El pulso ejercido a diario en la carretera nacional que conduce a la frontera es cuando menos vergonzoso. La denuncia valiente y clarificadora que efectuó la AEGC pone en evidencia lo que está sucediendo ante una situación que se convierte en insostenible. La Delegación del Gobierno calla ante la denuncia, grave, efectuada por la Asociación Española de la Guardia Civil, que reclama que se deje intervenir a las fuerzas de seguridad ante las situaciones que se producen en la carretera que conduce a la frontera. No se puede permitir por más tiempo lo que está sucediendo: con colapsos que afectan a los vecinos de las barriadas próximas, a los servicios de emergencias, a trabajadores de distintos colectivos o a escolares. Es indigno y no puede ser consentido. El sabotaje al que aludía el portavoz del Gobierno, Jacob Hachuel, se puso de manifiesto ayer, de nuevo, después de una mañana en la que se veía venir lo que iba a pasar, debido a que los coches patera estaban cargando la mercancía evitando así la utilización de las tarjetas. Las consecuencias las pagan todos los ciudadanos que, al igual que denuncia la AEGC, no entienden cómo puede permitirse esta situación, sin que no se den instrucciones claras a las fuerzas de seguridad para evitar el mal mayor que ahora se está repitiendo a diario, todas las tardes, de manera insultante e inhumana. Las imágenes, por repetidas, no pueden ser consentidas por más tiempo. No hay espacio a este tipo de situaciones. Al menos no debe haberlo, tal y como está ocurriendo.