Algo que he oído y leído hasta la saciedad sobre esta película en los últimos días es que se trata de una “revisión necesaria”, afirmación oficial con la que no estoy de acuerdo, reconociendo que el producto final en algunos puntos incluso supera a su hermana sueca. Sin embargo, me parece escandalosamente pronto para aportar una visión nada nueva de una historia calcadita que cuenta con energía y fidelidad la primera entrega de la saga literaria de Stieg Larsson. Eso sí, con la misma ausencia de complejos (el caso era darse prisa para que no acabara rodándola otro) y un estilo propio que encaja en este millonario encargo a la perfección, el director David Fincher, firmante de verdaderos estandartes como Seven, El Club de la Lucha, Zodiac o La red social, se adentra encantado en lo sórdido de la ambientación poco “made in USA” de las peripecias del periodista-estrella y la heroína moderna en la que se ha convertido la gótica atormentada Lisbeth Salander. No se corta tampoco Fincher en usar su maestría con las atmósferas oscuras y de oxígeno viciado al servicio de lo política y explícitamente incorrecto en el cómo de todo, lo que de verdad tiene de potente esta historia.
Noomi Rapace puso el listón bien alto en la cinta sueca con su interpretación de la rebelde con causa, cresta y cuero negro, pero resulta admirable apreciar que la joven Rooney Mara acepta el reto y sin hacer mucho ruido plasma en la pantalla una Lisbeth igualmente magnética y con un plus de humanidad, todo un logro. Daniel Craig, quizá excesivamente contenido y a diferencia de Robin Wright, no aporta lo que su caché y honorarios publicitan (quizá esta última palabra sea la clave de su presencia en la película).
Una gran minuciosidad con montaje y detalles a la mínima expresión sirven para dar vida a la Suecia (es de agradecer que a nadie le haya pasado por la cabeza permitir que se traslade esta historia a Nueva York) más profunda y helada, con el uso correcto del tempo y la tensión en unas pesquisas criminales que deslumbran por lo verosímil y mundano dentro de la excepcionalidad de un caso así.
Si perdonamos el pecado de ansia que se ha cometido “Millenniumsaturando” al personal y observamos el tema con la mayor objetividad posible, este trabajo resulta más que interesante en sus dos horas y media largas de exigente y necesaria duración del metraje. Envidio a los pocos que nada saben de la ya archifamosa trilogía, de la que sin duda esta primera entrega es la mejor, o que al menos no hayan visto la que ridículamente hay que llamar “antigua” visión de los hechos, puesto que nada pierden si se quedan con la de Fincher, lo cual no es en absoluto desdeñable cuando estamos hablando, viva la originalidad, del remake de una adaptación.
Puntuación: 7
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