Sobre la policía de barrio

Desde hace un tiempo, varios de los partidos que se presentan a las próximas elecciones manifiestan su deseo de crear lo que ellos denominan Policía de barrio. Sin duda, algo que pudiera ser en principio positivo, pero que solo conociendo con claridad las cosas puede entenderse. No obstante, tengo la impresión de que lo piden sin más base que el deseo electoralista olvidando reconciliar los diversos intereses que existen para su realización. Es decir, que no han analizado exactamente lo que verdaderamente quieren o simplemente no asumen el objetivo que se pretende con este modelo policial. Consecuentemente, creo que no esta de más hacer un pequeño embozo de lo que significa la policía de barrio, lo que hay en ella y detrás de ella, al margen del costo económico, y lo que supone en una ciudad como la nuestra, para que su implantación sea posible.
En primer lugar, debemos señalar que uno de los fines principales de dicho modelo es el mantenimiento de la Seguridad Ciudadana. Por ello tendremos que saber que es lo que entendemos por Seguridad Pública, que tantas veces utilizamos. Porque es una idea que ha sufrido una constante evolución sujeta a la renovación social de las ciudades, pasando de ser un concepto en el que se defendían los intereses particulares de determinados grupos sociales a la defensa del interés general de toda la población sin distinción alguna. Actualmente y conforme con el Tribunal Supremo (STS 1983), se ha definido como: “Un concepto indeterminado equivalente a un estado de normalidad…”. Nueva definición que requería un nuevo modelo policial acorde al actual régimen de un estado social y democrático de derecho.
Debía, por ello, ser un nuevo modelo que requiriese de dos grandes principios: Uno basado en la especialidad correspondiente a las graves infracciones, y otro, basado en la proximidad correspondiente a las preocupaciones de los ciudadanos que les permitiese superar la inseguridad, tanto subjetiva como objetiva, que pudieran padecer. Este segundo principio es el fundamento de la tan demandada Policía de Barrio.
Pero, para ello, es necesario en primer lugar un cambio en la filosofía y adaptación de la organización policial a los diferentes entornos sociales en los que se vaya a implantar dicho servicio. Empresa, que en principio no resulta fácil, ya que al ser un modelo en continuo de desarrollo exige un constante proceso de adaptación del policía de barrio a la trama social. Y quizás uno de los problemas principales para su implantación sea la ambigüedad de sus funciones, porque: ¿La policía de barrio debe imitar los procedimientos seguidos de forma general por los demás grupos policiales o por el contrario se le debe reconocer una nueva filosofía policial?, o ¿Debe existir dada su especificad, una libertad de horario, sobre los demás servicios policiales? Son entre otras, algunas de las cuestiones importantes que deben plantearse.
Resulta, por tanto, el modelo de la Policía de Barrio un proyecto que exige la aparición de un policía nuevo, que considere al ciudadano como el objetivo final de su actividad. Ya que es un modelo cargado de ideas, descentralizado, esencialmente participativo, abierto a todas las opiniones y posibles mejoras. Es decir, se debe constituir un modelo que al tiempo de ofrecer la seguridad que se le requiera de forma puntal, transmita la necesidad de que el ciudadano se eduque y participe de forma activa y personal en su propia seguridad, interviniendo tanto a nivel personal como vecinal en los planes y actuaciones, gestionando constantemente la realidad social del momento así, como las posibles formulas de prevención y seguridad de su zona. Estos son los valores que deben imperar en la Policía de Barrio, es decir, los de una policía de información y servicios al ciudadano.
Por otra parte, surgen los problemas clásicos de introducir un engranaje nuevo en maquinarias ya en funcionamiento que producirán algún que otro desfase en la organización policial, como lo son la forma del servicio que rompe con la tradicional actitud jerarquizada y la necesidad de una verdadera integración e interrelación con las vecindades respectivas. Integración que exigirá a los futuros policías de barrio que adquieran unos hábitos y formas de pensamiento diferente al de los demás grupos policiales. Hábitos y pensamientos que al ser un servicio que se presta de uniforme y cuya función principal es la seguridad ciudadana, deben integrarse en la unidad correspondiente encargada de dicha misión, ya que será esta la unidad que deberá dar mayor apoyo al policía de barrio si se quiere facilitar el bienestar de los ciudadanos.
Hasta aquí, una pequeña reflexión de lo que significa e implica la Policía de Barrio, y que desde luego no es una tarea simple ni inmediata tanto en su formación como en su implantación. Y todo esto, desde el Partido Popular, hace tiempo que lo venimos analizando y sopesando, por eso no deja de ser sorprendente, que diversos grupos se hayan lanzado a la calle exigiendo su implantación sin más argumento que el electoral.
Y ya para concluir, este modelo, que a fin de cuentas no es más que una continuación del ya conocido e implantado en nuestra ciudad por el Cuerpo Nacional de Policía denominado “Policía de Proximidad”, y que fue una idea y un hecho que realizó el Partido Popular en 1997 en nuestra ciudad con gran éxito. Que, por cierto, recibió un premio nacional al proyecto denominado “Policía Escuela” en reconocimiento a su innovación.