces demasiado cerca de los bañistas y esto puede provocar accidentes. No hay ni rastro de las redes antimedusas ni de las boyas que controlan las embarcaciones.
En definitiva, las playas están para cuidarlas y disfrutarlas. Pero en época de pandemia es necesario que los bañistas se respeten por el bien de todos.
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