El sendero que deben seguir todas las personas que acuden a despedir a un ser querido desde la mezquita de Sidi Embarek hasta el cementerio se convierte en un camino tortuoso no exento de peligrosidades. Años lleva pidiéndose un arreglo, un mínimo asfaltado que evite la hilera de baches que define esta ruta. Nada se ha hecho. Una arqueta con un agujero marca la primera de las trabas con la que se encuentran los musulmanes que portan el ataúd desde el templo hasta el cementerio. Ya han ‘cogido el truco’ para evitar una desgracia: cuando llegan a esa arqueta una persona se pone delante para que los demás la bordeen y no pisen el agujero que lleva años sin arreglarse y que provocaría una caída en cadena.
A esta primera traba le siguen otras tantas: baches, desniveles, pérdidas de tramos en la propia carretera y un desnivel arenoso que lleva a adoptar otro ‘truco casero’ para evitar otra caída en picado: los que portan el ataúd se ponen delante, frente a frente, para ir dosificando la bajada y evitar otra caída en bloque. Y todo esto se repite año tras año, sin que a las autoridades se les ocurra encargar una obra por urgencia para, simplemente, salvaguardar la integridad de todos los asistentes a los entierros.
Alí Hamido y Mohamed Ilies, presidente y tesorero de la asociación de vecinos de Claudio Vázquez y Poblado Regulares, ponen voz a una queja vecinal común, a una crítica vertida por los musulmanes que han tenido que acudir a un entierro y sufrir las condiciones del sendero que tiene que seguirse en la actualidad, ya que los enterramientos se están haciendo en la zona más baja debido a la falta de espacio que hay en Sidi Embarek. Cuando llueve, la bajada es impracticable y se ha tenido que descender por la carretera, bajando por el Puente del Quemadero.
“El camino está parcheado. Tenemos una arqueta al inicio en mal estado que provoca que cuando vamos en grupo, tenemos que poner a una persona fija ahí porque si no cuando bajamos hay peligro de caídas. Eso lleva cinco o seis años igual, con ese boquete. La bajada sigue igual. El Ayuntamiento, qué menos que tenga interés en arreglar este camino hacia el cementerio, porque podemos tener cualquier día un problema por caídas de cualquier persona, de mayores...”, explica Alí Hamido en declaraciones a FaroTV.
Mohamed Ilies, tesorero y vicepresidente de la asociación, hace hincapié en la gravedad acentuada cuando, por ejemplo, llueve. “Hemos tenido que hacer un recorrido más largo, bajar por el Puente del Quemadero para evitar una caída por los tramos con barro que pueden provocar resbalones. En la pendiente, una persona se tiene que poner delante para evitar que los demás resbalen con el ataúd”.
La propia experiencia les ha hecho reaccionar y buscar artimañas para evitar caídas. Es indigno que el camino que se tiene que usar para acompañar al ser querido desde el lugar de rezo hasta el cementerio sea el actual. La falta de seguridad es evidente, no se ha hecho ninguna actuación al respecto y cada vez que se produce un entierro se expone a las personas a este tipo de situaciones arriesgadas.
Una situación que se mantiene durante años. “Hemos tenido caídas, no han sido graves, pero hemos tenido muchas. Todavía no ha pasado algo grave... pedimos solo un asfaltado hasta el cementerio para bajar dignamente a nuestros muertos”, explica Alí Hamido.
Si grave es la situación de los accesos grave también es el tiempo que juega en contra de la capacidad actual que ofrece Sidi Embarek. En un pleno celebrado en 2008, la Ciudad aseguró que en dos meses estaría el proyecto de ampliación. Estamos en 2019, a 24 horas de cruzar el año, y nada se ha hecho. Queda solo una parte libre para enterramientos y según los propios trabajadores de Sidi Embarek podría estar cubierto en un año. “En 2010 se proyectó un plan de ampliación del cementerio que no se ha llevado a cabo. En los Presupuestos para el año que viene han incluido la construcción del tanatorio, que hacía falta y que gracias a ello se cubre una necesidad muy importante, pero también es urgente la ampliación”, añade Ilies.
Los trabajadores se esfuerzan en mantener todas las tumbas y los rincones del cementerio en perfectas condiciones, algo que valoran los vecinos porque su labor es constante, además de que lo vigilan porque se carece de seguridad privada y ellos siempre están atentos a que todo funcione adecuadamente.
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