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Niños sin apellidos: la realidad de los bebés marroquíes nacidos en Ceuta

La otra cara del cierre de la frontera es la de los niños, españoles o marroquíes, poco importa, que viajaron con sus padres a Marruecos y viceversa antes de que el Tarajal se convirtiera en el desierto que es hoy. Un límite que separa Ceuta y Marruecos y que hace hoy seis meses un vecino país inapelable decidió cerrar. Han pasado 184 días, también con sus noches, desde aquel 13 de marzo que dejó atrapados en nuestra ciudad a centenares de personas.

Niños que están atrapados en un país que no es el suyo y muchos que, por capricho del destino, nacieron aquí. Los niños sin apellidos. Desde su nacimiento, un niño tiene derecho a tener un nombre y un apellido. Todo recién nacido debe ser registrado inmediatamente después de su nacimiento para tener un apellido y una nacionalidad. No es el caso de Amina y Amira, protagonistas junto a sus madres Noura y Laila de este reportaje.

Después de seis meses abandonadas a su suerte por su país ya no saben cómo gritar que por favor quieren volver a sus casas, con sus familias en Marruecos.

Dieron a luz en Ceuta, solas y sin sus familias

El tiempo pasa lento y más cuando uno está lejos de los suyos. Noura Lamarti Bousmaha, una tetuaní de 29 años, hubiera necesitado y mucho a su madre en su primer parto aquel 5 de abril. “Llegué con ocho meses de embarazo y pasé un mes aquí hasta que traje al mundo a la niña. El día que traje a la niña en el hospital, dejaron a mi hija una semana en la incubadora ya que las defensas de la niña eran muy bajas. Tenía mucho miedo de que se contagiara del virus, pero por aquel entonces no nos hicieron las pruebas. Amina estaba enferma y con las defensas bajas. Pero nació con tres kilos de peso. Es mi primera niña y como ves se han quedado sin verla mi familia y su padre” relató la joven.

La historia de Laila El Faddali, también tetuaní de 31 años, es algo más dura. Vino a nuestra ciudad con siete meses de embarazo, pero su niña, Amira, quiso nacer antes de tiempo aquel 11 de marzo. Poco antes, el día 9 Laila había llegado a Ceuta con su hermana para comprar algunas cosas para la niña.

“Yo he venido para ver un poco de ropa para mi hija porque yo tenía ocho meses de embarazado e iba a salir para Marruecos. Pero no sé que me pasó, que se me subió la tensión y me caí al suelo. Como mi hermana estaba conmigo, me llevó a Urgencias y ya no me dejaron salir porque tenía la tensión muy alta, a 17, y la vida de la niña y la mía estaban en riesgo. Por eso, me hicieron la cesárea y la niña nació un mes antes de su fecha”, contó Laila.

Después del parto estuvo diez días ingresada en el hospital porque la tensión no se le bajaba y los médicos temían por su vida. No tuvo a su madre ni a su marido a su lado, pero por lo menos pudo apoyarse en su hermana. Ambas estaban desesperadas y en la calle, pero una ceutí las acogió en su casa.

“Me ha encontrado una mujer en la calle llorando sin saber qué iba a hacer porque la frontera estaba cerrada y yo no tengo nadie aquí. Me llevó con ella y nos quedamos en su casa mi hermana y yo”, continuó la madre de Amira.

Muchos eran los marroquíes que visitaban Ceuta aquel día

Sin embargo, Noura llegó antes, el 8 de marzo, y casi consigue volver a Marruecos, pero en el último momento no pudo hacerlo. En estos meses, su abuela, la que era como su segunda madre, ha fallecido y no ha podido darle un último adiós.

“Vine para unas compras y al final me quedé con mi prima en su casa. Mi marido volvió a Marruecos y y el viernes cuando iba a volver para recogerme se cerró la frontera ese mismo jueves. Al principio estaba con mi prima. Pero era mucha carga para ella ya que no era solo un mes y me echó. A partir de ahí gracias a Dios a la ayuda de unas personas conseguí una habitación para nosotras hasta el día de hoy”, narró Noura.

Tenía todo listo para la niña. “Pero aquí no tengo nada, solo la ayuda de la gente que nos han dado donde dormir. Antes no tenía sitio pero ahora y gracias la gente nos han dado una cuna. Lo pasamos mal, pero menos mal que aún hay gente solidaria”, prosiguió.

Amira, la niña de Laila, lleva unos días enferma con fiebre por los dientes y dolor de barriga, o al menos eso piensa Laila porque al ser tan pequeñita no puede decir lo que le duele. Hasta ahí nada fuera de lo común, pero Laila está asustada porque ya perdió a su primera hija nada más nacer en Tetuán. Un recuerdo que le persigue y le atormenta.

“La niña todo el tiempo está llorando por su barriga, le duele y le duele mucho. Cuando la llevo a urgencias, me dicen que tengo que llevarla a un pediatra de pago, pero ¿cómo voy a llevarla si no tengo nada?. No tengo dinero, ni trabajo, ni nadie aquí para ayudarme. He llamado al Consulado, les he dicho que tengo a mi niña enferma y que quiero salir, pero no me dan ninguna solución. Ahora ya dicen que la frontera está bien porque como hay vuelos y se puede ir por el mar, pero ¿cómo lo voy a hacer yo si solo tengo el pasaporte verde? Con ese no puedo salir de Ceuta”, comentó desesperada Laila.

El otro martirio de esta marroquí es que su marido no pudiera venir al parto y conocer a la niña. “Mi marido no tiene pasaporte y no puede entrar. Además la frontera está cerrada. Esta es la segunda hija que tengo porque la primera murió y esta que vive no puede verla. La niña no sabe quién es su padre, quién es su abuela ni nadie de su familia. Solo conoce a mi hermana y a la gente que estamos aquí con ella”, lamentó intentando no volver a emocionarse, tras lo que rompió a llorar.

Aún no son ni españolas ni marroquíes

Tampoco están inscritas en el Registro Civil porque les pusieron muchas trabas. De momento, les han dado un papel con el que pueden pasar por la frontera. Pero para registrar a las niñas y que puedan tener Seguridad Social necesitan toda la documentación que tienen en su casa, en Marruecos.

“Todavía no está registrada la niña. No querían ya que hemos tardado en ir al registro debido al confinamiento y cuando fui me dijeron que ya era tarde. Al principio todos estábamos confinados. Cuando terminó el estado de alarma fuimos allí y no querían. Solo nos han dado un papel con el nombre de ella y de su padre. Nos dijeron que hasta que no salgáis al Consulado y tengáis los papeles no podréis tener el registro”, comentó Noura, madre de Amina.

Sin esos papeles no hay nada. Ni siquiera vacunas pues tanto Amina con cinco meses como Amira con casi siete deberían tener ya puestas por lo menos dos o tres. “Después de eso, no quisieron vacunar a mi hija. Intentaba que le vacunaran pero al no tener seguro no querían vacunarla. Les dije que la niña nació enferma y con las defensas bajas pero para vacunarla no querían. Está sin ninguna vacuna y la niña en nada tendrá 5 meses y sigue sin vacuna”, lamentó.

Confusión a cerca de unas listas en las que estaban apuntadas, pero no tuvieron suerte

Tanto Noura como Laila estaban apuntadas en las listas que se manejaron durante las repatriaciones. Pero nadie les dio ninguna esperanza y no fueron de las mujeres y sus bebés que aquella noche abandonaban Ceuta.

Llevan medio año en tierra de nadie. No aguantan más esta situación y el cansancio en sus ojos es evidente. No paran de darle vueltas a la cabeza a todas horas. Estuvieron presentes en una de las noches más difíciles e imposibles de olvidar como las vividas durante las repatriaciones.

Agradecen a los ceutíes que les están ayudando desde el principio de esta pesadilla y reconocen que les están tratando “muy bien”. Se han convertido en estos meses en su familia, en su hombro en el que apoyarse y en su paño de lágrimas cuando parece que su propio país les da la espalda.

A pesar de su timidez, son muy contundentes en sus palabras. Piden a Marruecos que se pronuncia con respecto a la frontera con Ceuta y tome medidas “urgentes”.

“Pedimos que nos abran la frontera para volver a nuestras a casas. Tenemos nuestras casas y todo allí. Los niños están sin ver a sus padres. Llevamos seis meses sin descanso. Estamos mal físicamente, mentalmente y económicamente. Estamos al límite. No estamos en nuestro país. Pedimos a nuestro país, a nuestro Rey Mohamed VI, que nos abra la frontera. Solo eso, no queremos más”, insistió Noura.

Esta es la realidad de muchos niños que han nacido en estos meses en nuestra ciudad. Lo único que quieren estas madres es que sus niñas puedan pronto conocer a sus padres y que estos puedan darles sus apellidos.

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