Sobre los juegos olímpicos

No es necesario recurrir a la crítica fácil que se ha convertido en un fenómeno viral en las redes para criticar a la comitiva olímpica española. Los verdaderos errores del simpático proyecto de Madrid 2020 están en sus profundidades, bien ocultos como el más preciado de los tesoros o el más oscuro de los secretos. Pero lo más grave de todo ello ha sido, sin duda, el intento de confundirnos en términos fundamentales para justificar la obsesión olímpica, posteriormente rematado con las estúpidas excusas a su tremenda derrota, en otro ejemplo que refleja el pensamiento de buena parte de los políticos españoles de que somos idiotas de verdad.
En primer lugar, se nos quiso convencer durante un tiempo considerable de que la celebración de los JJOO en España se traduciría en un repunte importante de nuestra economía. No obstante, no hubo explicación específica acerca de cómo se desarrollaría, apenas exhibiendo bailes de cifras para marear a los españoles con la apariencia de un discurso magno. La prensa internacional tampoco parecía estar muy de acuerdo con la opinión de los representantes olímpicos de este país, señalando que los JJOO generaban mayor desembolso que beneficio.
En segundo lugar, los 1.900 millones de euros destinados a la organización de los JJOO de Madrid 2020 es una cifra ostensiblemente peor de lo que simbolizan sus cuatro dígitos. La razón es sencilla: Madrid posee la mayor parte de las instalaciones, el 80% según se ha confirmado, lo cual significa que esos casi 2.000 millones de euros irían destinados a cerrar un proyecto más que asentado. El montante final es, por lo tanto, sustancialmente superior. Tras el batacazo de los JJOO de 2020 y la confirmación de que no habrá candidatura de Madrid para los de 2024, la conclusión que deducimos es que ese espectacular gasto se ha desperdiciado, ya que los complejos no sirven para ningún fin a la altura del objeto de su construcción. No sería del todo serio animar el posible uso de las instalaciones para incentivar el deporte de la región y el español en general, puesto que las becas deportivas brillan por su ausencia, ni tampoco creo que sea lógico volcar dichas infraestructuras al ámbito amateur.
El hecho de que Madrid no se presente a la elección de 2024 es positivo en tanto que el país no tendrá que someterse a un despilfarro inmediato y no tendremos que sufrir las previsibles subidas de impuestos. Aunque parezca obvio, tenemos que recordar que aunque los JJOO se celebren “x” años después, el gasto se ejecuta a corto y medio plazo. No obstante, si miramos dicha renuncia desde un prisma diferente puede llegar a ser catalogada como negativa. Por un lado, por lo ya explicado en el párrafo anterior. Pero, por otro, también se estaría derrochando el gasto que ha supuesto movilizar las tres últimas candidaturas consecutivas con todo lo que ello conlleva. Y no, Madrid no tendría sólidas posibilidades de victoria presentándose como una de las hipotéticas candidatas a los juegos de 2028, porque en 2024 las máximas favoritas serán Berlín y París, lo que muy probablemente significará que los JJOO retornen a Europa. Partiendo de este supuesto debemos recordar que la costumbre de las elecciones de las sedes olímpicas suele evitar que se repita el mismo continente en ocasiones consecutivas, por lo que sería muy difícil que en 2028 los JJOO se celebren en Europa si ya lo hacen en 2024. Estamos hablando, pues, de la pérdida de una parte muy importante de lo invertido, habida cuenta de la cantidad de años en los que nos estaríamos moviendo y el consiguiente desarrollo técnico, que forzaría a Madrid a mejorar sus infraestructuras para competir con sus rivales para la candidatura de 2032.
En tercer lugar, la excusa originada tras el fracaso de que los votantes reunidos para elegir la ciudad que albergaría los nuevos JJOO estaban “comprados”, bajo el eufemismo de que conseguir sus votos era una cuestión de “alta política”, no parece muy adecuada. Esencialmente porque los capitales privados de Estambul podrían haber comprado la cabeza de todas y cada una de las personas dentro del recinto, y, sin embargo, la capital turca empató con Madrid para luego ser machacada por Tokio.
En definitiva, lo de siempre.