“Tenemos los teléfonos pinchados, no hagas nada hasta que ella te escriba”. El tribunal de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta lleva prácticamente dos meses escuchando declaraciones enmarcadas en el mayor juicio contra el blanqueo de capitales seguido en nuestra ciudad.
El trío de magistrados que componen la Sala ha conocido informes de todo tipo y atendido declaraciones de expertos y aficionados. Lo que no han podido saber es una de las partes más oscuras de todo este procedimiento, la que llevó a que la investigación por tráfico de drogas que llevaba a cabo la Guardia Civil quedara frustrada y derivara en un archivo judicial. Solo se siguió adelante con el procedimiento del blanqueo.
“Tenemos los teléfonos pinchados, no hagas nada hasta que ella te escriba”. Este fue el contenido del SMS que terminó con todo, un SMS envenenado. Un mensaje que no dio pie a una investigación judicial paralela y cuyo rastreo nunca se supo o no tuvo recorrido conocido.
“El día 14 vine aquí a Ceuta, en barco, y desde la estación me traían directo” a la sede judicial. “Venía a entregar el oficio” de la intervención telefónica, confesaba el instructor del OCON-Sur en su declaración judicial del pasado octubre. Al día siguiente alguien informó a los investigados que sus teléfonos estaban controlados, es decir, a pesar de las estrictas medidas de seguridad que se adoptaban se sabía los movimientos que estaba dando la cúpula de investigadores y se informó de aquello.
Alguien dio un chivatazo valioso, pero ese alguien nunca fue presentado ante la justicia. “Tenemos que tener un topo”, confesaba un miembro de la Guardia Civil de Ceuta, Cuerpo que compartió la investigación con el ya extinto OCON-Sur dada la envergadura que iba adquiriendo lo que había nacido como un seguimiento a una organización dedicada al petaqueo.
El Ministerio Fiscal lamentaba en su informe expuesto esta semana ante el tribunal cómo este hecho fue uno de los que impidió avanzar en las investigaciones por delito de narcotráfico, que tuvieron que ser archivadas. Eso y el descubrimiento de un micrófono en la embarcación sospechosa de estar dedicándose al petaqueo y al tráfico de estupefacientes.
“Lamentablemente, hubo dos hechos que determinaron la imposibilidad de la detención de los acusados por el delito de narcotráfico: el 21 de noviembre se halla la baliza y el micrófono en la embarcación Whiteseal, y el 15 de diciembre en la línea telefónica intervenida” a uno de los acusados “se recibe un SMS alertando de que todas las líneas están intervenidas y que no llame ni escriba”.
“A partir de dicho momento, el desarrollo de la investigación quedó seriamente comprometido, ya que los acusados intensifican las medidas de autoprotección y dejan de emplear los terminales telefónicos que estaban intervenidos, hasta el punto de que consiguieron culminar el transporte de la droga sin ser detectados por los investigadores en los primeros días de enero de 2019, provocando que la investigación no pudiera continuar y el sobreseimiento provisional de dichas diligencias previas mediante auto de 14 de abril de 2019”, expuso.
Aquello marcó un antes y un después, pero lo grave es que el procedimiento quedó enturbiado por una particular sombra negra cuya identidad nunca fue conocida. El grupo EDOA de la Guardia Civil llevaba 5 meses de investigación, pero todo aquello sirvió de bien poco.
La semana próxima culminará uno de los juicios más largos celebrados en la Audiencia con sombras demasiado alargadas y dos hermanos fugados de la Justicia desde hace cinco años.
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