Ahórrense el ‘llévatelos a tu casa’ porque ya cansa. En una sociedad llena de cobardes ocultos tras las redes sociales que tienen como único objetivo atacar, criminalizar, despreciar y odiar a menores extranjeros es la única salida que parecen encontrar.
Estamos asistiendo a la difusión de una cadena de mensajes preñados de odio que no pueden ser normalizados. Agachar la cabeza, escuchar barbaridades y no alzar la voz es ser tan cobarde como ellos.
Que a finales de los 90 unos diputados en Ceuta llamaran mofetas a los niños que cruzaban la frontera para luego intentar expulsarlos hasta que la justicia y unos valientes policías locales se plantaron parecía estar superado. Hoy, 30 años después, no llaman mofetas a esos mismos niños, pero los presentan como violadores, asesinos y ladrones en la misma Asamblea donde piden, como años atrás, que los lleven a la frontera.
Este tipo de barbaridades no pueden ser toleradas y no solo porque se sostienen en mentiras, sino también porque atacan, cuestionan, criminalizan y marcan a quien no puede defenderse, al menor al que protegen todos los derechos, al menor que algunos pisotean porque sí.
A mí me importa bien poco el sentimiento de algunas personas miserables siempre que lo mantengan en su intimidad, en sus casas. Cuando ese sentimiento invade la esfera pública y genera riesgos en la sociedad entonces estamos hablando no de pareceres sino de verdaderos problemas.
Y ante esto no podemos permanecer quietos, callados, como si fuera normal. Odiar no es normal, mentir para atacar a un colectivo concreto que debe tener la culpa de todo tampoco. Pero esto pasa en Ceuta y esto se permite cuando quien no es así no alza su voz para plantarse.
Aquí hemos visto cómo se ha intentado culpar a estos menores de delitos que no han cometido hasta el punto de cuestionar la veracidad de informaciones policiales. Y no pasó nada, se dejó pasar como una anécdota, una metedura de pata.
Como hace más de 30 años estamos, hablando de lo mismo y odiando de igual forma.