Mientras el aumento de casos de enfermedades respiratorias ha encendido las alarmas en gran parte del territorio, en Ceuta el mayor problema más que la incidencia tiene que ver con las graves deficiencias que arrastra el sistema de salud, a lo que se suma una baja tasa de vacunación.
Aunque el panorama nacional es preocupante, el jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Laboral del Hospital Universitario de Ceuta, Julián Domínguez, considera que “alarmante” no sería el término adecuado para referirse a la situación local, estando dentro de lo previsible.
Sin embargo, destaca que “lo preocupante” es que ocurra lo mismo todos los años “y que todas las recomendaciones y todo lo que se ha estado diciendo caiga en el olvido”, agregando que “la Administración tampoco hace su tarea”.
Considera que es una pena “que andemos en esta situación”, tomando en cuenta lo que durante años han señalado los epidemiólogos.
Recuerda que en el informe nacional en el que participó para evaluar el desempeño del Sistema Nacional de Salud Español durante la pandemia, uno de los puntos señalaba la necesidad de reforzar la atención primaria “para que no volviera a pasar con ninguna otra pandemia, epidemia, con la gripe, ni con nada las cosas que han pasado, pero sigue pasando”.
Domínguez destaca problemas estructurales en un sistema de salud en el que urgen “muchísimos cambios” que a la fecha no se han hecho.
Al referirse a la situación real de Ceuta, en comparación con otros territorios, comenta que no es tan delicada como la nacional, “pero se han multiplicado entre cinco o seis el número de ingresos respecto a la semana anterior”, lo que suele pasar en los picos.
La información ofrecida por Domínguez corresponde a los datos generales de la semana obtenidos hasta el pasado jueves, faltando por analizar viernes, sábado y domingo.
Con este panorama inicial, a menos que haya algún cambio significativo, augura que “si tenemos suerte probablemente nos quedemos en el pico ahora y no tengamos más, como mucho la semana que viene, es la impresión que da”.
Aunque el pronóstico pareciera positivo, lamenta que haya factores que juegan en contra como una tasa de vacunación baja que atribuye a la fatiga postpandémica y a que las recomendaciones no calan en la población caballa al ser percibidas como una obligatoriedad que a la gente parece no gustarle.
“Tenemos un carácter los españoles, y los ceutíes en particular, que somo personas solidarias, sin embargo no se ve la vacunación como un acto de solidaridad y de bondad con los demás como lo es el uso de las mascarillas”.
Domínguez destaca que si la vacunación “no la vemos de esta manera”, sino más bien como un sacrificio, eso se traduce en los resultados que efectivamente se dan en la ciudad.
Adicionalmente está el error de percibir lo que ocurre como “una enfermedad leve”, sin tomar en cuenta a los más vulnerables como las personas de más de 80 años que representan la mayoría de los ingresos hospitalarios y que pueden convertirse en víctimas mortales.
Explica que “esta banalización de la enfermedad” es incorrecta” porque aunque pareciera una enfermedad leve en realidad no es así, “lo es individualizadamente y en personas sanas, pero en el resto puede no serlo”.
Otro concepto equivocado es que la vacunación no es efectiva, lo que contraargumenta Domínguez asegurando “es una de las vacunas más efectivas a nivel histórico”.
Lamenta que en la sociedad no termine de calar ese concepto de que “si nos vacunamos muchos nos ayudamos todos y protegemos a los más vulnerables”.
El jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Laboral del Hospital Universitario recalca una vez más que en la ciudad falta un desarrollo importante de la estructura de salud pública. “Nos hace falta estructura, no tiene la ciudad suficientes recursos .
En este sentido, recuerda el listado de necesidades presentadas desde la Asociación para la Defensa de la Salud Pública.
Será en el pleno extraordinario del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud de este lunes cuando la ministra de Sanidad, Mónica García, proponga a las comunidades autónomas el uso obligatorio de la mascarilla en los centros sanitarios y sociosanitarios de manera transitoria.
“Vista la lección aprendida durante la pandemia siempre digo la misma frase, parece que a la gente cuando se le pone la obligatoriedad de una medida está pensando en que se le quita un derecho fundamental o que se le está haciendo un daño personal”, lamenta Domínguez al respecto.
Insiste en que en realidad esta obligatoriedad es una medida de protección para ellos mismos y los demás.
La conclusión que saca es que el uso del cubrebocas es un acto de solidaridad, “cuando alguien que tiene síntomas se pone una mascarilla lo que hace es evitar contagiar a otros”.
No obstante, opina que en Ceuta pareciera que proponer desde la obligatoriedad resulta contraproducente y genera un rechazo general.
Pero asegura que el uso de la mascarilla “sigue siendo vigente y de forma obligatoria y se ha cumplido en los centros sanitarios, en el hospital, ha seguido siéndolo y no ha cambiado en las urgencias y en las consultas cuando se atiende a los pacientes, y en áreas que tienen muchos enfermos vulnerables, ya en el resto no”.
Recuerda, asimismo, que hay otro grupo que mantiene el uso de los cubrebocas, los vulnerables, y que lo hacen “en defensa propia”.
Sobre el planteamiento que irá este lunes al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud señala que efectivamente hay que insistir en las recomendaciones en los centros cerrados, que en los centros sociosanitarios debe ser obligatorio y que incluso debería ampliarse a las residencias.
Domínguez también aprovecha la oportunidad para hacer una serie de recomendaciones a la ciudadanía. Para las personas con síntomas de alguna infección respiratoria aguda, la etiqueta respiratoria es fundamental si no se tiene una mascarilla a la mano, además de usar pañuelos desechables y solución hidroalcohólica para la higiene de manos.
Mantener la distancia interpersonal todo lo que se pueda, un metro es suficiente, también es importante. “En la gripe las gotas no son como en el Covid que son mucho más transmisibles, entonces con una distancia razonable, etiqueta respiratoria, mascarilla y solución hidroalcohólica, la transmisión baja radicalmente”, asegura el jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Laboral del Hospital Universitario de Ceuta.
Pone como ejemplo que cuando la mascarilla era obligatoria por la pandemia no hubo casos de gripe.
También recomienda la ventilación de edificios, locales y establecimientos de cualquier tipo e incluso en los centros con enfermos las extracciones que ya se hacen.
Para quienes no tengan ningún síntoma pero formen parte de la población vulnerable y vayan a lugares con aglomeraciones sin la posibilidad de poder respetar la distancia interpersonal, la mascarilla es necesaria. Y para el resto de las personas, sin la distancia de un metro y aglomeraciones, lo mejor es tener un cubrebocas a la mano para ponérselo cuando sea necesario, también cuando visiten los centros sanitarios y a las personas mayores.
“La obligatoriedad es para protegerte y para proteger a los demás”, insiste Domínguez.
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