Hoy son otros los afectados, pero la historia se repite y las quejas de quienes la sufren, una vez más, llegan hasta la redacción de El Faro de Ceuta desde ambos lados del
Estrecho. El relato es el siguiente. “Llevamos aquí desde las once de la mañana, pues embarcábamos a las once y media, y son más de las doce y se acaban de acercar los trabajadores de la naviera para avisar de que el barco llegará con una hora más de retraso. Y aquí no hay ni una botella de agua para los niños. Todos encerrados en los coches, con el aire al máximo, a pleno sol. Esto es una vergüenza”, explica una de las decenas de familias que ahora mismo están en esa misma situación en la explanada previa al embarque en el puerto de Ceuta. El lamento era similar este domingo desde el otro lado, ya que la acumulación de retrasos por la OPE afecta a ambas orillas.
Varias filas de
vehículos, como se aprecia claramente en las imágenes, esperan al próximo barco. Reina la resignación. La de saber que no hay más remedio que armarse de paciencia y esperar. Pero aseguran, su paciencia, sería mucho mayor si al menos desde el puerto, en previsión de las altas temperaturas y la alta afluencia, se hubieran previsto y facilitado cosas tan básicas como unos dispensadores de bebida o algunas zonas de sombra para aguantar la espera.
Datos oficiales de esta misma mañana indican que cerca de 4.000 vehículos no residentes (es decir, vinculados directamente con la
Operación Paso del Estrecho) han cruzado la frontera del Tarajal este fin de semana. Turismos que, previamente, cruzaron el Estrecho. Y aunque la previsión es que en estos primeros días de la semana la afluencia vaya a la baja, en la mañana de este lunes se comprueba que la cantidad de pasajeros en la ruta (tanto para entrar como para salir de Ceuta) todavía es alta. Finalmente, el embarque programado para las 11.30 se ha realizado sobre las 12.30. Exactamente con una hora de retraso y, eso sí, de forma ágil y rápida. Pero de nuevo las miradas se tornan hacia la poca consideración por el estado en el que cientos de personas aguardan, día tras día, entrar en su barco a pleno sol.