Caballas intentó conseguir ayer la aprobación de un Observatorio de la Convivencia, que es algo así como crear un órgano en el que se analice cómo están las relaciones entre las culturas. Sinceramente creo que disponer de un órgano así tendría más sentido que mantener la Fundación Crisol de Culturas, que todavía ni sé para qué sirve al margen de encontrar un hueco político a los afines. También tendría más sentido que la Fundación Premio Convivencia, cuyas funciones bien pueden ser asumidas por Cultura. Tener este Observatorio permitiría, al menos, disponer de personas preparadas que hagan sus estudios, sus informes, sus conclusiones sobre lo que está pasando en la ciudad, sin esperar a los dictámenes como los que publica el Instituto Elcano que nos hace llevarnos las manos a la cabeza.
Hasta ahí la propuesta de Caballas tenía sentido. Pero, como era de esperar, el debate terminó por los mismos senderos de siempre. Que si racismo por aquí, que si oportunismos por allá... mientras las culturas con peso están cada vez más separadas. La convivencia se queda en el papel, con actos pueriles en los que la Ciudad invierte el dinero sin preocuparse de los riesgos que existen alrededor para garantizar que esa convivencia sea plena. Y ejemplos domésticos tenemos muchos. Hoy, sin ir más lejos, informamos del fallecimiento de otros dos ceutíes en Siria. Ya van tres. Y nadie habla de esto. Todos callan mientras en la calle se habla demasiado. El problema es de una gravedad tal que asusta que no haya siquiera una intervención política o religiosa para hablar con claridad de lo que está pasando. Esto afecta, y mucho, a la convivencia... pero se opta por el silencio.
Seguimos. Desde hace unos años se está introduciendo un control en las mezquitas dañino, que no provoca consecuencia buena para la convivencia. ¿Y qué ha hecho el Gobierno local? Empeorar las cosas politizando la religión porque garantiza votos. Recuerdo con vergüenza las últimas musal-la con Vivas y Chacón dando la mano a todos los que acudían a saludar. Hubiera sido lógico este acto si, también, se hubieran pronunciado cuando la Policía tuvo que escoltar a Liazid en la mezquita o cuando se han producido auténticas brechas entre entidades islámicas a las que dan subvención. ¿Damos dinero pero no intervenimos? No cuadra.
Si existe esa convivencia plena, como nos han vendido siempre porque interesa promocionalmente, deberíamos tener superados este tipo de asuntos. Pero ojo, superados por ambos lados, porque en este debate de la integración tienen que decir mucho todos, no solo unos. Y aquí, en cuanto hay problemas, callan y esperan que las heridas cicatricen para seguir arrastrando las mismas problemáticas.
Caballas lo ha llamado Observatorio de la convivencia. Ustedes pueden llamarlo como quieran, pero tener un órgano que aconseje y asesore sobre cómo está la realidad social no es que sea bueno, es que es sano. ¿No tenemos al CES para que asesore aunque luego la institución ignore lo que no le interesa? Con los vicios mentales hemos topado, de nuevo.