Sillas calentitas

El otro día había una polémica iniciada en los facebuses por Enrique del Pozo , ¿se acuerdan?...el cantante de Enrique y Ana , que hizo las delicias de tantos niños. Pues sí , solo que ahora trabaja- fundamentalmente- como colaborador de programas “rosas”, también llamados de cotilleos o de a ver a quién le clavo el puñal, en la espalda.           
La cosa es que la vida se le deviene difícil, para poder participar, dado de que como-esto es de mi cosecha-pagan bien y el trabajo no es de minero chileno encerrado, pues se dan hostias televisivas, para subir la audiencia y que las cadenas les sigan dejando su silla calentita.           
Como ya habrán captado, que ustedes son muy listos, las sillas calentitas son las de los programas asignadas a esos colaboradores, que hacen lo que sea, por seguir anclados en ellas. A mí que me perdonen la petulancia , me recuerdan a los cargos políticos puestos a dedo y a la gente que se acomoda en una poltrona y ya no hay quien los saque de ella , como muchos de esos que conocemos todos, que no se sabe cómo y cambiando el gobierno, siguen en su puesto ,con mediocridad e invisibilidad , comiendo la sopa boba, preguntándose todo el mundo cómo consiguen el milagro de los panes y los peces. En el caso de las cadenas , se lo puedo decir yo misma y miren que no por experiencia, sino por el verano y la no siesta de mis hijos, que, a base de intentarlo y ponerle lo más plasta, a ver si se dormían, me enganché –ya saben lo malas que son las drogas duras- a la versión veraniega de Telecinco , descubriendo las idiosincrasias de propios y extraños, que llegan , de la lengua de periodistas con años de experiencia y otros, que arribaron con orgullo sobrado, no se me crean que se amilanan por eso, porque el marido les pegaba o porque rajaban a destajo de lo que fuera, o simplemente, porque se mueven en la noche y van de vampiros, pero no psíquicos, ni de sangre, sino de cotilleos y exclusivas.                                                                                                                                                     
Hoy me despierta la prensa y leo –entusiasmada- que hay algunas compañías aéreas que se están planteando la innovación, de vender asientos verticales, para que la gente vaya de pie, magno invento, que con la rechufla gaditana, perdóneme, pero  me puede el localismo, cuando se refiere a sacarle punta a las cosas, en los comentarios,  a la noticia, proponen -entre otras- que a las personas mayores se les habiliten las alas a las que se podría incorporar unas macecitas de geranios, por eso de tomar la fresquita, y a los niños, se les acomode en los portaequipajes y el resto, vayamos, en plan lata de sardina… Pero que lo son las cosas, a mi todo esto que parece tan cutre, me ha dado una idea para vendérsela a los de las cadenas privadas y que no tengan que dejar a nadie sin empleo, que ya es difícil conseguir uno y más si empiezas  a trabajar a media tarde y luego sales a las ocho, que , por hacer cuatro tonterías y que te traten como cualquier cosa, que te digan barbaridades o que tú las digas, ya vas bien aviado y sacas tus buenos cuartos , para pagar la hipoteca y las juergas y los regalitos, vamos,  que ni comparación tiene , con estudiar periodismo y trabajar en un periódico de tres al cuarto, para hacerte un nombre y mamarte horas enteras al pie del cañón en una redacción o engancharte a las entrevistas o palparte la actualidad , como si te fuera la vida en ello, o irte con una alcachofa y un escudo , que ponga en ingles prensa , a medio Oriente o a Afganistán, donde lo mismo te regalan un misil , que una lluvia de hermosas piedra.                                                                                                        
Así que yo propongo , que, como los programas culturales no venden nada y en cambio la miseria humana , mucho , que pongan en los platós sillas verticales , para los colaboradores, que les haga parecer marionetas, que es lo que somos todos en realidad, simples y estúpidas marionetas, que devoramos la basura que nos dan a comer y encima,  babeamos por ella.