La pandemia del coronavirus ha hecho que nuestras perspectivas cambien por completo y valoremos mucho más aquellas cosas que antes parecían no tener la importancia que debieran. Los sanitarios han demostrado, de nuevo, su calidad humana. Han estado desde el primer día intentado salvar vidas de un virus que entró y era completamente desconocido. Son personas que permanecen bajo el anonimato y que realizan su trabajo por devoción.
Así lo piensa Lucía Prieto Rodríguez, elegida ganadora del premio María de Eza, quien confiesa sentirse “abrumada” por este reconocimiento. En esta entrevista con El Faro de Ceuta recalca que ella “no merecía” este premio individual, ya que ha sido un trabajo de meses de todos sus compañeros. Humilde, ante todo, ha estado desde el primer día en la Residencia Nuestra Señora de África luchando contra un virus que sigue presente en nuestras vidas.
-Cuéntanos cómo ha sido su trayectoria profesional que ahora queda reconocida con este premio.
-Pertenezco a la promoción 1986/89, la séptima de diplomados/as en Enfermería formados en Ceuta, en nuestra antigua y querida Escuela de Enfermería de Cruz Roja, adscrita, entonces a la Universidad de Granada, la actual Facultad de Ciencias de la Salud. Soy una de muchas enfermeras formada por un grupo de excelentes profesionales docentes de Ceuta en la cultura del trabajo, del esfuerzo y al amparo del conocimiento científico. Desde entonces todos los demás estudios que he cursado, licenciatura, máster, la especialidad en Enfermería geriátrica y gerontológica... han tenido como finalidad intentar estar a la altura de lo que mi profesión, la Enfermería, requiere.
"En los primeros meses del covid en la residencia se vivieron muchos momentos de incertidumbre"
Mi primer contrato, recién terminada la carrera, fue en la UCI del Hospital de Cruz Roja y recuerdo esos tiempos con muchísimo cariño. Desde 1996, que aprobé una plaza en el Imserso, me dedico a la Enfermería Geriátrica y Gerontología en la residencia de mayores. Casi 32 años ya de profesión.
-¿Desde cuándo lleva compartiendo la vida sanitaria con la de docente? ¿Cómo calificaría la experiencia?
-Pues te diría que casi desde el principio. Ya cuando estudiaba la carrera, en segundo curso, me presenté a las plazas de alumna interna, era una figura de alumna becada que colaboraba, siempre bajo su supervisión, con el profesorado en la Docencia. Pero formalmente desde el año 1991, dos después de terminar la carrera, cuando la universidad de Granada convocó plaza de docentes a tiempo parcial. Desde entonces hasta ahora, en que soy PDI asociada del Departamento de Enfermería de la UGR.
La experiencia es muy positiva, casi necesaria diría, sobre todo en carreras profesionalizantes como la Enfermería en las que el contacto directo entre la realidad diaria de la profesión y lo que se enseña en el aula a futuros/as profesionales de la Enfermería es de vital importancia para el desarrollo de disciplinas como la Enfermería, sin que pierdan el sentido final de devolver a la sociedad lo que en la Universidad se aprende.
-Trabajando en la Residencia Nuestra Señora de África le toca vivir la pandemia, ¿cómo fueron los primeros meses de incertidumbre?, ¿qué ha cambiado de vuestro día a día?
-Fueron justo así, de incertidumbre. En nuestro caso, la incertidumbre la compensamos enfocándonos en el trabajo en equipo, en nuestra experiencia laboral con mayores y en el sentido común. Tuvimos claro desde el principio solo una cosa: que debíamos ir por delante del coronavirus, intentando no hacerle concesiones, planificando hasta el peor de los escenarios. Han sido meses muy duros, cuidar a personas que enfermaron de covid, muy duro sin duda, pero intentar mantener las Residencias de Mayores libres de virus, no menos duro te lo aseguro. Todos los días los noticiarios abrían con brotes en residencias con resultados desgarradores.
"Cuando se detectó el primer caso en la residencia fue un momento descorazonador"
No tengo palabras para los que formamos ese equipo inicial: Gonzalo, mi compañero de profesión de muchos años, mi amigo y mi jefe, el director de la residencia; Mª Jesús, que además de compañera de profesión, ya no es que somos amigas, somos familia, a mi lado en tantas guerras ya. Mi hija enfermera Carolina, la siguiente generación de enfermeras dedicada a los mayores que nos levantan cuando caemos con su buen hacer. Esa María, que no hay nada que no pueda conseguir. En fin, que no tengo palabras para recordar a la gente de Ceuta que solo soy una más de muchas personas que hacemos lo mejor que podemos nuestro trabajo cada día.
Las Residencias de Mayores en nuestro país forman parte de una estructura compleja y heterogénea, ‘lo sociosanitario’: la pandemia nos ha enseñado que a veces esto es una fortaleza, como el caso de nuestra ciudad, otras no lo es tanto, como hemos visto en muchos casos en otras localidades. La coordinación, no formal, pero coordinación a fin de cuentas entre lo sanitario y lo social ha sido básica, crucial, para mantener libres de coronavirus las Residencias en Ceuta. Fácil no ha sido por la falta de esta estructura, pero hemos sentido el apoyo de todo el mundo en la ciudad y se pudieron tender puentes que posibilitaron esta coordinación y el objetivo al final de mantener a salvo a los mayores que viven en las Residencias en nuestra ciudad. Y debo decir, hasta el momento, porque no bajamos las guardia, seguimos sin querer hacer ni una concesión al coronavirus.
"Todos hemos sufrido tener que cambiar nuestra forma de vida por el coronavirus"
Quisiera agradecer a toda la ciudad de Ceuta, sin olvidar a nadie, el apoyo que nos han dado desde fuera a las Residencias de mayores. Desde esos makers, imprimiendo en 3 D en sus casas día y noche, pasando por quienes han cosido sin descanso mascarillas de tela o gorros, o profesionales de la salud ajenos a las residencias que han estado al otro lado del teléfono y en persona a cualquier hora del día y de la noche siempre para nuestro mayores... En fin, a Ceuta y su gente, gracias.
Así que ha cambiado todo. No ha quedado otra. Y lo peor, pues que el precio que hay que pagar por estar en guerra, epidemiológica pero guerra a fin de cuentas, es el aislamiento, la falta de contacto, algo tan habitual y necesario cuando cuidamos a mayores; porque para mantenemos a salvo del virus, hay que respetar escrupulosamente las medidas básicas que dificulten al máximo la propagación del virus.
Lo mejor: los resultados, el coronavirus no se ha llevado a ninguno de nuestros mayores. Y gracias, otra vez, gracias ahora al equipo de trabajo en contacto directo con nuestros mayores por su buen hacer intentando normalizar la situación dando cariño, atención y cuidados de otra forma. Gracias a todos/as.
-Aunque tardó en llegar el primer caso de coronavirus a la Residencia, ¿cómo se recibió la noticia?
-Fue descorazonador, he de ser sincera. Cierto es que sabíamos que podría ocurrir, que era un escenario muy probable, pero fue descorazonador, sí. Aunque este sentimiento nos duró poco, porque había que seguir sin darle concesiones al virus, y la única forma era enfocándonos en el trabajo. Los protocolos que habíamos elaborado se pudieron implantar y dieron resultado, se controló el brote y todos los mayores positivos pasaron la enfermedad en la Residencia, en su “casa”, con nosotros que nos conocen y vencieron al virus sin que les produjera ninguna secuela: Rosa, Ana, Margot, Pepita, Paco y Encarna gracias por vuestra lección de vida. Y Leopoldo, que te demos las gracias es poco.
-¿Cómo se actúa para no asustar a los demás residentes pero teniendo que poner todas las precauciones posibles?
-No hay ninguna receta o fórmula mágica. En nuestro caso, haber previsto una zona de aislamiento por si esta situación se producía, ayudó a mantener a los demás a salvo y ajenos. Pero estoy segura que sintieron miedo. Seguro. Todos lo sentimos. Otra vez enfocarnos en el trabajo nos libró.
Mientras la residencia, con los negativos, seguía funcionando con una rutina, un ala de la 3 planta, independiente del resto, funcionó con otra rutina: la rutina de positivos. Se sintieron cuidados por quienes conocían y los conocían, quizá fue eso.
-¿Ha sido duro, además de batallar contra la pandemia, el tener que dejar de lado la vida personal y centrarse en lo laboral? ¿Es difícil desconectar cuando hay tanta responsabilidad a su cargo?
-Sí, lo ha sido. Todos hemos sufrido tener que cambiar nuestra forma de vida. En el caso del Personal Sanitario, más de lo mismo, pero además ha cambiado mucho nuestra vida laboral. Duro, sí, pero no creo que ahora ninguna/o de nosotros se para mucho a pensarlo, la verdad.
Somos conscientes que es lo que nos toca, dar un paso adelante y hacer lo que sabemos hacer. Cuando hay una situación como esta, tenemos que estar ahí. Hemos de intentar hacer nuestro trabajo lo mejor que podamos. Es lo que la sociedad, es lo que Ceuta, en este momento necesita de nosotros/as. Y ahí estamos.
-Ahora que ya han empezado a vacunarse los ancianos, ¿se ve el final de esta batalla más cerca? Y a los ancianos ¿se les nota más ilusionados?
-Sin duda. En nuestro caso, los mayores de Residencias han recibido ya las 2 dosis, empezamos el 27 de diciembre. Se han vacunado, no lo han dudado ni un segundo y ya sabemos sus resultados de inmunidad, de anticuerpos, después de las dos dosis de la vacuna y son muy buenos. Son conscientes que ahora cuentan con una aliada, la inmunidad mediante la vacuna, que les ayudará y mucho, en caso de tener contacto con el virus, pero que no les envuelve como en una ‘burbuja’ que les protege de tener contacto. Están contentos, sí. El nivel de inmunidad de los mayores de la residencia ha permitido que se reinicien las visitas y las salidas y eso se nota y mucho en ellos, en las familias, en nosotros.
Aún queda para el final, pero sí, vamos viendo esperanza, nuestros mayores, los de las residencias, pero no solos ellos, todos, son un ejemplo de resistencia y resiliencia frente al coronavirus.
-¿Qué valoración hace del trabajo realizado durante casi un año de pandemia?
-No podría hacerte una valoración objetiva, aún no tenemos la pandemia bajo control y creo que esto es una carrera de fondo. Lo que sí se puede decir es que hemos hecho siempre el trabajo lo mejor que hemos podido y que los resultados, por el momento, están ahí: el coronavirus no se ha llevado a ninguno de nuestros mayores que viven en Residencias, déjame decir, por el momento, porque aún no podemos cantar victoria, quedan batallas aún. Sin concesiones al virus, ya te digo.
-¿Qué le parece que se le haya otorgado el premio María de Eza?
-La verdad, me he sentido abrumada al principio, no esperaba ningún reconocimiento de este tipo. Después de ver la reacción de la gente: de mis maestros, de mi familia, de mi equipo, de tanta gente, me siento muy agradecida y a la vez muy consciente que hay tantas personas que se lo merecen tanto o más que yo... Tantos equipos que se lo merecen tanto o más que el mío, tantas familias de sanitarios y no sanitarios que han sufrido nuestra ausencia por el trabajo que se lo merecen tanto o más que la mía que, si por algo me siento orgullosa de recibirlo es porque este reconocimiento no es a mí, es a todos y cada uno de los que se lo merecen tanto o más que yo.
-¿A quién le dedica el premio otorgado?
-Pues eso, a todas/os y cada una/o de los que con su trabajo y esfuerzo, humilde y poco visible, se lo merecen tanto o más que yo, sea a lo que sea a lo que se dediquen.
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