Siempre que se aborda un trabajo llegan momentos en los que el desánimo se adueña de la mente de quien ha asumido la responsabilidad del mismo. Toda persona tiene un trabajo de la máxima importancia; su propia vida. Es lo más importante que el ser humano tiene, tanto para el ser inteligente como para el torpe, para el potentado como para el pordiosero, para el espabilado como para el que es apocado.
Todos tenemos la misma misión básica, que no es otra que la de hacer el bien a todo el mundo, sin mirar a quien; a todo lo que lo necesite, sea lo que sea. No es fácil esa tarea, pero sí la más importante a la par que variada. No hay nada que deba ser desechado porque tenga poco valor. Quizás en ese algo que pasa desapercibido para muchos pero que ha merecido la atención de una persona, de una sólo en el mundo, debe ir adelante con todos los sacrificios que sean necesarios para prestarle la ayuda que necesite. Tenemos a la vista esos ejemplos de generosidad, de gente que se desprende de todo lo personal para ir en auxilio -material y moral- de quienes están necesitados de ello. Cada persona tiene necesidad de ir adelante para ocupar en la sociedad el puesto para el que está preparado después de largos años de estudios y de formación de todo tipo. Y es ahí, en esos puestos de mayor relieve y responsabilidad, donde debe seguir con su mente y corazón puestos en esos detalles humanos del sufrimiento moral y material. Nadie, por muy encumbrado que esté, debe dejar de mirar con cariño a quienes padecen; por la razón que sea en cada uno de estos. Debe seguir adelante, pero llevando con él a los que sufren. Es una labor personal aunque se pueda estar encuadrado en alguna Organización, del tipo que sea. Tu personalidad no la debes perder nunca, ni siquiera cuando quieras ser un anónimo personaje. Tú eres responsable de tus acciones porque tu conciencia así te lo exige. ¿Acaso en cualquier manifestación pública tumultuaria, queda anulada la responsabilidad personal de cada uno de los seres humanos que la integran? Por muy comunes que sean los gritos que se profieran tiene una responsabilidad determinada para cada persona. Esa responsabilidad personal, de la que nadie está exento, debe ser encauzada por los caminos del bien y así habrá paz en nuestras almas. Ir hacia las mejores metas es una cuestión de responsabilidad personal y para toda persona es motivo de satisfacción sentirse responsable de algo que la Humanidad necesita para su bien como es la paz que proporciona el amor, fuerte y profundo del alma. Sigamos adelante siempre, aunque las condiciones materiales sean adversas y duras. La fortaleza del alma se hace más hermosa en la adversidad.
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