Sindicalistas tendidos al sol

Parece  que ésa es la imagen que nos da la medida de la actitud que han estado adoptando los dirigentes sindicales de la UGT y de CCOO desde que le montaron en 2002 un pedazo de huelga al ‘tío del bigote’. Desde entonces acá prácticamente nada de nada. Estar tendidos al sol, y poner el cazo. Eso es. Cuando venían ‘biendadas’ a nadie se le ocurrió, y mucho menos al sindicalismo militante, hacer una reforma laboral. Todos, políticos, sindicalistas y empresarios, se dejaron llevar por la bonanza de los tiempos, sin pensar que las reformas de cualquier tipo hay que hacerlas cuando no nos acecha la premura, o, en todo caso, cuando no existe el temor de que nos la impongan desde el exterior, como ha sucedido en el momento presente. Ahora todo son prisas y malas caras. Y así el Gobierno anuncia que ya tiene preparada su Reforma del Mercado Laboral al margen de los sindicatos, si éstos no se avienen a consensuarla. Lástima que se hayan perdido, al menos, dos años para acometer un trabajo que en la actualidad les quema las manos. Pero claro, el presidente Zapatero se ha visto obligado a cambiar a la fuerza sus presupuestos ideológicos, anunciando, sin mover un músculo, que “éste es el momento oportuno”. Claro que éste es el momento oportuno, como que desde la UE le han remitido dos avisos, con peligro de enviarle el toro a los chiqueros, usando términos taurinos. Así que no nos venga ahora con sus clásicas fantasmadas.
Escribía el periodista Salvador Sostres que cuando a uno le ponen ante la evidencia de su propia necedad, el primer intento es destruir la evidencia, pero la necedad permanece. Eso es justito lo que les ha pasado al inefable Zapatero y a los ¿líderes? Toxo, antes a Fidalgo, y Méndez. Al menos José María Fidalgo se ha caído del caballo camino de ningún Damasco y ahora se muestra partidario de un recorte de las subvenciones a sindicatos y partidos políticos, tal y como propuso ¡el partido popular! Asimismo, el antiguo líder de CCOO ha hecho acto de contrición y confiesa que lamenta haberle montado a Aznar en 2002 aquella famosa huelga. ¡A buenas horas, mangas verdes!
Ambos, Toxo y Méndez, parecen dos almas en pena cuando aparecen de cara a las cámaras. No se creen que su amado Zapatero, campeón de los derechos sociales, vaya a jugarles una mala pasada, y, por otra parte, están con el rostro compungido porque así están siendo impelidos a una huelga general, que, de momento, muchos confiesan que es, ahora, improcedente.
Incluso, ellos dos, Toxo y Méndez, dudan de su eficacia a toro pasado. ¿Para qué una huelga en estos momentos? ¿Va a cambiar Zapatero sus presupuestos ante la amenaza sindical? Los sindicalistas Méndez y Toxo, “palanganeros del Presidente”, se sienten abandonados a su suerte y apenas confían en que su huelga general se vea coronada por el éxito. Pienso que no tendrán las suficientes agallas de paralizar un país con una huelga general con lo que está cayendo. Dudan de que la sociedad civil se ponga detrás de ellos. Usted no debería hacerlo, amble lector.
Han paralizado convenios entre empresarios y trabajadores imponiendo condiciones propias de sindicatos arcaicos. Sindicatos egoístas que no han querido darse  cuenta de que con este estado de cosas caminamos hacia el despeñadero. UGT y CCOO han dado muestras de que lo único que les interesa es satisfacer sus ambiciones personales, a pesar de ver cómo aumentaba día a día el número de parados.     
Ya es hora de que la antigualla sindical,  que tiene cogido al Gobierno por donde más le duele, y esa izquierda con olor a naftalina se den cuenta de que esto es el siglo XXI y no el XIX, y de que es preciso abandonar conductas y recetas decimonónicas para encarar una sociedad que no tiene nada que ver con aquella del XIX. No es que el siglo de Internet vaya a prescindir –en palabras del periodista J.G. Gundín– de las organizaciones sindicales, pero sí de la ‘carcunda sindical’, que no se inmuta pese a que la mitad de los jóvenes está en paro y mañana sin pensión. ¿Harán caso los sectarios Toxo y Méndez? En esas estamos.